viernes, 14 de febrero de 2014

IMPRESIÓN SOL NACIENTE



Oscar-Claude Monet (14 de Noviembre de 1840 en París – 5 de Diciembre de 1926 en Giverny) fue uno de los fundadores de la pintura impresionista.


Sus primeras obras, hasta la mitad de la década de 1860, son de estilo realista. Monet logró exponer algunas de estas obras en el Salón de París. A partir del final de la década de 1860 comenzó a pintar obras impresionistas. Esta desviación del gusto de la época, que era marcado por las academias de arte, empeoró su situación económica a la vez que afianzó su decisión de continuar en ese azaroso camino.


El único canal de exposición con que contaban los pintores en la Francia del siglo XIX era el Salón de París, vinculado a la Escuela de Bellas Artes, que contaba con un prestigioso jurado que seleccionaba las obras enviadas. El escándalo de 1863 – con la presentación del Desayuno en la hierba de Manet motivó la creación del Salón de los Rechazados, que tenía más éxito entre los jóvenes creadores que el oficial al exhibir obras más modernas. Los pintores que se reunían en el Café Guerbois en torno a Manet decidieron crear un foro de exposición diferente a los oficiales, en el que pudieran mostrar sus obras todos los artistas independientes. Así surge la Exposición de la Sociedad Anónima de Artistas Pintores, Escultores y Grabadores que tuvo lugar entre el 15 de abril y el 15 de mayo en las salas que el fotógrafo Nadar les prestó. Acudieron 3.500 visitantes, que se rieron de la pintura tan moderna que contemplaban. A esa exposición Monet presentó nueve cuadros, entre los que destacó esta imagen que contemplamos, ya que fue la que dio nombre al grupo. El crítico Louis Leroy denominó a la muestra “Exposición de los Impresionistas” en referencia a este cuadro y de manera totalmente despectiva. Sin embargo, los integrantes de la sociedad admitieron ese nombre como denominador del grupo.


Impresión Sol Naciente 1872 47×64 Museo Marmottan


Impresión sol naciente es una imagen tomada directamente del natural por Monet en Le Havre, representando las neblinas del puerto al amanecer mientras que el sol “lucha” por despuntar, creando magníficos reflejos anaranjados en el mar y en el cielo. La sensación atmosférica domina una escena en donde las formas desaparecen casi por completo. Los colores han sido aplicados con pinceladas rápidas y empastadas, apreciándose la dirección del pincel a simple vista, resultando una imagen de enorme atractivo tanto por su significado como por su estética.


Esta es la obra que bautizó el movimiento pictórico con el nombre de “Impresionismo”. La obra es más bien un esbozo, como un apunte, dado el nivel de síntesis de su resolución, donde barcos y chimeneas resultan casi fantasmagóricas. Es la “impresión” exacta que tenemos cuando casi ha desaparecido la luz y el sol parece una naranja roja.








Las zonas de cálidos y fríos se equilibran perfectamente, resultando casi simétricas, tomando como eje la línea de horizonte. La línea que forman las barcas sobre el agua, es como el reflejo de la línea que separa, en el cielo, la zona de colores amarillo-rojizos de la zona azul-verdosa. Dentro de la zona fría está el sol y su reflejo en el agua en un rojo intenso que deja filtrarse el amarillo que se ha dado debajo, el cual forma como una “i” de “impresión”, como un grafismo o jeroglífico.


Compositivamente hablando, los pesos está bien repartidos y los triángulos que forman las zonas frías y calientes en la zona del cielo, y los delimitados por las barcas, en la zona inferior, producen una sensación dinámica dentro de la quietud.










Bajo el punto de vista de composición lineal, se combinan las líneas rectas verticales del velamen y chimeneas, con las horizontales de los movimientos y reflejos del agua y, las curvas de humos y el sol que dan variedad lineal a la obra. Los ritmos se producen por repetición de formas muy semejantes como las barcas, los mástiles y las chimeneas. La repetición de trazos naranjas en los reflejos del sol en el agua y los trazos violeta oscuros del movimiento del agua. Toda la obra es pura síntesis.










lunes, 10 de febrero de 2014

LA INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS Caravaggio

Michelangelo Merisi da Caravaggio (Milán 29 de Septiembre de 1571- Porto Ércole, 18 de Julio de 1610), fue un pintor italiano activo en Roma. Nápoles, Malta y Sicilia, entre los años de 1593 y 1610. Es considerado como el primer gran exponente de la pintura barroca.
Creador del tenebrismo o “caravaggismo”, efecto lumínico donde los motivos aparecen fuertemente contrastados con luces intensas y oscuridades profundas.
Según una investigación de David Hockney la causa de ese fuerte contraste fue que usaba la “cámara clara” (un conjunto de lentes que proyectaba la imagen en la pared frontal a una ventana) pues necesitaba mucha luz para verse bien la imagen y de ahí el naturalismo al ajustarse totalmente a los modelos. Por la misma razón no se conocen dibujos preparatorios para realizar las obras, ni siquiera existe dibujo previo en el lienzo, solo una ligeras marcas hechas con el mango del pincel, que le servían de referencia.
La incredulidad de Santo Tomás
Como sucede con las obras de Caravaggio la luz es intensa y se obtiene un claroscuro de fuerte contraste. Cromáticamente pasa del amarillo de la izquierda (túnica de Cristo) al naranja y luego al rojo, por tanto de una forma gradual. El fondo es como negro dada su profunda oscuridad, así toda la atención se centra en el
acto de mirar que está fuertemente iluminado.





En este cuadro la composición está inscrita en un óvalo (en rojo) lo que da sensación de grandiosidad y majestuosidad. La obra está dividida en dos partes, la de la izquierda muy luminosa y la de la derecha más oscura, resaltando así la figura de Cristo.





Las cabezas forman un cuadrilátero romboidal que se divide en dos triángulos (en azul), el superior con el vértice hacia arriba indica estabilidad y grandiosidad y el inferior al estar el vértice hacia a bajo es majestuosidad, reforzando por tanto el sentido general particularizado en las cabezas.





Se consigue una fuerte tensión al dirigirse todas las miradas a un mismo punto (líneas amarillas). Aunque la de Cristo parece más dirigida a la muñeca de Tomás.





Los drapeados de las ropas, especialmente en Cristo, forman un fuerte ritmo lineal (líneas rosas). Evidentemente el centro de interés del cuadro está en la herida de Cristo en el costado, donde se dirigen las miradas y el dedo de Tomás.






El cuadro resulta algo desequilibrado en cuanto a pesos, pues la parte a la izquierda de la línea vertical central, en su conjunto, es más luminosa que la parte derecha.
En resumen es una obra grandiosa representando el tema de la incredulidad de Tomás con todo el dramatismo y la fuerza que requiere el caso, con la teatralidad de los gestos que Caravaggio dominaba.