viernes, 20 de enero de 2023

EL INFIERNO




INFIERNO

Como sabéis, creer en el Infierno es uno de los más de 44 dogmas que tiene la Iglesia Católica, es decir, que el católico está obligado a creer en él y lo contrario es pecado mortal y puede suponer la excomunión.

La palabra infierno viene del latín inférnum o ínferus (por debajo de, lugar inferior, subterráneo), y está en relación con las palabra Seol (hebreo) y Hades (griego). Según muchas religiones, es el lugar o estado donde después de la muerte son torturadas eternamente las almas de los pecadores. Es equivalente al Gehena del judaísmo, al Tártaro de la mitología griega, al Helheim según la mitología nórdica y al Inframundo de otras religiones.

En la teología católica, el infierno es una de las cuatro postrimerías del hombre. El Catecismo de la Iglesia católica afirma su existencia y su eternidad, adonde «las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden [...] inmediatamente después de la muerte» para sufrir las penas o "fuego eterno" (cuya pena principal sería «la separación eterna de Dios»).1 Este Catecismo, publicado en 1997, aclara también que el infierno consistiría en un «estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados».2 En la misma línea, el papa Juan Pablo II señaló que, más que un lugar, indica una situación propiciada por el alejamiento de Dios. También el papa Francisco y teólogos contemporáneos lo consideran un estado de sufrimiento.
Algunas creencias del infierno ofrecen detalles gráficos y siniestros (por ejemplo, el Naraka del budismo, uno de los seis reinos del samsara). Las religiones con una historia divina lineal a menudo conciben el Infierno como infinito (por ejemplo, las creencias del cristianismo), en cambio las religiones con una historia cíclica suelen mostrar el Infierno como un período intermediario entre la reencarnación (por ejemplo, el Diyu, reino de los muertos de la mitología china). El castigo en el infierno habitualmente corresponde a los pecados cometidos en vida. A veces se hacen distinciones específicas, (ver como ejemplo el Mito de Er de Platón o el infierno descrito en el poema de La Divina Comedia de Dante Alighieri), mientras que otras veces el castigo es general, con pecadores siendo relegados a una o más cámaras del Infierno o niveles de sufrimiento. En el islam y el cristianismo, de todas maneras, la fe y el arrepentimiento tienen mayor importancia que las acciones en determinar el destino del alma después de la muerte.

El infierno es usualmente imaginado como poblado por demonios, quienes atormentan a los condenados. Muchos son gobernados por un rey de la muerte como Satanás en el cristianismo que representa la encarnación suprema del Mal.
Otras concepciones del infierno suelen definirlo abstractamente, como un estado de pérdida más que una tortura en un lago de fuego literalmente bajo la tierra. También hay grupos evangélicos quienes afirman que los muertos no están conscientes y el infierno no puede ser un lugar abrasador de tormento donde las personas malvadas sufran después de la muerte.

<<Gehena, valle de Hinón>>. En el judaísmo, el infierno es un lugar de purificación para el malvado, en el que la mayoría de los castigados permanecen hasta un año, aunque algunos lo están eternamente. El nombre derivó de un valle cercano a Jerusalén, la cañada o barranco de Hinón, identificada metafóricamente con la entrada al mundo del castigo en la vida futura que corresponde al nombre de un valle. También se le conoció como el valle de los hijos de Hinón, donde en realidad se quemaban los residuos y basuras.

De igual forma otros nombres se derivan de algún monte o volcán, lugar al que se le atribuía la entrada al inframundo. <<Averno>> era el nombre antiguo que se le daba, tanto por griegos como romanos, a un cráter cerca de Cumas, Campania. Se creía que era la entrada al inframundo, a los Infiernos. Según el escritor griego Diodoro de Sicilia, el Averno sería un lago oscuro e inmenso.

La palabra «infierno» se halla en muchas traducciones de la Biblia aunque la palabra en los textos originales no fuese infierno. En algunos casos es traducida por ‘sepulcro’ o ‘el lugar de los muertos’ y en otras se deja sin traducir, como en el caso de la palabra hebrea <<sheol>> que equivale a la griega <<hades>>, es decir receptáculo de las almas. También está en este caso la palabra griega <<geenna>> que hace referencia al lago de fuego y azufre literal y no a una supuesta destrucción eterna.

El término «hades» en la teología cristiana (y en el Nuevo Testamento) es paralelo al hebreo <<sheol>> “tumba” o “pozo de suciedad”, y alude a la morada de los muertos. El concepto cristiano de infierno se parece más al <<Tártaro>> griego, una parte profunda y sombría del <<Hades>> usada como mazmorra de tormento y sufrimiento.

En la mitología griega, el <<Tártaro>> descrito como «oscuro y situado en el fondo de la tierra», es un profundo abismo usado como una mazmorra de sufrimiento y una prisión para los titanes.

<<Sheol o Seol>>, es un lugar de oscuridad al que van los muertos.
<<Kever>> [gr. Mnēmeion] “receptáculo de los cadáveres/cuerpos”, “sepulcro”, “sepultura”, “abismo”, “profundo”, “huesa”, “fosa” y “hoyo”

Originariamente, la voz designaba lo que queda situado «más abajo» o «inferior» al espectador. Así pues, la palabra «Infierno» originalmente no comunicó ninguna idea de calor o tormento, sino simplemente la de un lugar «más abajo» o «inferior” donde se enterraba a los muertos.

Por tanto las palabras de las diferentes lenguas latín, griego y hebreo a las que luego se las ha traducido por infierno su único y auténtico significado ha sido lo que hoy llamamos en español sepultura. Pero luego llegaron los poetas antiguos como Ovidio, Horacio, Virgilio, Séneca, Lucano, Homero, Sófocles, Hesíodo, Calímaco, y el más cercano en el tiempo Dante Aligiheri (1265-1321) que escribían auténticas fábulas procedentes de cuentos, tradiciones, hechos históricos, epopeyas, etc. con imágenes vívidas que causaban auténtico impacto mental en las gentes y estos poemas épicos fabulados se transmitían oralmente a las gentes, y aquí quedan incluidos textos o creencias religiosas que evidentemente aprovecharon las religiones para impactar sobre sus fieles para “llevarlos al huerto” en su adoctrinamiento, dándolo todo como verdadero, tal como ha sucedido con El Quijote, La Divina Comedia, Romeo y Julieta, etc.

El 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante 8000 fieles en la Ciudad del Vaticano, el papa Juan Pablo II dijo:
Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el Infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El Infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría.

Las diferentes religiones derivadas de Abraham sea la judía, la cristiana o el islam han ido haciendo sus transformaciones peculiares pero manteniendo la idea de castigo a los malvados. Así el protestantismo elimina el Purgatorio, aunque el castigo es eterno. Los Testigos de Jehová niegan que sea Dios quien condena sino que tal cosa es consecuencia justa de su pecado.

El infierno de fuego como lugar de tormento no forma parte de las doctrinas de los Testigos de Jehová, quienes afirman que tal creencia sería una difamación de Dios al contradecir el hecho de que Jehová es un Dios de amor (1 Juan 4:8). Afirman que la idea del infierno de fuego como lugar de tormento es precristiana y que procede de la mitología de Mesopotamia.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días predica que el Infierno es un lugar preparado desde la fundación del mundo y en él hay almas que no encuentran descanso y están en estado de miseria y lamentación, conscientes de su estado caído y ruina espiritual.

Según la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la Iglesia de Dios (Séptimo Día), el Infierno no existe como un lugar físico en el que los perdidos sufren por la eternidad. Para esta denominación los muertos permanecen en un estado inconsciente hasta la segunda venida de Cristo, momento en el cual serán resucitados.

El judaísmo, al menos inicialmente, creía en <<sheol>>, que se describe como una existencia sombría a la cual todos eran enviados tras la muerte. El Sheol pudo haber sido poco más que una metáfora poética de la muerte, de la ausencia de vida, y no se refiere a una vida después de la muerte. En el Antiguo Testamento no se amenaza a los pecadores con ninguna vida de sufrimiento después de la muerte.

La religión judía negaba cualquier vida después de la muerte. También la Biblia en el libro de Números 16:30 habla de Coré y sus seguidores quienes fueron enviados vivos al Sheol cuando se rebelaron contra Moisés y Aarón. Posteriormente empezó a introducirse la idea de resurrección. Había en el judaísmo dos corrientes: los fariseos creían en la resurrección y los saduceos la negaban. Pero la resurrección se entendía en una forma terrenal: se resucitaría para volver a llevar una vida terrenal. Solo resucitarían los buenos. El castigo de los pecadores era la 'muerte eterna', que no era el Infierno ni ningún sufrimiento de ultratumba, sino la ausencia de resurrección.

El islam prevé el Juicio Final para todos los creyentes, como el cristianismo, y las referencias al fuego del Infierno abundan en el Corán, donde se le menciona setenta y siete veces, así como en los hadices y en los discursos escatológicos islámicos posteriores. Durante la vida, los ángeles escribanos, uno a cada lado (el de la derecha anota las buenas acciones, mientras el de la izquierda anota las malas) anotan las acciones de los hombres, y éstos serán juzgados de acuerdo con esos libros. El puente Sirat, delgado como un cabello, debe ser atravesado por los que se dirigen al Paraíso, y aquel que caiga irá a parar a las llamas del Infierno o Yahannam.

Si bien el nombre propio para el infierno es Yahannam, en el Corán se le describe más comúnmente como "el Fuego" (nar), en oposición a "el Jardín" (janna), el paraíso islámico para los bendecidos.

Por tanto en principio el uso que se le dio a la palabra infierno, tal como hemos dicho es lo que hoy llamamos sepultura sin más adornos, pero luego se le fueron añadiendo significados ayudados por la literatura y las visiones poéticas que se inspiraban en lugares conocidos donde se quemaban las basuras y residuos, volcanes en erupción, o las primigenias explotaciones de las minas para las extracciones de oro que provocaron la creación de los humanos para que las trabajaran y en las que se utilizaron explosivos y maquinaria para abrir las bocas de entrada, lugar sin duda que puede asimilarse al concepto que hoy tenemos de infierno.

Como casi todo lo que tiene que ver con las religiones, grandes mentiras que aún hoy, con lo que sabemos, se empeñan en mantener para amenazar a las masas y conseguir su control. Una de las pruebas más fehacientes de que todo esto es una gran mentira es el comportamiento que tiene el clero en general por acción de una parte del mismo o por omisión del resto ante ciertas acciones, sean estas los diferentes chanchullos financieros de todo tipo en connivencia con la mafia, la pedofilia y abuso sexual de otros, el abuso de poder de aquellos, la soberbia de estos o simplemente el engaño sangrante en que mantienen a todos sus fieles.

 Claramente no parece que ellos esperen castigo alguno por sus acciones.
Desde el punto de vista teológico, no tiene sentido alguno que un dios al que se le dan atributos de bondad, misericordia, amor, comprensión, etc. se le ocurra crear un infierno para castigar a la humanidad por sus errores. Nuestro comportamiento es el producto de nuestra imperfección, pues si fuéramos perfectos nos comportaríamos perfectamente, sin hacer daño a nadie. Pero fue Él quien nos creó imperfectos, por tanto es su responsabilidad, no nuestra. Digo todo esto acorde con lo que los curas/clérigos predican.

El auténtico Infierno es el que pintó EL BOSCO que es el que nos hace vivir la élite aquí, en el plantea Tierra, esclavizándonos hasta el paroxismo.

La realidad es más simple; como ya sabéis, para mí los dioses no existen, es otra gran mentira, alrededor de la cual se han montado las religiones, basadas en las originarias que crearon los Anunnakis, para tener un dominio total sobre los humanos que ellos mismos crearon y que las élites mantienen. Lo único que existe es el Universo con todo su contenido, partiendo de la energía primigenia que fue creando todo lo existente gracias al programa cuántico que maneja esa energía, y es obvio que esa energía ha creado los astros y entre ellos a los planetas, algunos de los cuales ha desarrollado la vida y de estos, algunos contienen unos seres superiores al resto a los que llamamos humanos, pero esa energía no ha creado infiernos, ni purgatorios, ni limbos, ni cielos, ni glorias, ni nada de nada de estas simplezas, sino que todo esto es invento de los que viven a costa nuestra. ¡¡¡DESPERTAD!!!

domingo, 15 de enero de 2023

EL CELIBATO




El celibato sacerdotal no es dogma de fe, sino reglamento de la Iglesia.
No hay nada que indique que la Iglesia Católica vaya a revisar la norma a corto plazo, pero el propio papa Francisco ya lo afirmó: el celibato clerical, o sea, el voto que obliga a los sacerdotes a permanecer castos, no es un dogma de fe, sino un reglamento de la Iglesia.

Dogmas son cosas que la Iglesia considera "verdades absolutas": puntos fundamentales e indiscutibles de su fe, que por lo tanto no pueden ser modificados. Son dogmas, por ejemplo, la resurrección de Cristo y la Santísima Trinidad.
"El celibato no es un dogma de fe, es una regla de vida que yo aprecio mucho y creo que es un don para la Iglesia. No siendo un dogma de fe, siempre tenemos la puerta abierta para cambiarlo", reconoció recientemente el Papa en una conversación con periodistas. "En este momento, sin embargo, no lo tenemos pensado", especificó el Papa Francisco.

Artículo de Lucía Jauzat sobre el celibato
Algunos afirman que el celibato tomó el carácter de obligatorio en el siglo IV, mientras que otros interpretan que tuvo sus inicios en el II Concilio de Letrán (1139) y se hizo obligatorio entre el 1545 y el 1563, durante el Segundo Concilio de Trento. Fue una decisión económica y de control que no está basada en la Biblia. “El cura soltero era mucho más barato de mantener. Además, como no estaba casado, sus bienes pasaban a ser propiedad de la Iglesia. Es una imposición que podría eliminarse”, afirma Pepe Rodríguez, periodista español especializado en religión.

Adrián Vitali, ex sacerdote y autor de El Secreto Pontificio: la Ley del Silencio, agrega que una de las formas de perpetuar la estructura de poder de la Iglesia Católica, es a través de los bienes y que “como cura, no puedes poseer bienes registrables, está todo a nombre de la Iglesia. Si un cura estuviera casado, sus cosas las heredaría su familia y eso descapitalizaría a la Institución Eclesiástica”, asegura.

Según una investigación realizada por Pepe Rodríguez, el 95% de los sacerdotes activos dentro de la Iglesia Católica se masturba, un 60% mantiene relaciones sexuales, un 20% realiza prácticas homosexuales y un 12% es exclusivamente homosexual. Además, de una muestra de 354 sacerdotes que afirman tener relaciones sexuales, obtuvo que el 53% las mantiene con mujeres adultas, el 21% lo hace con varones adultos, mientras que el 26% se vincula con menores de edad. De esta investigación, se desprende que el 36% se inició sexualmente antes de los 40 años y el 64% lo hizo entre los 40 y 55 años.

El periodista español afirma que “seguramente hoy, muchos curas jóvenes ya mantienen relaciones sexuales. Antes, la sociedad era otra y muchos curas venían de familias tradicionales, más castradoras y, por tanto, trataban de guardar el celibato hasta que ya no podían controlar su impulso. De ahí que había un gran número de sacerdotes que iniciaban una relación sexual a partir de los 40 años”.

Quiénes lo cumplen y quiénes no
Vitali habla desde su propia experiencia y cuenta que muchas veces, al ingresar al seminario, los aspirantes a cura entran sin conocer ni haber explorado su cuerpo y sus necesidades sexuales en su totalidad. “Cuando uno entra al seminario -explica-, alrededor de los 18 años, le dicen que para ser parte de ese grupo elegido por Dios tienes que renunciar a tu sexualidad”. Además, afirma que por más que se pretenda cumplir con el celibato, el cuerpo humano sigue funcionando y las personas continúan sintiendo y deseando. “Me parece importante la concepción que la Institución tiene del cuerpo: la Iglesia es la única institución que para ser parte de ella te pide que renuncies a una parte tuya”, asegura. Pero no todos los curas ceden a la tentación. ¿Qué sucede si se rompe el celibato?
En el siglo IV después de Cristo, San Agustín incorpora el pensamiento platónico al mundo cristiano. A partir de ese momento, el catolicismo considera que el alma y Dios forman parte del mundo de las ideas, de lo perfecto, mientras el cuerpo se incorpora al mundo sensible. En ese momento, se deja de lado la concepción antropológica semita que concibe al hombre como una unidad existencial. Por eso, se considera a la ruptura del voto de castidad como un pecado de la carne que se confiesa y luego se renueva el voto del celibato.

“La Iglesia sabe que es imposible que todos los sacerdotes lo cumplan, es por eso que es bajísimo el porcentaje que lo lleva a cabo y que, muchas veces, terminan siendo personas histéricas y con problemas psicológicos”.

“Creo que poder cumplir con el voto de castidad es un don del cielo porque no todos pueden ser célibes, hay que saber vivir también la soledad”, cuenta Mario y explica que, hoy, los que más dejan la Iglesia son los recién ordenados. Mario cree que para evitar la deserción debería prestarse más atención durante la formación religiosa, y advierte que “en ocasiones, el obispo no ordena a alguien porque considera que no podrá cumplir nunca con el celibato y eso lo perjudicaría a él y a la iglesia”.

Pepe Rodríguez, periodista especializado en religión, afirma que el ser humano no es monógamo por naturaleza, sino que es una imposición cultural y dice que “con nuestra pareja, en lo sexual, nunca tendremos suficiente, nos gusta la variación pero nos satisfacen un montón de otras cosas que están en la relación interpersonal”. Según entiende, sucede lo mismo en la Iglesia ya que “para mantener el voto de castidad, necesitas un equilibrio en tu vida que tiene poca gente, de ahí la dificultad de mantener este estilo de vida, tanto en el sacerdocio como en la vida normal y corriente de cualquier persona”.

Mientras la Santa Sede atraviesa una crisis por pérdida de fieles, otras religiones dentro del cristianismo, como el evangelismo, crecen a pasos agigantados. Un motivo puede ser la exigencia del celibato por parte del catolicismo que se queda con menos ministros. “Los evangélicos, al no tener esta exigencia, crecen mucho más dinámicamente que la Iglesia y por lo tanto su pastoral es mucho más abarcativa”, opina el autor de El Secreto Pontificio: la Ley del Silencio.
Aún así, la Iglesia se sigue nutriendo de gente joven que viene de regiones con mucha pobreza. “Siempre habrá jóvenes africanos o de algunos países de Latinoamérica que para obtener algún tipo de estudio, se vuelcan a la Iglesia, al igual que en la Edad Media”, afirma el periodista español.

En octubre de 2009, el papa Benedicto XVI permitió que curas anglicanos que se hallaban disconformes con su iglesia, pudieran convertirse al catolicismo. Por otro lado, debido a la crisis de vocaciones, sacerdotes casados organizados de distintas partes del mundo convocan a sínodos para buscar una alternativa para salvar sus diócesis. Es el caso de algunos lugares del continente africano y de la región amazónica en Brasil. Sobre este tema, se realizó una votación en asamblea en Roma, en la que 41 obispos se pronunciaron en contra de la castidad y 128 a favor, alegando que sólo se trataría de una excepción en el Amazonas, por características especiales de ciertas regiones.

“En África un obispo célibe no tendría ninguna credibilidad. Muchos obispos africanos no tienen una, tienen varias mujeres porque como jefes, como caciques, está aceptado por la sociedad que así sea”, cuenta Rodríguez.

Por otra parte, se encuentran aquellos que tras ser ordenados y haber ejercido sus funciones ministeriales, deciden pedir dispensa de sus obligaciones al Papa -a veces para contraer matrimonio- llamados sacerdotes secularizados. Su condición sacerdotal no se pierde pero se les prohíbe ejercer. La Asociación de Sacerdotes Católicos Casados afirma que a más del 60% de sus miembros les gustaría retomar el sacerdocio.

Hay otras maneras de ser parte de la Iglesia. Un ejemplo son los diáconos permanentes, un grado anterior a ser sacerdote. Los hombres previamente casados pueden acceder a esta posición. Entre sus funciones se encuentran la divulgación del Evangelio, administración del bautismo y auspiciar ceremonias matrimoniales.

Hace ya tiempo que algunos sacerdotes luchan por el derecho a casarse. Es el caso del argentino Jerónimo José Podestá, un sacerdote vinculado a los curas obreros de Latinoamérica. Él se enamoró de Clelia Luro y se vio forzado a dejar sus funciones sacerdotales en 1972. Contrajeron matrimonio e impulsado por su propia historia, promovió el celibato optativo y fundó la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, extendiendo la organización a varios países de la región como Bolivia, Chile, Costa Rica, Brasil y Colombia, entre otros. Falleció en el año 2000 sin retornar nunca como funcionario de la Iglesia.
Pepe Rodríguez confía en que la Iglesia es manifiestamente mejorable y si la mejoraran ganaría todo el mundo en calidad, la propia Iglesia, los curas y los feligreses. “Dentro del cristianismo hay religiones que tienen un pastor que tiene su trabajo, su familia y le dedican un tiempo a su Iglesia. Yo creo que esto sería lo más lógico y lo que haría que el sacerdote sea mucho más humano, mucho más próximo a la Iglesia y mucho más independiente”.

*Mi opinión personal es que si se permitiera el matrimonio a los curas, se evitarían gran parte de los abusos a menores, esa lacra que la Iglesia ha mantenido en secreto durante siglos y que por fin se ha destapado y comenzado a perseguir.
Yo me pregunto en que dios creen estos curas que no son capaces de cumplir con el celibato y más aún los pederastas. ¿Realmente creen en el dios que predican o simplemente no creen en ningún dios, y por lo tanto no esperan castigo alguno por los desmanes que cometen? ¿Cómo pueden vivir esa gran mentira?

Téngase en cuenta que este problema no solo se da en los curas jóvenes sin autocontrol, sino que el asunto llega a obispos, cardenales y papas.