sábado, 22 de marzo de 2014

Moulin Rouge:LA GOULUE Toulouse Lautrec

Para quienes no sepan mucho de Toulouse Lautrec, les remito al artículo que escribí hace unos meses donde sintetizo su vida y su obra, titulado Toulouse Lautrec.
En esta ocasión traigo aquí uno de los múltiples carteles que creó para el cabaret Moulin Rouge, donde destacó por su originalidad y sencillez de medios.
El cartel Moulin Rouge: La Goulue se trata de una litografía de color a partir de 1891, probablemente impreso en unos 3.000 ejemplares, la publicidad de los famosos bailarines La Goulue y ‘Sin-huesos’ Valentín, y el nuevo salón de baile en el Moulin Rouge.




Es una audaz litografía a cuatro colores (cuatricromía) que representa la famosa bailarina de can-can La Goulue y su socio flexible Valentine ‘le Désossé’, que hizo para anunciar al popular cabaret francés, Moulin Rouge. Su público se reduce a las siluetas con el fin de centrar la atención en los artistas y evocar el arte japonés entonces en boga, del que se contagiaron muchos pintores de la época. La triple repetición del nombre del club señala la atención a la figura central del cartel , LA GOULUE. El blanco puro de las enaguas, representado con sólo unas pocas líneas sobre el papel blanco, personifica el estilo audazmente simplista de Toulouse- Lautrec y rompe con los carteles de texto-pesados ​​de la época.
Desde el punto de vista cromático podemos ver los colores rojo, amarillo, negro, marrón, blanco y una gama de grises que ocupan la mayoría del fondo, destacando el amarillo de la lámpara que medio se ve en la izquierda y que se repite en las lámparas del fondo, encima de la siluetas en negro del público. Centra la obra las enaguas de la bailarina en blanco. Mientras La Goulue baila el can-can Valentín parece estar danzando alrededor.




La composición está resuelta fundamentalmente por dos triángulos isósceles y una jota. El triángulo superior se asienta en la base pero el inferior es invertido, por tanto, de equilibrio inestable tal como está la bailarina en equilibrio inestable. Como ya sabéis, los triángulos producen sensación de grandiosidad y seguridad y, al estar invertido, esa sensación es también de ascensión, tal como corresponde a la danza. La repetición de las lámparas amarillas es un ritmo perfecto igual que la repetición de cabezas con sombrero. Las tablas del suelo van todas dirigidas al fondo, al punto de fuga de la perspectiva, así como la fila de siluetas de la derecha.
En cuanto la jota que conforma Valentín, ayuda a centrar la atención en la bailarina al cerrar por abajo y el lateral derecho.