No
parece que a Carmen Mansilla le gusten los currículums, pues ella misma dice:
“Hasta
donde pueda llegar la memoria, me recuerdo pintando. Tras años dedicada
profesionalmente a la ilustración y diseño decido dejarlo todo y viajar a
Florencia para aprender con los clásicos. Mi sed de saber me lleva a seguir buscando
con grandes maestros. Así pues el currículum no vale nada, ya que nunca estará
completo; lo poco que he llegado a aprender es tan insignificante, comparado
con lo que aún ignoro que jamás dejaré de buscar”
Este
concepto que posee, tan claro, de su nivel de conocimientos respecto a lo que
ignora, contrasta con la concepción general en la que muchos se creen el
ombligo del mundo.
Su
formación artística comenzó en 1981 Universidad Complutense de Madrid. Ciencias
de la Información. Publicidad, Licenciatura en Bellas Artes por la UIE en 2012 y ha continuado a lo largo del tiempo
recibiendo cursos de pintura de los más prestigiosos maestros de la pintura
actual por lo que posee una vasta formación como pocos.
LAS
TRIBULACIONES DE CASIOPEA 146X192 óleo/lino
belga
En
la mitología griega, Casiopea (en griego
antiguo Κασσιέπεια o Κασσιόπεια) era hija de Arabio Existen
diferentes tradiciones sobre ella: la más común la considera esposa del rey Cefeo de
Etiopía y madre con él de Andrómeda, cuya belleza ella ensalzaba por
encima de la de las Nereidas o, según otra versión, era Casiopea misma la
que se jactaba de ser superior en belleza a las Nereidas. Este orgullo fue
la causa de su desgracia, al provocar la ira de Poseidón,
que envió al monstruo marino Ceto a devastar el reino. Tratando de salvar Etiopía, Cefeo
y Casiopea consultaron a un oráculo, que les indicó que el único modo de
apaciguar al dios del mar era ofrecerle a su hija en sacrificio. Andrómeda fue
despojada de sus ropas y encadenada a una roca al borde del mar, a la espera de
morir a manos de Ceto. Sin embargo, el héroe Perseo, que
regresaba de matar a Medusa, se enamoró de la joven cautiva y utilizó
la cabeza degollada de aquélla para vencer a Ceto convirtiéndolo en coral, con
lo que salvó la vida de Andrómeda y, finalmente, se casó con ella.
No
queriendo dejar a Casiopea sin castigo, Poseidón la situó en los cielos atada a
una silla en una posición tal que, al rotar la bóveda celeste, queda cabeza
abajo la mitad del tiempo. La constelación de Casiopea se asemeja a este trono, que
originalmente representaba un instrumento de
tortura. Casiopea no siempre se representa atada a la silla como tormento;
en algunas imágenes posteriores sostiene un espejo, símbolo de su vanidad,
mientras que en otras sostiene una hoja de palma sagrada que le permite
mantener sus sorprendentes poderes.
Estas
son dos de las versiones de Casiopea en las que las diferencias no son
importantes y ahora veamos como Carmen Mansilla representa estos sucesos o como los imagina.
Cuando
nos paramos a contemplar la obra de Carmen Mansilla encontraremos lo siguiente:
En
la esquina izquierda vemos de pie una adolescente vestida con una bata blanca
que deja a la vista la parte frontal de su cuerpo con pecho incipiente y ligera
barriguita. La pierna derecha sirve de apoyo del cuerpo por lo que está en
posición recta mientras la izquierda se ve ligeramente flexionada con el pié
atrás de manera que hace pensar que solo apoya en el suelo la punta de los
dedos. Un pantaloncito corto de tela vaquera, desabrochado, tapa justamente el
pubis únicamente. El tipo de bata y el peinado con trenza con lazo de tela y
caracolillos parece pertenecer al siglo XV-XVI por tanto podría ser una peluca
lo que tiene en su cabeza. La mano izquierda se posa sobre una toalla o estola
con bordados y flecos, pareciendo pellizcarla. Dicha estola está colgando del
brazo derecho de una silla o sillón de madera torneada, con asiento tapizado. Podríamos
interpretar que es un sillón tipo trono al tener apoya brazos y respaldo alto
aunque es bastante simple. Su mirada parece dirigirse hacia la mano que
pellizca la tela como si estuviera comprobando su textura, costumbre muy
femenina.
Sobre
los dos palos verticales del respaldo del sillón hay tres caretas colgadas de
la pared. La máscara de la izquierda es blanca con labios rojos y ojos
bordeados en negro que parece estar gritando, pareciendo el rostro de un payaso
y, la de la derecha, aunque a primera vista vemos una, en realidad hay dos, una
roja y otra gris oscuro de las que solo cubren ojos y nariz. La luz viene del
lado derecho del cuadro y proyecta las sombras hacia el lado izquierdo.
La
pared parece cubierta de papel decorativo de color azul gris y el suelo está
cubierto por una alfombra que quiere parecer persa.
Por
tanto Casiopea no tiene edad como para que vaya presumiendo de belleza
arrolladora, ni su pose ni actitud parece arrogante sino más bien ingenua y
ensimismada en el contacto de sus dedos con la tela de la estola. Tampoco tiene
la pierna atada a la silla.
Todo
esto me lleva a la conclusión de que la autora de esta obra no se ha situado en
el tiempo que el mito de Casiopea describe, pues vemos a una niña al lado de la
silla y no recibe castigo alguno porque no ha cometido ninguna falta aún,
aunque podría cometerla en un futuro y por ello está todo preparado, incluidas
las máscaras del payaso y del diablo, o de la burla y el castigo y la estola
está para lavarse/purificarse cuando cometa la falta.
Las
máscaras están situadas como culminando las dos columnas de la silla trono,
como si fueran los capiteles de las mismas simbolizando los dos puntales sobre
los que se apoyara el castigo futuro. Es como una premonición. Las máscaras nos
recuerdan a los símbolos del teatro griego, comedia y tragedia.
Estas
máscaras fueron creadas dentro del drama griego alrededor del año 600 antes de
Cristo, el cual surgió como una celebración religiosa del dios Dionisio. Se
pueden encontrar otras máscaras en el teatro renacentista italiano y en el
teatro japonés Noh. La máscara del drama (o teatro) es generalmente un símbolo
de la identidad de un personaje o de las emociones que se expresan.
La
tradición romana heredó mucho de Grecia tanto en el drama como en otras ramas
de las artes. Los romanos crearon máscaras con expresiones exageradas y
permitieron que las mujeres también desempeñaran un papel (los hombres llevaban
máscaras de color marrón y las mujeres vestían de blanco). Las emociones
expresadas en las máscaras iban desde algo lúgubre, al gozo, a la mirada
lasciva; todas eran muy exageradas para permitir que el público en la parte
trasera del teatro pudiera identificar las emociones de los actores. Los
romanos agregaron elementos de comedia baja y áspera al drama, lo cual atrajo a
una mayor cantidad de personas al teatro.
El
teatro en la Edad Media era mal visto por la Iglesia Cristiana. Sin embargo,
las presentaciones sobrevivieron en forma de obras religiosas (o de
"misterios") que implicaba historias de la Biblia, por lo general la
Natividad o la Pasión. Las máscaras en estas obras fueron utilizadas para
representar a los personajes principales y al diablo. Europa también tuvo una
tradición de obras teatrales enmascaradas originadas con rituales religiosos no
cristianos, como Samain, donde un hombre que llevaba una máscara de cabeza de
caballo dirige una procesión.
Que
la figura vista como en el siglo XV-XVI pero lleve un pantalón vaquero cortísimo,
como sustituyendo a las bragas, no deja de ser chocante que podría indicarnos
la actualidad del mito por el valor e importancia que la mujer concede a la
belleza física que la lleva a disfrazarse de cualquier época con tal de ejercer
su poder seductor. La silla o trono nos indica que será la reina al ejercer su
poder.
Los
elementos de la obra están resueltos con un dibujo impecable que pone de
relieve el dominio de la figura y los drapeados de las telas así como el manejo
de las texturas y las transparencias de las telas.
Desde
el punto de vista cromático la obra está resuelta en una rica y variada gama de
grises salvo las carnaciones, la madera barnizada de la silla y el suelo
alfombrado.
La
figura se sale del cuadro de manera que produce la sensación de ser en relieve
no en plano, especialmente la cabeza y la mano derecha. La bata presuntamente
blanca está llena de colores, rojos, azules, verdes, amarillo con una
imbricación tal que produce irisaciones con una gran variedad de matices y
véase como se transparenta para dejar entrever el brazo y la pierna derecha.
Los bordados y brocados, con unos toques magistrales del pincel parecen
auténticos, en relieve. El asiento del trono, el tapizado visto de cerca son
manchas grises que parece estar sucio, pero al alejarse adquiere
su auténtica visión en volumen.
La
composición está formada por tres cuadriláteros rectángulos en posición vertical,
figura y silla, más la estola que transmiten la sensación subliminal de
estabilidad, unidad y seguridad con cierto dinamismo; un cuadrado por la parte
inferior de la silla, que carece del dinamismo del anterior y una combinación
de líneas que constituyen las diferentes partes de la silla.
Las verticales que dan sensación de exaltación, fuerza y permanencia, y las horizontales
que dan sensación de paz y serenidad.
También
podemos ver los óvalos que inscriben las máscaras cuya sensación es majestuosidad
y grandiosidad. Añadamos a esto el círculo de la cabeza de la figura que centra
la atención de la escena dando sensación de serenidad y equilibrio.
2 comentarios:
Hola Antonio, hace mil que no veo nada de Arte, ni siquiera de las personas que por azar encontré en la red. Vuelvo a ver y disfrutar del Arte y de quien tenga algo que contar.
Ni te imaginas la ilusión de ver tu entrada con Carmen Mansilla, una de las primeras personas con las que me tope, para mí, una ARTISTA, así, en mayúsculas, una de esas personas que a pesar de no conocer en el mundo real sientes que es especial. En éstos diez años de seguimiento a Carmen le he conocido grandes obras, está en concreto me ha resultado fascinante y poder leer tus comentarios de ella me ha encantado.
Por lo poco que he ido aprendiendo das en el clavo, de todas maneras, por lo que conozco de Carmen y su amor al Carnaval de Venecia y sus máscaras, me atrevería a decir que de ello hace buen uso en esta bellisima obra.
Muchas gracias a ti por acercar a los demás al complicado mundo del Arte.
Un abrazo
Me he llevado una grata sorpresa al encontrar tu nombre en este comentario tuyo. Tal como dices Carmen Mansilla es una pintora grande y muy especial. Hay pocos pintores que tengan conocimientos mitológicos ysimbolistas y menos aún con la capacidad de plasmarlos en un lienzo. Mi suerte es que he sido cocinero antes que fraile y eso me ha permitido descubrirlo y describirlo. Un fuerte abrazo Cristina.
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