jueves, 29 de junio de 2023

LA NEUROCIENCIA Y LA ENSEÑANZA

 



He estado leyendo algunos artículos sobre la neurociencia que puede ofrecer información valiosa sobre cómo funciona el cerebro y cómo mejorar los métodos de enseñanza. Se mencionan varios aspectos que podrían cambiar en la educación basados en hallazgos científicos, como el horario de las clases, el diseño de las aulas y la forma en que se imparten las lecciones.

Según el neurocientífico Paul Kelley, el horario escolar actual no tiene en cuenta el reloj biológico de los estudiantes, lo que puede afectar su rendimiento académico y su salud. Se propone que las clases comiencen más tarde, alrededor de las 10 de la mañana, para adaptarse mejor al ritmo natural del cuerpo.

“Lo más alucinante es que en nuestros experimentos hemos demostrado que tomar esta sencilla medida tendría un impacto muy positivo sobre los resultados académicos, pero también sobre la salud: ¡porque reduce el número de veces que enferman los alumnos en un 50 %!”, resalta el neurocientífico.

En cuanto a la forma de enseñar, se menciona la teoría de R. Douglas Fields sobre la fijación de la memoria. Esta teoría sugiere que el cerebro necesita tiempo para procesar la información y formar recuerdos a largo plazo. Por lo tanto, se propone un enfoque de aprendizaje espaciado, donde se intercalan breves lecciones con períodos de descanso o distracción. Según los experimentos realizados, este método ha demostrado mejorar los resultados académicos y facilitar el proceso de aprendizaje.

“Imagina que quieres dar una clase de ciencias sobre cómo circula la sangre en nuestro cuerpo, ¿vale? —nos pone en situación—. Lo haríamos así: empezaríamos con una presentación supercondensada del tema, de un cuarto de hora aproximadamente, seguida de diez minutos de pura distracción –baloncesto, malabares o plastilina–; y luego habría otra presentación del tema con un enfoque diferente, divertida y original, para volver de nuevo a diez minutos de juego”. El profesor cerraría la clase con una tercera síntesis de la lección.

Según esta teoría, se necesita cierto tiempo para que dentro de una neurona ocurran los cambios bioquímicos que conducen a la formación de recuerdos a largo plazo. En una lección magistral de una hora, lo que el encéfalo hace es vaciarse cada cierto tiempo, borrar los doce últimos minutos de perorata para dejarle espacio al concepto siguiente. Y como eso sucede repetidamente, de una hora seguida de explicación se archiva solo el final.

Además de los cambios en el horario y en los métodos de enseñanza, se plantea la importancia del diseño de las escuelas. Se sugiere que las aulas con formas curvas y sin esquinas afiladas pueden promover un ambiente de aprendizaje más positivo, mientras que las aulas rectangulares y llenas de esquinas pueden aumentar la ansiedad y el miedo.

Se apoya en multitud de estudios que demuestran que la arquitectura y la geometría de los edificios afectan a nuestras emociones y a cómo funcionan las neuronas del hipocampo. Sin ir más lejos, existen evidencias de que en habitaciones con esquinas curvas y contornos redondeados se activa más la corteza cingulada anterior del cerebro, que interviene en la toma de decisiones y dirige la atención. Por el contrario, las típicas estancias rectangulares, llenas de picos y esquinas, disparan la actividad de la amígdala, el centro cerebral del miedo y la ansiedad, tal y como demostraba un estudio de la Universidad de Harvard (EE. UU.).

La neurocientífica Judy Willis resume algunas enseñanzas básicas de la neurociencia para los maestros en un acrónimo: RAD, que se refiere al sistema reticular, la amígdala y la dopamina. Se destaca la importancia de captar la atención de los estudiantes a través de la curiosidad y la novedad (sistema reticular), crear un ambiente de aprendizaje libre de miedo y ansiedad (amígdala) y utilizar estímulos placenteros y actividades divertidas para promover el aprendizaje y la retención (dopamina).

En síntesis, estos estudios plantean que la neurociencia puede proporcionar valiosas perspectivas sobre cómo mejorar la educación, considerando aspectos como el horario escolar, los métodos de enseñanza, el diseño de las aulas y la atención a los procesos cerebrales involucrados en el aprendizaje. Estos cambios podrían tener un impacto positivo tanto en los resultados académicos como en la salud y el bienestar de los estudiantes.

 

EN RESUMEN:

Plantean una visión revolucionaria de la educación basada en los conocimientos de la neurociencia. Según diversos neurocientíficos, como Paul Kelley, se cometen errores en la planificación educativa al ignorar el reloj biológico que rige nuestro comportamiento. Kelley propone retrasar el inicio de las clases a las diez de la mañana, lo cual tendría un impacto positivo tanto en los resultados académicos como en la salud de los alumnos.

Además, se destaca la importancia del aprendizaje espaciado, que consiste en alternar breves períodos de enseñanza con momentos de distracción. Según la teoría de R. Douglas Fields sobre la fijación de la memoria, el cerebro necesita tiempo para procesar la información y formar recuerdos a largo plazo. Por lo tanto, lecciones más cortas y repeticiones son más efectivas para el aprendizaje.

El diseño de las escuelas también es mencionado como un factor importante. Se sugiere que las aulas con formas curvas y contornos redondeados favorecen el funcionamiento de las neuronas y el aprendizaje, en contraposición a las habitaciones rectangulares con esquinas puntiagudas, que aumentan la actividad de la amígdala y generan ansiedad.

Los maestros también deben tener en cuenta los principios básicos de la neurociencia. Según la neuróloga Judy Willis, es esencial comprender cómo funciona el sistema reticular, que regula el estado de alerta y la atención, así como la amígdala, que está relacionada con el miedo y la ansiedad. También se destaca la importancia de la dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer y la motivación.

Se sugiere que el modelo de los videojuegos, con niveles y retos progresivos, puede ser aplicado en el ámbito educativo para mantener la motivación y el interés de los estudiantes.

Finalmente, se presentan ocho trucos basados en evidencia científica para mejorar la retención de la información, como aprender del error, gesticular y mantenerse activo físicamente durante el aprendizaje.

TRUCOS PROBADOS

 1.    1. Equivócate mil veces. Tras analizar el cerebro de decenas de universitarios con escáneres de resonancia magnética, un equipo de neurocientíficos liderados por Giorgio Coricelli, de la Universidad del Sur de California, demostró que cuando nos equivocamos pero se nos da la oportunidad de aprender del error, en el cerebro se activan las áreas del circuito de recompensa. Es decir, un fallo nos causa tanto placer como ganar un trofeo o sacar un sobresaliente.

 2.    2. Mueve las manos. Gesticular ayuda a memorizar. Así, los niños que usan los dedos de las manos para resolver problemas matemáticos son tres veces más propensos a recordar lo aprendido que aquellos que afrontan la tarea con las manos quietas, según un estudio publicado por la revista Cognition. A la hora de aprender un idioma, gesticular también favorece la retentiva. Y se ha comprobado que cruzando los brazos persistimos más en el empeño y resolvemos mejor los problemas que con las extremidades extendidas.

 3.    3. Ponte de pie. Con el trasero despegado de la silla, la participación y la implicación de los chavales en la clase aumenta hasta un %, según cálculos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas (EE. UU.), que propone usar pupitres altos en los que los alumnos no estén sentados, sino erguidos.

 4.    4. Estudia cantando. Científicos de la Universidad de Edimburgo demostraron hace poco que memorizamos el doble de palabras en un nuevo idioma si las cantamos, en comparación con lo que retenemos cuando solo las pronunciamos en voz alta.

 5.    5. Relaciona y repite. Según la neuróloga Judy Willis, para almacenar nueva información, el cerebro activa conocimientos anteriores con un patrón similar y los enlaza físicamente. Así se construye la memoria. Por eso, insiste en que “los profesores deberían mostrar claramente las conexiones y las relaciones entre el nuevo conocimiento y el antiguo”. Y una vez relacionados, cuantas más repeticiones, más se engrosarán e interconectarán las dendritas de las neuronas y más fiable será la memoria.

 6.    6. Un puntito cómico. Los estudiantes recuerdan más datos de una clase si se intercalan chistes sobre los aspectos más relevantes de la lección. Además, escáner en mano, los científicos han demostrado que cuando lo que nos comunican nos hace reír, se activa todo el cerebro. Y como además el humor nos causa sorpresa y desconcierto, los centros de atención del cerebro se ponen en alerta, favoreciendo la retención de información.

 7.    7. Coge el lápiz. Neurofisiólogos noruegos de la Universidad de Stavanger demostraron que la escritura a mano favorece el aprendizaje, porque nuestro cerebro recibe feedback de los movimientos de los dedos, así como del tacto del papel y del lápiz.

 8.    8. Duerme la siesta. Si tras estudiar damos una cabezadita de noventa minutos, atinaremos mejor con la respuesta correcta, ya que se afianza la consolidación de la memoria y la formación de recuerdos a largo plazo.

 En síntesis, la neurociencia ofrece perspectivas interesantes para mejorar la educación, considerando aspectos como el tiempo, el diseño de las aulas y los principios de funcionamiento del cerebro. Estos enfoques podrían tener un impacto positivo en el rendimiento académico y en la salud de los estudiantes. Ahora falta que las autoridades pongan en marcha estas medidas, aunque suongo que en principio solo lo harán en la enseñanza privada, para beneplácito de las élites.

 

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