La sociedad de esta gigantesca nave espacial, se sustenta sobre cuatro pilares fundamentales, la política, la educación, la justicia y la religión. Tal como hemos podido ver hasta ahora, la política es una gran mentira pues nos hacen creer unas cosas que son absolutamente falsas tales como las ideologías y los presuntos esfuerzos de los políticos por trabajar por el bienestar de los ciudadanos. La educación es la segunda gran mentira, pues no solo nos enseñan lo justo para trabajar en vez de darnos una formación integral, sino que existen dos tipos de enseñanzas, una para ricos y otra para pobres. La tercera gran mentira es la justicia donde aparentemente las leyes son iguales para todos pero veremos que no es así. Sobre la religión ya hablaremos.
La justicia (del latín iustitĭa, que, a su vez; viene de ius —derecho— y significa en su acepción propia «lo justo») tiene varias acepciones en el Diccionario de la lengua española. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre los integrantes. Es el conjunto de pautas y criterios que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de estos.
Las legislaciones más antiguas que conocemos provienen de Asia, en especial de Mesopotamia y corresponden a la cultura acadia y sumeria.
El texto legislativo más destacado y completo del mundo mesopotámico es el famoso Código de Hammurabi, descubierto en Susa, y según las investigaciones fue promulgado en 1753 a. De C. Este cuerpo jurídico, que más que un código es una recopilación de leyes y costumbres anteriores, se atribuye a Hammurabi, sexto rey de la primera dinastía babilónica.
Una de las fuentes más valiosas para conocer el funcionamiento de la justicia en el mundo faraónico se encuentra en la orilla occidental del Nilo: es el antiguo poblado de Deir el-Medina, donde vivían los obreros encargados de la construcción de las tumbas de los faraones del Imperio Nuevo (1552-1069 a.C.), que tenían su capital en la ciudad de Tebas, situada en la orilla opuesta. Los delitos más comunes eran muy parecidos a los actuales: altercados, peleas vecinales, malversación, robo y violencia
La Evolución de la Justicia: La justicia natural es una teoría elaborada por el hombre; no es una realidad. En la naturaleza, la justicia es puramente teórica, totalmente ficticia. La naturaleza no ofrece más que una clase de justicia—la conformidad inevitable de los resultados a las causas.
La justicia, como la concibió el hombre, significa reivindicar los derechos y, por tanto, es cuestión de evolución progresiva. El hombre primitivo atribuía todo fenómeno a una persona. En el caso de muerte, el salvaje no se preguntaba qué lo mató, sino quién lo hizo. No se reconocía, por consiguiente, el asesinato casual, y en el castigo de los delitos, se hacía caso omiso del móvil del infractor; se emitía el juicio de acuerdo con los daños ocasionados.
En la sociedad más primitiva, la opinión pública funcionaba de forma directa; no hacían falta los agentes de la ley. No había intimidad en la vida primitiva. Los vecinos de un hombre respondían de la conducta de él; de ahí el derecho de inmiscuirse en los asuntos personales de él. Se reguló la sociedad a base de la teoría de que la afiliación a un grupo debe entrañar interés en la conducta de cada afiliado y, hasta cierto grado, control sobre ella.
Muy pronto se creyó que los fantasmas administraban la justicia por conducto de los curanderos y sacerdotes; así estas órdenes constituyeron los primeros detectores de la delincuencia y agentes de la ley. Sus métodos primitivos de detección de la delincuencia consistían en efectuar pruebas de veneno, fuego y dolor. Estas pruebas salvajes no eran más que toscas técnicas de arbitraje; no dirimían necesariamente las disputas de forma justa. Por ejemplo: cuando se le administraba veneno a un acusado, si éste vomitaba, era inocente.
No es de extrañar que los hebreos y otras tribus semicivilizadas practicaran estas técnicas tan primitivas de la administración de la justicia hace tres mil años, pero no se entiende que retuvieran tal reliquia de la barbarie en las páginas de las escrituras sagradas. Y cabe pensar que al hombre mortal jamás le dio ningún ser divino tan injustas instrucciones acerca de la detección y castigo de una sospechada infidelidad matrimonial.
Hoy día muchos sacerdotes predican que los desastres naturales que suceden a la humanidad es el castigo divino por que la humanidad se aleja de Dios, aunque deberían decir que se alejan de las religiones que no es lo mismo, lo cual es lo lógico ante las creencias tan increíbles que transmiten.
La sociedad pronto adoptó una actitud vengativa de represalias: ojo por ojo, vida por vida. Todas las tribus evolucionarias reconocían este derecho de venganza sangrienta. La venganza se convirtió en el objetivo de la vida primitiva, pero la religión ya ha modificado considerablemente estas prácticas tribales primitivas. Los maestros de la religión revelada siempre han proclamado: «‘La venganza es mía’, dice el Señor». Las matanzas por venganza de los tiempos primitivos no eran tan distintas de los asesinatos actuales que se llevan a cabo so pretexto de la ley no escrita.
El hombre primitivo no apreciaba la vida; el suicidio a causa de bagatelas era común, pero las enseñanzas de los dalamatianos aminoraron esta costumbre considerablemente, en tanto que, en épocas más recientes, se han unido el ocio, las comodidades, la religión y la filosofía para endulzar la vida y hacerla más deseable. Las huelgas de hambre son, sin embargo, un caso análogo actual de este método antiguo de represalia.
Otro adelanto fue la imposición de multas por transgresiones de tabúes, el establecimiento de castigos. Estas multas constituyeron los primeros ingresos públicos. La usanza de pagar dinero como rescate por la vida también entró en boga como sustituto de la venganza sangrienta. Estos daños se solían pagar en mujeres o ganado; tardó mucho tiempo antes de que las multas reales, la retribución monetaria, se fijaran como castigo por la delincuencia. Puesto que la noción del castigo era esencialmente una compensación, todas las cosas, incluyendo la vida humana, llegaron a tener con el tiempo un precio el cual se podía pagar por los daños causados. Los hebreos fueron los primeros en abolir la usanza de pagar dinero como rescate por la vida ajena. Moisés instruyó que no han de «tomar dinero como rescate por la vida de un asesino condenado a muerte; ese hombre deberá morir indefectiblemente».
Quemar a alguien vivo en la hoguera fue un castigo de práctica común. Muchos jefes antiguos lo reconocieron, Hamurabi y Moisés inclusive.
Cuando una sociedad no logra castigar los delitos, el resentimiento colectivo suele hacerse valer en forma de linchamientos; la disposición del santuario sirvió de medio de escape de esta repentina cólera colectiva. El linchar y batirse a duelo representan la poca disposición del individuo a hacer lo que se le ordena y por ello recurre a hacer justicia el mismo.
¿Qué son las leyes? Es un precepto o conjunto de preceptos, dictados por la autoridad, mediante el cual se manda o prohíbe algo acordado por los órganos legislativos competentes, dentro del procedimiento legislativo prescrito, entendiendo que dichos órganos son la expresión de la voluntad popular representada por el Parlamento o Poder.
El problema de las leyes es que muchas se quedan anticuadas y sin embargo se siguen aplicando y no se crean otras nuevas aplicables al momento actual como sucede con los delitos de “ingeniería financiera” que resultan muy difícil de probar. Así hubo un juez que dijo no hace mucho que “las leyes vigentes estaban diseñadas para los robagallinas” por eso todos los grandes ladrones de guante blanco se escapan de rositas. Sin embargo hubo una madre casi indigente que encontró una tarjeta de crédito y gastó menos de 100 € y por este delito la metieron en la cárcel, sin embargo un rico provoca un desfalco de millones de euros y no va a la cárcel, pero ¡claro!, los ricos pueden pagar potentes gabinetes de abogados que saben encontrar los resquicios de la ley, porque las leyes son susceptibles de interpretación porque no siempre son claras, son imprecisas y vagas muchas veces.
También podemos ver como la orientación político-religiosa de algunos jueces les lleva a unas sentencias insólitas como ha sucedido con casos de violación, seglar y religiosa, de corrupción política o evasión de capitales.
Tenemos el caso de nuestro anterior rey que, no solo fue comisionista aprovechando su cargo, sino que además, evadió ese capital en paraísos fiscales y dejó de cumplir sus obligaciones con la hacienda y no le ha pasado nada, toda investigación se ha cerrado sin cargo alguno. Por tanto, lo de que “la justicia es igual para todos” que él mismo dijo respecto a su propio yerno, no se lo ha aplicado él