Hablar de otras personas, de sus habilidades, de su arte, puede resultar relativamente fácil si se conoce a la persona y sus habilidades, especialmente si se trata de un amigo, pues nuestro amor hacia él nos hará ver un montón de cosas buenas que con gusto describiremos y narraremos, pero cuando tenemos que hablar de nuestro ser más querido y mejor conocido, al menos eso es lo que nos gusta pensar de nosotros mismos, nuestros dedos se quedan paralizados, agarrotados en el teclado y no somos capaces de escribir dos palabras seguidas.
Pero a mi me gustan los retos, más que nada por la emoción que supone la incertidumbre de si voy a ser capaz de vencer o superar dicho desafío y eso para mi es un placer más profundo que vencer.
Diré en principio que para mi la pintura no es una parte de mi vida, si no mi vida entera, mi VIDA. Mi sufrimiento es que no puedo dedicar, de momento, más que un pequeño tiempo a ella, pues lo primero es cubrir las necesidades primarias y esas no las puedo cubrir con la pintura. Pero si disfruto de ella y con ella, tanto en su contemplación y análisis como en su realización.
Cuando comencé a pintar “en serio”, estudiando técnicas y experimentando con ellas, no pensé que un día haría exposiciones y me presentaría a concursos incluidos los Nacionales donde alguna vez me seleccionaron.
Como supongo le debe suceder a todo el mundo, las ideas, los pensamientos, los sueños, las ilusiones, se suceden a una velocidad infinitamente mayor que la de su realización y no digamos de aquellos que no llegan a realizarse, la mayoría. Pues bien a mi también me pasa, de forma que tengo un montón de ideas para realizar determinadas pinturas que nunca pinto. Pero entre la multitud de imágenes fugaces que asedian mi mente, mi pensamiento, hay algunas que si llego a realizar, hay pinturas que pinto, hay cuadros que hago, hay sueños que plasmo.
Estas fotos que muestro aquí corresponden a algunas de mis últimas obras, donde me he atrevido a romper las carnes de estas deidades para dar una visión distorsionada como yo imagino que nosotros, habitantes de un mundo tridimensional, podríamos ver a las habitantes de un mundo tetradimensional o cuatridimensional. Entiendo que si un mundo 3D se construye con la intersección de varios planos, mínimo cuatro, la construcción de un mundo 4D se debe realizar con la intersección de un mínimo de cinco volúmenes, lo que a nuestros ojos, seres tridimensionales, nos debe producir una visión distorsionada semejante a lo que muestro.
Espero que os guste y os ofrezco la posibilidad de que me comuniquéis vuestra reacción.