domingo, 3 de agosto de 2014

NENÚFARES ROSA (Monet)




En la pintura occidental de los siglos anteriores, sólo en muy raras ocasiones, un paisaje había quedado reducido a la visión tan próxima de las flores como sucede aquí. Hemos querido precisar al hablar de la pintura occidental porque en Extremo Oriente la situación fue bastante distinta. Allí, en las pinturas japonesa y, sobre todo, china, no resulta raro encontrar escenas como la que contemplamos, donde unas cuantas flores ocupan todo el protagonismo y se sitúan en el primer plano del campo visual del espectador. Se ha mencionado, en multitud de ocasiones, la influencia que ejerció esa pintura oriental sobre el arte europeo de finales de siglo XIX, y los impresionistas serían los primeros en sentirse orgullosos por esto.


El colorido queda dominado por los azules y violáceos, en contrapunto, unos pequeños toques de amarillo y rosa en las flores, y unos sutiles trazos de naranja verdosos en algún contorno y en la esquina inferior derecha, que tiende a confundirse con un matiz rojizo. Las hojas azul celeste con matices, verdes, violetas, aclarados con trazos blancos, definen unos colores irreales de una gran belleza plástica.




Vemos el rastro del pincel por todas partes, superponiéndose los colores y mezclándose en otros casos sobre la marcha, conjugando trazos paralelos con trazos curvos envolventes en las hojas, pasando a ser radiales en las flores.


El centro de interés claramente está en las dos flores de la derecha donde se nos va la vista, entrando por la esquina inferior izquierda como suele ser habitual.




Una mancha violeta define el centro geométrico del cuadro, a cuyo alrededor están dispuestas una serie de hojas, formando un óvalo abierto que le da más voluptuosidad, al ritmo suave y elegante de la curva. En las flores, a pesar de su simplificación, podemos apreciar los cuatro sépalos del cáliz, pues el cuarto hemos de imaginarlo oculto por los pétalos.





La repetición de las hojas, por un lado, y las flores, por otro, crean esa relación de referencias cromáticas y lineales, produciendo un ritmo por las resonancias de las formas, además del óvalo abierto que conforman ese grupo de manchas azules que son las hojas alrededor del centro. Recordemos que los óvalos producen la sensación de majestuosidad y grandiosidad, dando gran importancia a este tema sencillo.