sábado, 3 de diciembre de 2011

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD




Lolo es un niño de cuatro años, muy guapo y muy inteligente a quien le gusta mirar el cielo y quedarse embobado contando las estrellas, aunque solo cuenta hasta 20 y luego vuelve a empezar, por ello su conclusión es que hay muchos veintes de estrellas.

El día de Noche Buena, fiel a su costumbre, en cuanto se hizo de noche, salió al patio de su casa a contar las estrellas por si alguna faltaba o aparecía alguna nueva. Mientras, sus papás se afanaban en preparar la cena, pues vendrían sus tíos y su prima Loli.

De pronto vio como la estrella más brillante que vislumbraba en el cielo comenzó a moverse de izquierda a derecha, primero lentamente y luego de forma más rápida, para finalmente ir cayendo hacia donde él estaba. Aunque el miedo comenzó a hacer mella en él, aguantó sin moverse para ver que sucedía. Vio como la estrella, cada vez se hacía más grande según se iba acercando y cuando llegó a tierra, como a unos veinte metros de él, fue cuando se dio cuenta que se trataba de una preciosa niña que relumbraba a todo su alrededor. Ella, con una sonrisa angelical, se fue acercando a Lolo y le dijo:

-Hola Lolo, no temas, soy el Espíritu de la Navidad y vengo a tocarte con mi halo para que con mi energía puedas transmitir a los demás paz y felicidad.

Lolo no podía articular palabra y ni siquiera conseguía tragar la saliva de su boca, asustado como estaba, y la mente se le quedó en blanco.

Absorto en la contemplación de tan preciosa criatura y percibiendo su bondad a través de su sonrisa, por fin pudo reaccionar y decirle:

-¿Tú… tú…tú eres el Espíritu de la Navidad?

-Si, eso es. Vengo a cumplir mi misión de transmitir paz y felicidad para todas las personas.

- Y ¿para mi perrita Layla?

-Para tu perrita Layla también ¡claro!

-Y para mi prima Loli ¿verdad?

-Si, también para tu prima Loli, a la que quieres mucho.

-Si, es verdad, la quiero mucho y nos llevamos muy bien.

-Pues tú serás quien transmitirás a toda tu familia y amigos mi Espíritu, mi energía, para que todos tengan paz y felicidad.

-¿Cómo haré eso?

-Pues bastará con que les des un beso con todo tu cariño y en ese momento me imagines como me estás viendo ahora y así yo estaré allí.

-¡Vale! Pues así lo haré.

-De acuerdo Lolo, con mi energía tú sentirás mucha paz y serás muy feliz, ya lo verás. Y no te olvides de hacer lo que te he dicho.

-Lo haré, Espíritu de la Navidad.

Entonces el angelical espíritu se transformó todo en luz, una luz cegadora que comenzó a moverse hacía arriba, lentamente, y según subía se desplazaba más rápido, cada vez más rápido, hasta que, en un instante, volvió a ocupar su posición en el cielo. Lolo vio como si le hiciera señales, pues la estrella parecía que se apagaba y se encendía.

Lolo entró en su casa radiante de felicidad y dio un beso a su mamá y al retirarse se dio cuenta de que a su mamá le brillaban los ojos de una manera especial, como nunca le había visto. Después besó a su papá y sucedió mismo, parecía que salía luz de los ojos de su papá. Después le dio un beso a su perrita Layla y ésta dejó escapar un ¡guau! Especial, tierno. Así Lolo vio que era verdad lo que le había dicho el Espíritu de la Navidad y por ello se sintió muy feliz.

Pasado un rato, sonó el timbre de la puerta y al abrir su mamá vio que eran sus tíos y su prima Lola y comprobó que según los iba besando aparecía en sus ojos ese brillo especial, particularmente en su prima Lola que sus ojos parecían dos luceros.

-¡Qué guapa estás prima Lola! Tus ojos brillan de una manera especial.

-¡A ti también te brillan primo Lolo! Nunca te vi tan guapo como hoy.

Y así, gracias al Espíritu de la Navidad todos se sintieron muy felices y, llenos de paz, pasaron un magnífica Noche Buena, muy buena.

Autor: Antonio Sánchez-Gil (derechos reservados)

Imagen: tomada de Internet

miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA CLAUSURA




Todo tiene un principio y también tiene un final, así mi exposición terminó. Las tres obras que veis son las que se han vendido y hay dos más apalabradas pero aún no materializadas que esperan a la paga de Navidad.

La asistencia a la misma ha sido más bien escasa. Una parte achacada a la insuficiente publicidad y la ubicación de la sala en una calle poco transitada, y otra parte, creo yo, debido al desinterés por el arte. En principio, dado que la sala estaba abierta solo dos horas cada tarde, esto también restringe la asistencia, aunque la calle Mayor de Alcalá de Henares estuviera repleta de gentío que sale a comprar o simplemente a pasear.

Puse carteles informativos en los establecimientos/tiendas de dicha calle Mayor que me lo permitieron, unos veinte. El promedio de visitantes era de siete diarios, sin contar a profesores y estudiantes de la institución MUTUAL COMPLUTENSE. Pasados cuatro días, a mi nuera Rosa se le ocurrió que podría poner un cartelón/pizarra, en el suelo, en la calle Mayor, a modo de los que ponen los restaurantes y otros; así lo hice. Esto aumentó hasta a veinte los asistentes en los días posteriores, salvo los tres penúltimos días que volvieron a siete/ocho. Así jugando a la desesperada, el último día salí a la calle Mayor, por la que había mucha gente circulando, y repartí unas ochenta tarjetas de invitación que llevaba una de mis obras en la cara anterior, con lo cual conseguí una asistencia de diez y seis personas.

Lo que si me llena de satisfacción es que mi obra ha gustado mucho, muchísimo, a los que la han visto ¡claro! y que muchos han deseado llevarse un cuadro pero no podían permitírselo. Los precios oscilaban desde 95 € a 275 €, las marinas, según dimensiones. Los desnudos desde 66 € a 990 €. Me han comentado que les encantaban los colores, la luz, los contrastes, y que veían mi obra muy original e imaginativa.

Algunas personas, a las que consideraba amantes del arte, invitadas anteriormente, no se han dignado asistir, así como los vecinos invitados e incluso algún amigo. Bueno, ellos mismos se han ubicado en la posición que les corresponde.

En resumen, no estoy satisfecho pero si muy contento de la impresión causada.