318 cm × 276 cm Óleo sobre lienzo
Autor: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
Estilo Barroco ejecutado en 1656
Guardado en Museo del Prado, Madrid,
Todo el mundo conoce la maravillosa obra pictórica de Velázquez aunque muy pocos la han visto en directo y de los que la han visto en directo, muchísimos menos se han dado cuenta de como está resuelta esta increíble pintura.
Para quienes solo han visto fotografías de este cuadro tienen el pleno convencimiento de que esto es hiperrealismo pues la representación de los personajes y los diferentes elementos de la misma es casi fotográfico. Para la mayoría de quienes han visitado el Museo del Prado y han visto la obra en directo también les parecerá fotográfico.
No obstante la realidad es muy diferente de este concepto tan generalizado y lo demostraré con las fotografías de diferentes detalles. Únicamente los rostros están trazados con pincelada suave y fundiendo los colores donde apenas se aprecia la pincelada.
Esta es una obra que está resuelta a base de fuertes empastes dados con pinceles relativamente grandes en su mayoría, así vemos muchos trazos resueltos con pinceles del número 18 y 20. La pincelada es valiente, decidida, de un solo trazo en muchos casos. Así mismo se utiliza la técnica de “pincel seco” en pinceladas amplias en los vestidos, en la cual se carga poco el pincel y al trazar el color se rompe no cubriendo ciertas partes y por tanto dejando ver el color de fondo. Sin embargo, en la distancia, el ojo funde el color y lo apreciamos como fotográfico, como si se hubiese hecho cuidadosamente con múltiples pinceladas para dar la sensación equivalente con las variaciones de color y tono.
Otro aspecto muy importante es la forma en que resuelve las manos, algunas desdibujadas, fantasmales, donde desaparecen ciertas partes o que solo están insinuadas.
El principal secreto de la visión de Velázquez es que no hay secreto, es su capacidad de percepción, tan desarrollada, que pinta exactamente lo que ve, como lo ve, y no lo que hacen los fotohiperrealistas que pintan lo que saben que hay pero que no es lo que ven y como no saben interpretar lo que ven, recurren a copiar una fotografía y encima presumen de su capacidad de percepción que no tienen y que es imposible ver los que pintan a la distancia correspondiente, pasando de ser artistas (creadores, interpretadores de la realidad) a ser copistas.
El otro aspecto de la técnica de Velázquez es que resuelve la pintura con las mínimas pinceladas posibles, sin retoques, pues son pinceladas aparentemente espontáneas, cuando en realidad están muy estudiadas para no tener que corregir o retocar, para así dar esa sensación fresca, suelta, decidida, valiente…genial.