La información no se destruye: memoria y programa del
cosmos
Una de las
grandes afirmaciones de la física contemporánea —particularmente en la mecánica
cuántica y la teoría de los agujeros negros— es que la información no se
destruye. Aunque una forma material desaparezca, su configuración, sus
relaciones, su historia, permanece de algún modo codificada en el tejido
del espacio-tiempo. Esta idea, inicialmente contraintuitiva, ha encontrado
respaldo incluso en los debates sobre la paradoja de la información en los
agujeros negros, que ha ocupado a mentes como las de Stephen Hawking o Leonard
Susskind.
Si llevamos
esta noción al terreno del MIE, descubrimos algo revelador: cada universo
actúa como un enorme procesador de información, que transforma energía en
estructura, caos en orden, materia en conciencia. Pero ese procesamiento no se
pierde cuando el universo colapsa. Se conserva, se comprime, se transfiere.
La memoria cósmica
En esta
visión, el universo no es solo un espacio para la física, sino un organismo
que recuerda. Las leyes físicas, las constantes fundamentales, los patrones
que vemos repetirse —desde la forma de una galaxia hasta la estructura de una
concha marina— son, en parte, expresiones de una memoria heredada.
Cada ciclo
universal no solo expande materia y energía: expande lo aprendido. Así como en
la biología el ADN lleva consigo mutaciones que han demostrado ser útiles para
la supervivencia, el universo lleva consigo patrones de información que han
demostrado ser fértiles para la existencia, la complejidad, la vida y la
conciencia.
Podríamos
hablar aquí de una suerte de “código fuente cósmico” —un programa que no está
fijo, sino que evoluciona con cada ciclo, incorporando las variables de cada
universo anterior.
La paradoja de la información en los
agujeros negros
Stephen Hawking afirmó durante años que la información que entra en un
agujero negro se pierde para siempre. Sin embargo, hacia el final de su vida,
reconsideró su posición y aceptó una posibilidad sugerida por el principio
holográfico: que la información no desaparece, sino que queda
codificada en el horizonte de sucesos del agujero negro. Leonard
Susskind, Juan Maldacena y otros físicos han defendido esta idea, que se ha
convertido en un punto de encuentro entre la gravedad cuántica y la teoría de
cuerdas.
Según esta lógica, el universo no olvida. Aunque las formas cambien, la
información permanece. Como una biblioteca codificada en las fronteras del
espacio-tiempo, cada agujero negro podría funcionar como un repositorio
de datos del universo anterior.
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