miércoles, 11 de marzo de 2020

EL LIBRE ALBEDRÍO





Esta frase tan traída y llevada es absolutamente falsa y la utiliza la Iglesia para hacernos sentir culpables, pecadores y por tanto dependientes de ella que es quien tiene la potestad para perdonar los pecados de los católicos.

Lo cierto es que si, tal como dicen los curas, Dios nos hubiera creado libres y ya algunos, desde niños, son asesinos y malas personas, habría que reclamar a Dios por fabricación defectuosa, de igual manera que cuando compramos un aparato y no funciona adecuadamente reclamamos al fabricante y hacemos valer nuestra garantía. Cabe pensar que en los casos, al menos de niños, no hay suficiente conciencia ni criterio para discernir con claridad el bien del mal. Todo esto es imputable a la forma de funcionar del cerebro y su programación.

La realidad es que no somos libres en absoluto pues estamos condicionados desde antes de nacer. Para ser libres, tendríamos que tener una formación adecuada en todos los aspectos, reflexionar teniendo la información necesaria y luego tomar las decisiones oportunas.


Cada cual estamos compuestos de un montón de factores o parámetros, tanto psicológicos como físicos que pueden ser solo tendencias modificables a lo largo de la vida, pero hay genes que no los puedes cambiar, en todo caso se pueden modificar para atenuar su influjo.

Para todo el mundo las vivencias de la infancia son fundamentales para el desarrollo futuro de su vida y todo se realiza de manera absolutamente inconsciente. Algunos, a partir de determinada edad y momento, comienzan a ser conscientes de algunas cosas y si persisten, cada vez serán más conscientes de sus vidas, de sus cambios, condicionantes, influencias, manipulaciones, etc. otros, en cambio, serán inconscientes toda su vida y son mayoría.

Así, desde antes de nacer ya estamos condicionados, traemos una programación de serie que corresponde a los genes que nos han tocado de nuestros ancestros, y no solo de nuestros padres, y a partir del nacimiento comienza la programación de los demás sobre nosotros,  condicionada por nuestra reacción ante las influencias externas que nos irán programando y condicionando a lo largo de nuestra vida. Algunos de nosotros tenemos ciertos rasgos y no solo físicos, de nuestros abuelos pero también de alguno de nuestros tíos o de un bisabuelo/a.

Al nacer tenemos la influencia de nuestros padres, nuestros hermanos, tíos, primos, etc. es decir, nuestra familia. El poder de influencia depende del tiempo que estemos con ellos y del valor o poder que demos a cada persona. Cuando nosotros tenemos en alta estima a alguien nos creemos como verdad absoluta todo lo que diga y por tanto nos influirá profundamente.

Luego están los vecinos, los amigos, los compañeros de colegio, etc.
Cuando comenzamos a trabajar, tenemos a los compañeros, jefes, clientes, etc.
También tenemos la radio, la televisión (programas y publicidad), periódicos, revistas, carteles, anuncios, ahora las redes, todo lo que veamos en Internet…y algunos, muy pocos, tienen la influencia de los libros que leen; digo pocos porque son pocos los que leen. Yo me he formado más con los libros y mis reflexiones sobre lo leído que por las personas de mi entorno. Los libros me han ayudado a desarrollar mi sentido crítico al leer a varios autores que tratan un mismo tema y que por tanto no tienen la misma visión.
Y todo esto sucede sin que nos percatemos de ello, de como todos contribuyen a nuestra programación, de la cual depende nuestra vida de manera total y absoluta, porque lo importante no es lo que nos suceda sino como reaccionemos ante lo que nos suceda.
Ante cualquier hecho que nos acaezca reaccionamos acorde con nuestra programación y lo hacemos de manera automática. Si podemos pararnos a pensar un poquito, siendo conscientes de lo que sucede, podemos decidir entonces la respuesta a dar, pero normalmente no se actúa así, sino que la reacción es automática. A veces es mejor que sea automática, pues si nos parásemos a pensar no daría tiempo a actuar, por ejemplo ante la posibilidad de que nos atropellen.


¿Y por qué es posible esa programación sobre el ser humano? Porque al igual que un ordenador, nacemos con un sistema operativo que define como y de qué manera se deben ir grabando las órdenes del programa generado en el cerebro acorde con las señales externas que entran por los diferentes sentidos.

También hay individuos y entidades varias que se dedican a programar a gente para que hagan lo que les interese, desde obtener favores sexuales, robar o matar, mediante la técnica, entre otras, de la programación Monarca, en la cual se destruye la personalidad del sujeto para implantarle otra mediante drogas e hipnosis con sugestiones.


La manera de autoprogramarnos de manera consciente y porque así lo decidimos, es utilizando técnicas de meditación, autohipnosis o semejantes, autoexaminarnos para saber realmente que es lo que necesitamos, después, mediante la autosugestión, nos daremos las órdenes oportunas repitiéndolas todos los días varias veces, para que con el tiempo, se graben en nuestro cerebro y funcione de manera automática.

La programación mental funciona como la arcilla blanda, si dejas una huella en unos pocos días desaparece. Para mantenerla hay que repetir la huella varias veces a lo largo del tiempo y con el transcurso del tiempo la arcilla se endurece y la huella queda para siempre. Aunque si pasan muchos años sin que volvamos a incidir en ella y la dejamos en el exterior, los agentes atmosféricos la borrarán.