viernes, 17 de julio de 2015

ATOCHA Y ANTONIO LÓPEZ





ATOCHA óleo sobre tabla 95x 105 cm Boston, Colección Museum of Fine Arts 1964

Dice Mercedes Tamara Lempicka “En Atocha existe cierta dureza a la que contribuye la composición casi entre bandas, con la central abigarrada de edificios pero deshabitados. Para evitar este contraste, el pintor incorpora la pareja del primer plano, simbolizando la vida que existe en el interior de las casas”

La verdad es que no estoy de acuerdo con esta interpretación, pues esta pareja no contribuye a dar vida a la ciudad que parece muerta, abandonada, desértica, fría casi tétrica y la pareja, a pesar de estar en la postura de copular, no calienta el ambiente pues el color gris lo congela todo.

Las obras de esta época son todas grises, tétricas, tristes, solitarias, pobres, melancólicas…es una representación magistral de cómo era la España de la posguerra, llena de ausencias, de pobreza, por faltar faltaba hasta gran parte de la luz y López representa todo ese sentir y entiendo que él lo viera así pues nació en el día de Reyes de 1936, poco antes del comienzo de nuestra guerra civil, por tanto con 28 años era muy consciente de cual era la situación y por ello hizo un reportaje de lo que veía esos lavabos, bañeras con aspecto sucio y viejo, habitaciones con la bombilla colgando del cable, las paredes desconchadas y llenas de humedades, los muertos en la caja…entonces yo tenía 19 y puedo constatar que era así.


ATOCHA refleja todo ese sentir la calle solitaria, abandonada, sin vida y aunque el cielo es sonrosado, asalmonado por el atardecer, todo lo demás es gris y las paredes de los edificios se ven sucias y deterioradas.




El conjunto de la obra tiene una gran armonía cromática resuelta en una gama infinita de grises en los edificios y en el suelo de la azotea, rojos, amarillos, azules, naranjas y violáceos son apreciables, donde la pareja está abrazada uno encima de otro pero sin dar sensación de goce y disfrute pues, por los colores, parecen ser de piedra, no de carne.


La estructura del cuadro se compone fundamentalmente de líneas verticales y horizontales, situando el horizonte casi a media altura del cuadro.





El punto de fuga se sitúa casi en el centro de la línea de horizonte, ligeramente desplazado hacia la izquierda. Estas líneas de la cónica dan profundidad al cuadro e imprimen cierto dinamismo al estar inclinadas.




Las figuras tumbadas en el suelo forman unas líneas quebradas, reflejo de la incertidumbre, estatismo, sobriedad…no vemos voluptuosidad, ni sensualidad y mucho menos erotismo.




Como podemos comprobar hay muchas líneas horizontales importantes en esta composición que transmiten la sensación de paz, quietud, serenidad, reposo…esto aparte de las hileras de ventanas que en realidad conforman un cuadriculado, por tanto horizontales y verticales perfectamente equilibradas por tanto de sensación neutra. También tenemos esos hilos sutiles que parten de los mástiles, las antenas de radio, que no son realmente horizontales, ligeramente inclinados para romper la monotonía.




El cuadrilátero rectángulo, casi blanco localizado cerca del centro del cuadro es en realidad el centro de atención de la obra, ahí es donde se va la mirada, cosa realmente insólita, pues no tiene ningún interés esa superficie que parecer ser la parte posterior de un pequeño edificio. ¿Porqué está ahí tan luminoso para atraer la mirada del espectador? Pienso que López lo ha hecho adrede para que los ojos no se fueran directamente a la pareja copuladora, una distracción para que el espectador no sintiera a la pareja como motivo principal de cuadro, pues ciertamente no lo es, solo corrobora la tristeza, el desánimo, la postración, el decaimiento, la extenuación.

Para equilibrar tanta línea horizontal nos hacen falta las líneas verticales que las equilibren y neutralicen y estas son principalmente los mástiles de las antenas y las líneas que separan unos edificios de otros las hileras de ventanas y columnas de los diferentes edificios.


Precisamente esta combinación de rectas verticales y horizontales, así como tantas hileras y filas de ventanas crean unos ritmos que son ecos de líneas y figuras geométricas que enriquecen la composición.


En síntesis, ATOCHA es una obra más de Antonio López donde refleja la España de la posguerra con imágenes que transmiten el estado anímico general de esa época.




SANTA RITA obra de 1961 parece que fue el preludio de ATOCHA pues compositivamente son muy semejantes, observen la calle en perspectiva aunque cambiada la cara visible de la calle, los postes telefónicos y eléctricos, aunque aquí los grises son más cálidos pero se trata de su pueblo.