Las formas
se definen gracias a la luz. El modelado o volumen de los objetos se produce
por la combinación de la luz con la sombra. El dibujo no es la forma sino la
manera de ver las formas (Degas).
Se llega a
la representación de un objeto mediante el dibujo, con una gran capacidad de
observación de la realidad y potencia analítica, para ver el cómo y el porqué
de lo que se observa, y así encontrar el método más simple para su
representación en el papel.
Cuando
nosotros observamos un objeto, en este caso un jarrón, observamos que hay unas
zonas más luminosas que otras y para dibujarlas es necesario identificarlas con
exactitud.
Así, podemos
ver en la foto las diferentes zonas tonales en que la luz divide a un cuerpo:
medio tono, sombra propia, reflejo y luz. Fuera de él está la sombra
proyectada. Después de resolver el contorno de este jarrón, el artista delimita
las diferentes zonas tonales para comenzar a rayar las más oscuras.
Para poder
simplificar los muchos tonos que podremos apreciar al observar un objeto,
definimos una escala de ocho mediante la cual podremos representar la
intensidad de la luz considerando los valores y la diferencia entre las zonas
“medio tono” y “sombra propia”.
Aplicando pues nuestra escala
simplificada podríamos terminar el dibujo del jarrón de esta manera.
Dependiendo del contraste entre la
zona de sombra propia y la de medio tono obtenemos efectos diferentes.
Conociendo
ya los parámetros del dibujo –líneas, contornos, perspectiva y tonos- es el
momento de que conozcamos los secretos del color que veremos en el próximo
artículo.