jueves, 16 de agosto de 2007

EL EMBARCADERO


Cuando vi en directo, por primera y única vez, la fantástica obra de Renoir EL EMBARCADERO, después de esperar cola casi una hora, se me pusieron los pelos de punta y mis lágrimas empezaron a fluir. Este poema refleja un poco lo que sentí.


Vibro cuando lo miro y contemplo,
tiemblo y gozo cuando lo analizo,
vuelvo a pasar si algo se me escapa.
Mi alma vuela como en el templo,
ante los vasos me paralizo
y cuando acabo tengo resaca.

Mirarlo es como una borrachera
Que te embriaga y llena de gozo,
Y te sientes como levitando.
Con mi mente sigo disfrutando
Al contemplarlo trozo por trozo
Y de Aline su bella pechera.

El toldo, el mar y las luces vivas,
Sol que ilumina el embarcadero,
Barandilla que sirve de apoyo
Al atractivo y fuerte remero,
siguiendo su mirada derivas
a sus pensamientos y embrollos.

Todos los personajes conversan
Animada charla disfrutando.
Comen, beben, reponiendo fuerzas,
A la diestra todos se condensan
Aún tu mirada no retuerzas,
Tu vista no fuerces ya mirando.

En verdad es una obra sublime
Que emociona, subyuga, te hechiza,
Te atrapa, sujeta y aferra
Por el mar, el aire y la terra,
Absorbe, amarra e hipnotiza,
Siendo así el placer lo que más prime.

Renoir bien sentía lo que hacía,
Sino a las pruebas me remito,
Quedó clara su filosofía.
Su figura es grande, ya es un mito,
Su obra canción plena, no vacía,
De fe, esperanza y alegría.