domingo, 21 de mayo de 2023

SANTAS ELECCIONES





La derecha, la izquierda, el centro…la extrema derecha, la extrema izquierda. Estas son las cajas en que metemos las diferentes tendencias o nichos de compra/venta de votos a cambio de ideas y promesas que nunca se cumplen.

Al igual que sucede con las religiones que se van produciendo cismas a lo largo del tiempo, en política también se producen cismas en los partidos, de manera que por no estar de acuerdo con determinados postulados, algunos componentes de un partido concreto, se marcha y crea un nuevo partido casi idéntico, pues en realidad solo cambia los colores y el logotipo, pero de esta forma en vez de ser el tercero o el quinto en las listas, consigue ser el primero y de esta manera será “el que parta el bacalao”. Así sucede también con las religiones, es una lucha por el poder.

Los ciudadanos somos gente variopinta, cada cual, dependiendo de en qué familia hemos nacido, nuestra educación, a que colegios hemos asistido, quienes son nuestras amistades, que libros hemos leído y cuales sean nuestras aspiraciones, nos decantamos por unas tendencias políticas o por otras. Por ello cuando llega la hora de votar nos decidimos por aquel partido al cual consideramos que va a defender nuestra forma de ver la vida, nuestros intereses y anhelos. Aunque hay ricos que votan a la izquierda y muchos pobres que votan a la derecha.

Las gentes que fundan partidos políticos, antes de definir la presunta ideología del mismo, hacen un estudio de marketing y averiguan cual es el “nicho” que queda libre para asegurarse de que hay un sector de ciudadanos que no encuentran el partido idóneo que satisfaga su idiosincrasia. Justo a partir de aquí es cuando definen las líneas maestras de su supuesta ideología y no antes.

Debemos considerar por tanto, que los partidos políticos son empresas cuya única misión es captar votos, pues será la única forma de que la empresa prospere, crezca y pueda dar de comer –y muy bien- a sus componentes principales, que son los que logren luego los escaños y los cargos correspondientes. El resto de componentes son los palmeros necesarios para que el grupo abulte, y todos esperan conseguir un puesto en algún momento y por eso aguantan.

Por tanto que nadie vaya a creerse la supuesta ideología de los partidos, pues la real es vivir a nuestra costa lo mejor posible y por ello necesitan poseer su parcela de poder que les permitirá obtener ingresos extras, aparte de su salario, que siempre es bastante superior al que obtendrían trabajando en una empresa privada.

Como dicen los Evangelios que decía Jesucristo “por sus obras los conoceréis” pues no por sus palabras, ya que ellos dicen lo que saben que sus seguidores quieren oír y gracias a la favorable predisposición de sus oyentes consiguen su propósito de hacerlos sus seguidores y votantes. Desgraciadamente los seguidores se convierten en adeptos fieles y aunque algunos componentes del partido cometan diferentes desmanes que se hacen públicos, tal como sucede con los fieles religiosos, ellos piensan que en realidad el partido es maravilloso, aunque salga algún fruto podrido. De esta forma la inmensa mayoría de la gente les seguirá votando a pesar de todo.

En los últimos tiempos han descubierto los políticos, que una forma de enaltecer a sus votantes y así asegurarse el voto, es insultando a los dirigentes del partido contrario o simplemente a los otros partidos, buscando que el fervor despertado provoque discusiones entre las gentes y de esta forma se extienda mediante el boca a boca de las disputas, las presuntas ideologías de cada partido. Así mismo consiguen que la gente hable de ellos y, como todo el mundo sabe, lo importante no es si se habla bien o mal, lo importante es que se hable.

Luego están los márgenes de maniobra del gobierno de turno que son muy cortos, pues la triste realidad es que quienes realmente gobiernan no se presentan a las elecciones, pues ellos se eligen a sí mismos, como son la gran banca, las grandes corporaciones industriales y financieras, los compromisos internacionales, etc. etc.
Por estas razones a la hora de votar, yo utilizo dos métodos: 1. Cuando no veo, por su actuación anterior, que vaya a ver algún cambio positivo, cojo una papeleta del partido más fuerte que menos me convence y escribo con un rotulador “SOIS UNOS SIVERGÜENZAS”, haciendo nulo el voto para que ninguno se lo apunte. 2. Voto al que considero menos malo. 3 También podemos no votar, pero eso no deja huella, no sirve para nada, salvo que no votara nadie, o al menos fuésemos mayoría los no votantes.

Y ahora, queridos amigos, meditad antes de votar, y luego votad a quien queráis pues ese es vuestro derecho.