En todos los países y en todas las épocas, las autoridades, los mandamases, se han preocupado y se preocupan de que sus habitantes se sientan orgullosos de su país, de su nación, de su patria y por ello la palabra patria se llena de símbolos como banderas, himnos, escudos que sirvan de icono. Nos hacen creer que somos los mejores del mundo, únicos, sublimes…y por tanto es un privilegio haber nacido en este lugar y de lo cual debemos sentirnos orgullosos.
Esta visión subjetiva y partidista puede llevar implícito que los demás países son inferiores al nuestro y también sus gentes y pueden redundar en las diferencias más que en las igualdades, lo que nos puede llevar a menospreciarlos.
La realidad es que ninguno de nosotros hemos elegido en qué lugar nacer, como tampoco hemos elegido a nuestros padres y familia, ni nuestros vecinos. Solo elegimos a nuestros amigos y a nuestro cónyuge. Por tanto, sacralizar un lugar por el simple hecho de que nosotros vivimos allí o que hemos nacido allí, no tiene mucho sentido y me parece muy simplista, tanto como creer que solo nuestra religión es la verdadera, pues de haber nacido en otro lugar tu religión sería otra.
La realidad es que lo que realmente nos hace sentirnos orgullosos del país donde vivimos, de forma justificada y racional, es si nuestra vida es suficientemente digna, porque nos ganamos bien la vida y disponemos de lo mínimo necesario para vivir dignamente y eso no depende solo de nosotros de forma individual sino que, en gran medida, depende de esas autoridades que buscan enaltecer en nosotros ese orgullo patrio.
No obstante, dado que no podemos elegir donde nacer, tenemos el derecho y la obligación de aprender lo máximo posible que nuestro país nos ofrezca, así debemos adquirir una buena formación cultural y profesional que nos facilite la vida, y así, al menos, sentirnos orgullosos de nosotros mismos, y si no conseguimos satisfacer nuestras necesidades, es claro que lo inteligente sería emigrar a otro país donde podamos satisfacerlas.
En cualquier caso, vivas en el país que naciste o en otro diferente, lo que si es claro es que si alguien te ataca tienes el derecho y la obligación de defenderte, por tanto, si otro país atacara al país en el que vives, lo natural es que lo defiendas, porque al final, PATRIA es la tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.