Llevamos millones de años recibiendo todo tipo de
radiaciones cósmicas en el planeta y sin embargo seguimos vivos. Desde que se
inventó la radio por Marconi 1874/1937, hemos soportado ondas electromagnéticas
de radio en una gama de frecuencias de Kiloherztios a Megahertzios. Subieron
las frecuencias de transmisión desde los MHz a los GHz con la transmisión de
televisión. Los teléfonos inalámbricos comenzaron a funcionar en España en 1976
aunque muy pocos teléfonos en principio, que fueron aumentando con el tiempo y
estos funcionaron en una frecuencia ligeramente superior a la de TV, por tanto
todo eso que se habla del 5G y sus peligros, está fuera de lugar. En cualquier radiación hay
que tener en cuenta, además de la frecuencia, que define que tipo de influencia
puede provocar en el cuerpo humano, son importantes la intensidad de la señal y
el tiempo que uno está sometido a esa señal. Así mismo la intensidad de la
señal será diferente dependiendo de si uno está en el exterior o si está en el
interior de una casa, un vehículo u otro habitáculo que sirven de atenuador o
protector de la misma, así como de la distancia a la antena o
fuente de radiación.
Así vemos que si en verano te expones al sol en las horas de
más calor, recibirás especialmente rayos infrarrojos que calientan la piel y la
ponen roja al quemarla, también recibes rayos ultravioleta que son los que te
ponen moreno pero para recibir menos daño se deben tomar por la mañana o por la
tarde, no a mediodía que los infrarrojos están muy altos. Los rayos X y los
rayos Gamma pertenecen a una frecuencia muy alta, penetran en el cuerpo y
pueden dañar y destruir células, pero eso no ocurre con las frecuencias más
bajas. Sin embargo, lo que si puede hacer mucho daño interno, son las
frecuencias bajas llamadas ultrasonidos, por tanto por encima de las
frecuencias audibles, porque hacen vibrar los órganos y los puede desprender de
sus puntos de sujeción, aunque en la intensidad adecuada sirven como diagnóstico médico en las ecografías. Esto es en resumen como funcionan las ondas y como
afectan, todo lo demás son especulaciones sin sentido que demuestran la gran
ignorancia de los que hablan y de los que escuchan.
Ha habido y siguen habiendo varias investigaciones al
respecto pero no se ponen de acuerdo los científicos y muchos de los resultados
publicados no son fiables o no están comprobados por los pares.
No obstante al desconocer aún que sucederá a largo plazo, se
aconseja una exposición a estas ondas tan baja como sea posible, y el Principio
de Precaución, que indica que habría que evitar exposiciones innecesarias
mientras exista incertidumbre científica y que se proteja especialmente a los
niños y a la juventud.
Igualmente, establece unos niveles máximos de exposición
para la telefonía inalámbrica en las zonas interiores de 0,6 voltios por metro
(0,1 microvatios por centímetro cuadrado o µW/cm² ) o que se determine la
ubicación de las nuevas antenas base no basándose solo en los intereses de los
operadores.
Se pacta entre ayuntamientos y comunidades escolares un
nivel de radiación de 0,1 µW/cm para las zonas sensibles de esta comunidad,
como guarderías, centros escolares, hospitales, geriátricos…
Las radiaciones electromagnéticas pueden convertirse en
grandes aliados de la salud debido a sus múltiples aplicaciones terapéuticas.
Un ejemplo de ello es la soldadura de los huesos con piezoelectricidad- que
ocurre de forma natural al caminar, debido a la fricción entre el suelo y los
pies- promoviendo de esta forma la regeneración de los osteoblastos. Estas
radiaciones también permiten a los médicos mejorar el diagnóstico de diversas
patologías gracias a los rayos X, el escáner y la Resonancia Magnético Nuclear
(RMN).
El equipo de la UAH ha encontrado una nueva aplicación del electromagnetismo y
mitiga los temblores del Parkison con un gorro, que estimula los ganglios
basales del cerebro, mediante un campo magnético. “Cuando falla la química en
la sinapsis se puede restablecer la comunicación entre las neuronas mediante un
campo electromagnético. También hay
tratamientos de magnetoterapia que es
una técnica de fisioterapia que utiliza campos magnéticos para restituir
el equilibrio bioquímico celular. La técnica se basa en que las células se
componen de cargas eléctricas y por eso, al enfermarse la persona ocurre un
desequilibrio energético en su organismo. Además del efecto analgésico y
antiinflamatorio, la magnetoterapia ayuda a reactivar la circulación
sanguínea, en particular la microcirculación, a mejorar los procesos de
cicatrización, a la recuperación de los tejidos y a relajar la musculatura.
Los móviles se comunican entre sí mediante ondas de radio a
través de una red de antenas fijas denominadas estaciones base. Las ondas de
radiofrecuencia mediante las cuales se comunican estos teléfonos son campos
electromagnéticos que, a diferencia de las radiaciones ionizantes, como por
ejemplo los rayos X o las radiaciones gamma, no tienen capacidad para romper
los enlaces químicos de las moléculas ni causar ionización en las células del
cuerpo humano.
Los teléfonos móviles transmiten ondas de radiofrecuencias
de potencia baja, que oscila entre los 450 y 2700 MHz, con un pico de potencia
que alcanza a lo sumo los 2 vatios.
A corto plazo, la principal consecuencia de la exposición
a ondas electromagnéticas es el aumento de la temperatura de los
tejidos expuestos. En el caso de las frecuencias utilizadas por los teléfonos
móviles, la mayor parte de la energía es absorbida por la piel y otros tejidos
superficiales, de manera que el posible aumento de temperatura que se pudiera
dar en el cerebro u otros órganos del cuerpo es prácticamente nulo.
Diversos estudios han investigado los efectos de
los campos de radiofrecuencia sobre la actividad eléctrica
cerebral, la cognición, el sueño, el ritmo cardíaco y la presión arterial. Por
el momento, estos estudios parecen mostrar que no existe evidencia científica
de que la exposición a campos de radiofrecuencia de nivel inferior a los que
provocan el calentamiento de los tejidos tenga algún efecto perjudicial para la
salud.
Asimismo, tampoco se ha logrado probar que exista una
relación causa-efecto entre la exposición a campos electromagnéticos y ciertos
síntomas notificados por algunos pacientes, un fenómeno conocido como
hipersensibilidad electromagnética. Estas personas refieren padecer dolores de
cabeza, insomnio, irritabilidad, ansiedad o alteraciones del estado de ánimo.
Sin embargo recuerdo a una persona que trabajaba a menos de 2 metros de un
transformador de alta tensión en el cual medí el potencial de su campo electromagnético
y estaba diez veces por debajo del nivel permitido. Recordemos que la
frecuencia de la corriente eléctrica alterna es de 50 Hz. No obstante le
pregunté si él había notado algo en especial y me dijo que antes de ocupar esa
posición padecía de jaquecas continuas y a partir del momento que lo situaron
ahí desapareció ese problema. Le explicación es que el campo electromagnético
dilataba sus venas, facilitando la circulación sanguínea a su cerebro.
La longitud de onda y la frecuencia determinan otra característica
importante de los campos electromagnéticos. Las ondas electromagnéticas son
transportadas por partículas llamadas cuantos de luz. Los cuantos de luz de
ondas con frecuencias más altas (longitudes de onda más cortas) transportan más
energía que los de las ondas de menor frecuencia (longitudes de onda más
largas). Algunas ondas electromagnéticas transportan tanta energía por cuanto
de luz que son capaces de romper los enlaces entre las moléculas. De las
radiaciones que componen el espectro electromagnético, los rayos gamma que
emiten los materiales radioactivos, los rayos cósmicos y los rayos X tienen
esta capacidad y se conocen como «radiación ionizante». Las radiaciones
compuestas por cuantos de luz sin energía suficiente para romper los enlaces
moleculares se conocen como «radiación no ionizante». Las fuentes de campos
electromagnéticos generadas por el hombre que constituyen una parte fundamental
de las sociedades industriales (la electricidad, las microondas y los campos de
radiofrecuencia) están en el extremo del espectro electromagnético
correspondiente a longitudes de onda relativamente largas y frecuencias bajas y
sus cuantos no son capaces de romper enlaces químicos.
Las radiaciones no ionizantes constituyen, en general, la
parte del espectro electromagnético cuya energía es demasiado débil para romper
enlaces atómicos. Entre ellas cabe citar la radiación ultravioleta, la luz
visible, la radiación infrarroja, los campos de radiofrecuencias y microondas,
los campos de frecuencias extremadamente bajas y los campos eléctricos y
magnéticos estáticos.
Se han llevado a cabo muchos estudios, pero a fecha de hoy
no se ha confirmado que el uso del teléfono móvil suponga un perjuicio claro
para la salud.