La red cósmica: universos en diálogo
Durante
siglos, la imagen del universo ha sido la de un todo cerrado, un gran
contenedor autosuficiente donde ocurren todas las cosas posibles. Sin embargo,
si admitimos la existencia de un multiverso —una pluralidad de universos
paralelos, sucesivos o ramificados— debemos también preguntarnos:
¿Están estos
universos aislados, como islas inconexas?
¿O existe entre ellos algún tipo de comunicación, de resonancia, de red que los
vincula?
El Multiverso Programado no está compuesto por universos aislados como islas
sin conexión. Muy por el contrario, plantea una arquitectura profunda de
interrelación: una red de información, resonancia y conciencia que une
a todos los universos entre sí, permitiendo el intercambio de
patrones, experiencias y evolución coordinada.
En la teoría
del Multiverso Inteligente Evolutivo, la respuesta es clara: sí están
conectados. No en el sentido de autopistas físicas, sino a través de algo
más profundo y sutil: una red de información, de conciencia o de estructura
compartida.
Un cerebro cósmico: cada universo como una
región funcional
Así como el cerebro humano posee diferentes áreas especializadas —unas para
el lenguaje, otras para el movimiento, la emoción, la creatividad—, podríamos
imaginar el multiverso como un cerebro mayor, una mente en
expansión donde cada universo actúa como una región funcional
que procesa una parte del conocimiento total.
Cada universo podría estar orientado hacia una dimensión distinta del ser:
uno hacia la vida biológica, otro hacia la armonía matemática, otro hacia la
conciencia pura, otro hacia la entropía y el vacío. Juntos, forman una conciencia
total que se diversifica para conocerse mejor.
El multiverso como sistema nervioso
Propusimos la analogía del multiverso con un cerebro
cósmico. Ahora podemos extender esa imagen: así como el cerebro humano posee una
red neuronal interconectada, en la que cada región procesa información
específica pero colabora con las demás para crear una mente unificada, los
universos también podrían estar unidos por una red invisible que permite el
intercambio de información y experiencia.
Esta red no
es necesariamente electromagnética ni material. Podría operar a nivel
cuántico, estructural o incluso metafísico, como un campo de resonancia que
une a todos los universos a través del patrón que comparten: el programa de
evolución de la inteligencia.
Así como dos
cerebros humanos pueden conectarse a través del lenguaje, la empatía o el arte,
dos universos podrían resonar entre sí cuando alcanzan niveles similares de
complejidad, conciencia o vibración estructural. No necesitan “viajar” ni
intercambiar materia: basta con que resuenen, como cuerdas en un mismo
instrumento.