viernes, 11 de junio de 2021

LAS PAREDES DE LA CAPILLA SIXTINA 1 bis Programa Iconográfico

 






Para las paredes se definió un programa ico­nográfico con dos grandes ciclos del Antiguo y del Nuevo Testamento con las histo­rias de Moisés y de Cristo; más abajo, un zócalo muy alto con falsos cortinajes sirve de marco a una serie de escudos de la familia Della Rovere, a la que pertenecía Sixto IV. Arriba, entre las ventanas, siguiendo la tradición paleocristiana y medieval, están representados los treinta primeros pontífices en trajes pontificales, en elegantes hor­nacinas.


Estas primeras historias pintadas en las paredes de la Capilla Sixtina ilustran el pensamiento teológico de Sixto IV manifestado en un pequeño escrito titulado Nuestro Moisés es Cristo redactado cuando todavía se llamaba Francesco della Rovere. Para realizar esta empresa gigantesca en el menor tiempo posible —los frescos fueron terminados en dos años, en 1483— el Papa confió la tarea a Perugino, que asume la función de «maestro concertador» de una obra colectiva, semejante a pocas en el transcurso de la historia. Con Perugino, ayudado por Pinturicchio, colaboran tres famosos maestros con sus alumnos: Botticelli, Ghirlandaio y Cosimo Rosselli. A ellos se agregan otros artistas toscanos: Piero di Cosimo, Fra’ Diamante, Bartolomeo della Gatta y Luca Signorelli que pronto tendrá un papel importante. Lo extraordinario no es sólo la calidad del arte de todos estos maestros, sino el hecho de que aceptan un estilo común y una disciplina que da unidad al proyecto.








El ciclo comprende, para cada una de las historias, ocho imágenes de episodios, seis en las paredes largas y dos en los lados más cortos, además del retablo de la Asunción, a la que está dedicada la Capilla y que se halla en la pared detrás del altar. Más ade­lante el retablo se quitará para dar lugar al Juicio Final. El número tres es esencial en la decoración. La proporción entre el largo y el ancho de la Capilla es de tres a uno y concuerda con el sistema de división de las paredes que crea seis recuadros en las paredes largas y dos en los lados más cortos, y doce dovelas

La intención del programa iconográfico de Sixto IV era reafirmar, con el máximo rigor teológico, la íntima correspondencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre el Reino de la Ley y el Reino de la Gracia. Moisés, libertador del pueblo elegido de la esclavitud de Egipto, es una de las más comunes prefiguraciones de Cristo, liberta­dor de la humanidad de la esclavitud del pecado. De este modo, la historia de la Humanidad fue representada, en una breve síntesis, en las dos grandes eras en que se divide, antes y después de la venida de Cristo: el reino de la Ley y el reino de la Gracia. Dentro de este programa está moti­vada también la serie de los Pontífices, vicarios de Cristo, así como Moisés era pre­cursor de Cristo. Existe, pues, una continuidad ideal en la vida de la humanidad, antes, durante y después de la Redención.

En la pared de la izquierda, mirando hacia el altar, se desarrolla la narración de la his­toria de Moisés; en la pared de la derecha, se contraponen los episodios de la vida de Jesús. Así, en las dos primeras escenas de los dos relatos, se comparan el rito de la cir­cuncisión del Antiguo Testamento y el rito del Bautismo en el Nuevo. No menos que la continuidad, se señala la superioridad de la ley evangélica respecto a la mosaica. Lo que en el Antiguo Testamento es cruento, como el sacrificio del animal, en el Nuevo es simbólico, como el Bautismo y la Eucaristía. Las inscripciones latinas en los fres­cos ayudan a comprender su contenido y su simbología.

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LAS PAREDES DE LA CAPILLA SIXTINA 3 Vuelta de Moisés a Egipto y circuncisión de Eliezer

  


Esta pintura es un fresco de Pietro Perugino y sus asistentes, una obra de tema bíblico, datada alrededor de 1482. Sus medidas son de 572x350

En 1480, Perugino pintó al fresco una capilla para el papa Sixto IV en la antigua basílica vaticana, tuvo tanto éxito que inmediatamente se le encargó decorar la nueva capilla papal, más tarde llamada la Capilla Sixtina en honor al Papa.

En esta tarea fue asistido por un equipo de pintores florentinos, enviados especialmente por Lorenzo de Médici.

En este tipo de pinturas normalmente intervenía un equipo de pintores que se repartían el trabajo, así Perugino, junto con los numerosos ayudantes (entre ellos el joven Pinturicchio), se estima que pintó por lo menos seis escenas, tres de las cuales subsisten hoy día.

Según estudios de expertos, la participación de Pinturicchio se limita a la ejecución de un grupo de protagonistas, pero otros estudios han reducido sustancialmente su intervención. Estas figuras deben atribuirse probablemente a Andrea de Assisi (« La Ingegno »), a Rocco Zoppo y quizá con más reservas a Giovanni di Pietro y a Bartolomeo della Gatta, otros colaboradores de Perugino mencionados por Giorgio Vasari.

El tema de la obra se corresponde con la iconografía cristiana del Antiguo Testamento que comienza con El Viaje de Moisés a Egipto, donde la despedida de su suegro Jetró la circuncisión de su segundo hijo Eliezer se representan en un solo panel.

Existe un claro paralelismo entre las ceremonias de la circuncisión y el bautismo en los mundos hebreo y cristiano respectivamente, lo que implica también una dimensión espiritual más profunda en este último, ya que el bautismo, según lo escrito por San Agustín y otros Padres de la Iglesia, era una especie de «circuncisión espiritual» para los niños. Una manera de justificar la diferencia de ceremonias.


La escena del Viaje de Moisés en Egipto, mirando hacia el altar de la Capilla Sixtina, es la primera sobre la pared a derecha de este y está situada paralelamente al Bautizo del Cristo en el lado opuesto.

La escena en primer plano muestra la partida de Moisés, vestido de amarillo y verde, hacia Egipto después del exilio en la tierra de Madián. En el centro, un ángel lo detiene, pidiéndole que circuncide a su segundo hijo Eliezer. Esta escena se representa a la derecha, como un signo físico de la Alianza hecha por Dios con el linaje de Abraham; la madre Séfora está a cargo de la ceremonia.





La composición utiliza los principios de equilibrio y simetría con los dos grupos en primer plano girando sobre el ángel del centro y el espolón rocoso que se eleva sobre él. En este eje, en el fondo otra escena muestra a Moisés y su esposa despidiéndose de Jetró.




A los lados se encuentra un paisaje de suaves colinas, salpicado de frágiles arbustos, entre los que se encuentra una palmera, símbolo del sacrificio cristiano, perdiéndose a lo lejos en un cielo despejado, según las reglas de la perspectiva aérea.




El cielo está poblado de aves, dos de las cuales se aparean en vuelo, aludiendo al ciclo de renovación de la Naturaleza. Este clima bucólico también está presente en el fondo a la izquierda donde un grupo de pastores bailan, aludiendo al hecho de que Moisés se convirtió en un pastor al servicio de Jetró. Las figuras de las mujeres vestidas con ropas, que llevan jarrones y otros objetos en la cabeza, son una representación de un motivo típico florentino, utilizado por ejemplo, tanto por Sandro Botticelli que por Domenico Ghirlandaio.

El tema de la decoración era un paralelismo entre la historia de Moisés y la de Jesucristo, destacando la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y la transmisión de la ley divina desde los Diez Mandamientos hasta el mensaje evangélico de Jesucristo, quien finalmente eligió a San Pedro como su sucesor, legitimando así el poder y la legitimidad de sus sucesores, es decir, los papas.

El paisaje, suavemente perdido en la distancia y salpicado de arbustos que se convirtió en uno de los elementos más característicos de la Escuela de Umbría, es típico de Perugino.

miércoles, 9 de junio de 2021

LAS PAREDES DE LA CAPILLA SIXTINA 2 PRUEBAS DE MOISÉS

 



Las pruebas de Moisés o Tentaciones de Moisés es un fresco realizado por el pintor renacentista italiano Sandro Botticelli. Mide 348,5 cm de alto y 558 cm. de largo. Fue realizado entre los años 1481 y 1482 en la Capilla Sixtina de la Ciudad del Vaticano.


En 1481, el Papa Sixto IV llamó a Botticelli, así como a otros artistas prominentes florentinos, como ya hemos mencionado. Se les encomendó elaborar frescos en las paredes de la Capilla Sixtina. El papa proporcionó el programa iconográfico: la supremacía del papado que era lo que más le interesaba. Se pretendía pintar las dos paredes, una frente a otra, la comparación de las vidas de Moisés y Cristo, incluyendo las prefiguraciones del Nuevo Testamento en el Antiguo. Además, en el plano superior, en todo el perímetro, estaban pintados una larga serie de papas. Para realizar la obra, los pintores tuvieron que aceptar unas convenciones representativas comunes a todos, de manera que la obra final resultara homogénea: usaban la misma escala de dimensiones, la misma estructura rítmica y representación paisajística, una sola gama cromática con adornos de oro que hiciera resplandecer las pinturas con la iluminación de las antorchas y las velas. Aunque Giorgio Vasari sostenía que Sandro Botticelli pintó todo el conjunto, lo cierto es que pintó tres historias en los frescos. Además, se cree que proporcionó los dibujos de once papas y quizá intervino directamente en la pintura de algunos. Las composiciones son complejas y difíciles, con reelaboraciones neoplatónicas de temas clásicos en la iconografía cristiana ya que la mayoría de los pintores de la época pertenecía a dicha escuela neoplatónica.

Estos Hechos de la vida de Moisés representan varios episodios de la juventud de Moisés extraídos del Libro del Éxodo de la Biblia. Adopta un esquema compositivo parecido al del Castigo de los rebeldes. Moisés está representado en la figura con túnica amarilla y manto verde. Se lee desde la derecha:




Moisés mata al egipcio que había maltratado a un israelita y huye al desierto, en este episodio Moisés puede verse como prefiguración de Jesucristo que derrota al demonio; en primer plano Moisés, con una espada en la mano, ataca al egipcio, a la derecha se le ve a este egipcio auxiliado por una mujer y al fondo a Moisés huyendo hacia Madián. Detrás del egipcio con la mujer se ve una arquitectura clasicista, con las pilastras rematadas en capiteles y arquitrabe.




El siguiente es el episodio en el que combate a los pastores que quieren impedir a las hijas de Jetró, entre las que está su futura mujer, Séfora, que abreve el rebaño en el pozo y saca para ellas el agua del pozo. En el grupo de las hijas de Jetró se ejemplifica que Botticelli había tenido presente las soluciones formales de la escultura contemporánea, en particular la Puerta del Paraíso de Ghiberti, lo que se evidencia en la composición de la escena con los rápidos y oblicuos cortes de las colinas o con las verticales de los árboles del centro de la escena. Ellas están representadas con líneas curvas, sinuosas, el arabesco típico del autor.




El tercero está en lo alto a la izquierda, cuando está cuidando el rebaño de Jetró, su suegro, y oye la llamada de Yahvé; entonces se descalza para acercarse a la zarza ardiente y recibe de Dios la misión de regresar a Egipto y liberar a su pueblo. En la figura de Moisés descalzándose se hace una cita del Espinario, una escultura de época romana, copia de otra helenística, que llegó al Palacio Capitolino en 1471, ejemplo de la impresión que las obras de la Antigüedad ejercieron en el pintor cuando llegó a Roma.




Abajo, a la izquierda, se ve a Moisés mientras guía a los israelitas en el desierto hacia la Tierra Prometida; a este episodio se refiere el título: «TEMPTATIO MOISI LEGIS SCRIPTAE LATORIS». Otra interpretación (ref. «Museos del Mundo») es que Moisés aquí está guiando a Séfora, su mujer, y a su familia hacia Egipto, donde posteriormente cumplirá su misión liberadora.

El relato puede seguirse con claridad. Las bellas formas femeninas retratadas en las hijas de Jetró recuerdan a las Tres Gracias que pueden verse en la Alegoría de la Primavera.

martes, 8 de junio de 2021

LAS PAREDES DE LA CAPILLA SIXTINA 1 Introducción

 



Pinchando este enlace podréis ver la Capilla Sixtina en 3 D

https://www.vatican.va/various/cappelle/sistina_vr/index.html?fbclid=IwAR1u9GrEMm5FzKt7Y27rx7fULPA4zSelLCKdYU54oLaA_JGf5Ydb4Cvg4yM

A estas alturas casi todo el mundo sabe que es la Capilla Sixtina, que es una capilla del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, la residencia oficial del papa. Se trata de la estancia más conocida del conjunto palaciego.

Originalmente servía como capilla de la fortaleza vaticana. Anteriormente se le llamaba Cappella Magna, tomando su nombre del papa Sixto IV, que fue quien ordenó su restauración entre 1477 y 1480. Desde entonces la capilla ha servido para celebrar diversos actos y ceremonias papales. Desde hace tiempo es la sede del cónclave, la reunión en la que los cardenales electores del Colegio Cardenalicio eligen a un nuevo papa. La fama de la Capilla Sixtina se debe principalmente a su decoración al fresco, y especialmente a la bóveda y el testero o parte frontal donde está el altar, con El Juicio Final, ambas obras de Miguel Ángel que hemos tratado en tiempo pasado para que supieseis y conocieseis los significados de dichas pinturas.




Como ya explicamos en mi anterior trabajo, entre 1508 y 1512, por encargo del papa Julio II, Miguel Ángel decoró la bóveda, creando una obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental. Cuatro años después, tras el Saqueo de Roma, pintó también El Juicio Final en la pared del altar entre 1536 y 1541 para los papas Clemente VII y Paulo III.​




Pero antes de todo esto y durante el pontificado de Sixto IV, un grupo de pintores renacentistas que incluía a Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosseli, Bartolomeo della Gatta y Luca Signorelli realizó dos series de paneles al fresco sobre la vida de Moisés (a la izquierda del altar, mirando hacia El Juicio Final) y la de Jesucristo (a la derecha del altar), así como los retratos de los papas que habían gobernado la Iglesia hasta entonces en la zona superior y por cortinas pintadas con trampantojo en la zona inferior.




Las pinturas fueron concluidas en 1482, y el 15 de agosto de 1483, con motivo de la festividad de la Asunción, Sixto IV celebró la primera misa en la capilla y la consagró a la Virgen María. ​




Ahora vamos a tratar de estas pinturas anteriores a la intervención de Miguel Ángel plasmadas por los pintores referidos anteriormente.