La historia de la educación formal comenzó de forma paralela al inicio de las civilizaciones antiguas. En Oriente Medio, alrededor del 3000 a. C., en Egipto y Mesopotamia, del 3000 al 1500 a. C. y, en el norte de China, cerca del 1500 a. C.
La educación en Egipto era impartida en dos tipos de escuelas: para sacerdotes y para escribas. A los 5 años, los niños comenzaban a asistir a una escuela de escritura y continuaban sus estudios de escritura y lectura hasta llegar a los 16 o 17 años.
A los 13, quienes serían escribas comenzaban un curso práctico en los despachos, mientras que los estudiantes de sacerdocio ingresaban en el Temple College a los 17 años. La disciplina era severa y el método educativo, muy estricto, y basado en la memorización o el simulacro (drill), ambas metodologías de práctica repetitiva. No obstante esta educación no era general, solo para unos pocos.
En Mesopotamia, el dominio sobre la escritura demoró muchos años, por lo cual solo unos pocos eran educados, generalmente los hijos de la realeza, de ricos y de profesionales. El resto de los niños aprendían un oficio.
Las escuelas para sacerdotes eran numerosas y en los templos, funcionaban las bibliotecas, centro de actividades y formación curricular. Los métodos de enseñanza eran la repetición y memorización, así como la copia de modelos, que era prueba de excelencia en el aprendizaje, y la instrucción individual.
Las primeras escuelas en China fueron establecidas en el siglo 23 o 24 a.C., aunque el primer sistema educativo fue creado durante la dinastía Xia (2076-1600 a. C.).
En la dinastía Shang (1600 a. C. a 1046 a. C.), solo los hijos de la aristocracia concurrían a escuelas privadas, situadas en el campo, a aprender literatura, artes, política, rituales y tiro al arco. Las escuelas públicas eran para la mayoría de los niños y se enseñaban oficios, lo que hoy llamamos Formación Profesional.
Durante la dinastía Zhou (1045-256 a. C.), a los 12 años, los niños aprendían las prácticas de música y danza rituales, y cuando eran mayores, la conducción de carros y los tiros con arco. A las niñas se les enseñaba el ritual, además de lecciones de conducta, producción de seda y de tejido.
En la antigua India, la educación en las escuelas se impartía de forma oral. Este era un proceso que incluía tres pasos: Shravana (escuchar), Manana (reflexionar) y Nididhyāsana (aplicar el conocimiento).
En el período védico (1500 a. C. hasta el 600 a. C., aproximadamente), la educación, basada en el Veda, consistía en recitar o cantar himnos tradicionales, fórmulas y encantamientos. El estudio de las escrituras, con el tiempo, se restringió a ciertos linajes, siendo la casta de los sacerdotes (brahmanes) la más privilegiada.
La escuela, tal como la conocemos hoy, es una institución relativamente nueva. Aunque existen antecedentes, comienza a esbozarse a partir de los siglos XVI y XVII para finalmente consolidarse a partir del siglo XIX. Durante la segunda mitad del siglo XVIII uno de los eventos que influyó de manera crucial -junto con otros factores- en la conformación de la escuela moderna fue la Revolución Industrial, la cual dio paso a la pedagogía moderna y a novedosas formas de organización escolar.
La Revolución Industrial, básicamente, representa un cambio en las relaciones económicas y por ende, en la dinámica social. La tierra deja de ser el centro de la economía para dar paso a las fábricas, las cuales estaban ubicadas en las ciudades. Esto produjo un incremento de lo urbano debido al desplazamiento de gran número de personas que abandonaban sus rutinas artesanales y campestres para venir a la ciudad en busca de nuevas oportunidades económicas, trayendo como consecuencia un rápido y descontrolado incremento de la población urbana.
En este contexto, surge la educación como una herramienta propicia para el disciplinamiento (orden-control) de la nueva población urbana. Se despertó un mayor interés por la educación elemental y finalmente se estableció la escuela como un espacio cerrado por el que debían pasar todos los jóvenes para ser educados. El modelo que se seleccionó e implementó, luego de varias consideraciones, fue el de las escuelas de los hermanos de la Salle.
La pedagogía “lasallana” se basa fundamentalmente en la disciplina del cuerpo infantil, por lo cual se procuraba en esencia controlar a los niños hasta en sus más mínimos movimientos. Para ellos la educación física es inseparable de la intelectual. Por tanto, en estas escuelas había que llevar siempre la cabeza derecha, con el rostro alegre, ojos bajos, frente sin pliegues, brazos cruzados. El silencio era la regla y ni siquiera el sonido de los pies era permitido. Otra de las características de estas escuelas era la aplicación del método de enseñanza simultánea, rasgo fundamental de la pedagogía moderna.
También se comenzó a implementar el método de enseñanza mutua o método lancasteriano, el cual permitía enseñar a gran cantidad de niños (hasta 1000) al mismo tiempo y en el mismo espacio físico. Esta metodología resultaba ser rápida y económica para el logro de la masificación escolar que se propusieron empresarios y altos funcionarios de estado. De esta manera, se lograrían educar al mayor número de niños en el menor tiempo y con los menores recursos posibles.
La disciplina tiene un carácter preventivo. Con esta concepción, se cuestiona el método global y surge el método mutuo alfabetizar a muchos niños en poco tiempo con el objetivo de moralizar, domesticar e integrar a los trabajadores del mañana. Por otra parte, la escuela se establece como obligatoria para los niños que trabajaban en las fábricas, con el fin de asegurar puestos de trabajo para los adultos.
En este sentido, se evidencia que la idea era preparar un gran y poderoso ejército de trabajo con la ayuda de la escuela. Concepción que aun subyace en la pedagogía de gran parte de las instituciones educativas tradicionales.
Finalizando el siglo XIX las organizaciones obreras ya poseen un creciente desarrollo y se perfila una tendencia hacia los sindicatos y las corporaciones de clase. El estado intenta poner en marcha una estrategia de pacificación, propulsando la integración de la clase obrera y poder mantener el orden social. Por lo que las instituciones de los hijos de trabajadores aparecen, para el Estado, como uno de los dispositivos más eficaces para manipular.
En pleno siglo XXI seguimos con el sistema del siglo XIX sin que se haya cambiado nada a pesar de que cada nuevo ministro de Educación crea una nueva ley de Enseñanza con la que cual se cambia lo justo para no cambiar nada que es tal como quieren las élites y da lo mismo que los ministros sean de derechas o de izquierdas, lo cual indica claramente quienes son los que mandan.
Tal como se hacía ya de antiguo hay una educación pública para los trabajadores, para los pobres, para los parias y una educación privada para los ricos, para los poderosos, para las élites, pues es la base fundamental para que no cambie nada, para que todo siga igual. Así en la educación pública se adoctrina en la sumisión y se enseña lo justo y necesario para trabajar para la élite y tal vez menos de lo necesario, pues las entidades educativas no se preocupan mucho por avanzar en nuevos métodos de enseñanza. Por el lado opuesto está la enseñanza privada en la que se utilizan todas las técnicas pedagógicas a su alcance, inculcando el valor y la responsabilidad a los que van a ser los dirigentes de la sociedad y se les imparten los conocimientos necesarios para que sea así.
Sabido es las protestas de la derecha cuando la izquierda gobierna y cambia la ley de Educación culpándoles de adoctrinamiento, cuando la realidad es que no se les adoctrina como hace la derecha, sino exponer ciertos conocimientos que no quieren que los alumnos pobres adquieran, cosas que deberían decir que hay falta de adoctrinamiento en el sentido que a la derecha le interesa.
Nadie se creerá que la princesa Leonor está recibiendo una educación semejante a la que hemos recibido nosotros, nuestros hijos o nuestros nietos, asistiendo a una institución donde solo van hijos de reyes y de multimillonarios, aunque hay algunas becas para alumnos plebeyos que son la excepción que confirma la regla. Por tanto la educación marca la diferencia y es uno de los engaños más importantes de esta nave espacial llamada Tierra, junto con la justicia, la política y la religión.
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