viernes, 11 de junio de 2021

LAS PAREDES DE LA CAPILLA SIXTINA 3 Vuelta de Moisés a Egipto y circuncisión de Eliezer

  


Esta pintura es un fresco de Pietro Perugino y sus asistentes, una obra de tema bíblico, datada alrededor de 1482. Sus medidas son de 572x350

En 1480, Perugino pintó al fresco una capilla para el papa Sixto IV en la antigua basílica vaticana, tuvo tanto éxito que inmediatamente se le encargó decorar la nueva capilla papal, más tarde llamada la Capilla Sixtina en honor al Papa.

En esta tarea fue asistido por un equipo de pintores florentinos, enviados especialmente por Lorenzo de Médici.

En este tipo de pinturas normalmente intervenía un equipo de pintores que se repartían el trabajo, así Perugino, junto con los numerosos ayudantes (entre ellos el joven Pinturicchio), se estima que pintó por lo menos seis escenas, tres de las cuales subsisten hoy día.

Según estudios de expertos, la participación de Pinturicchio se limita a la ejecución de un grupo de protagonistas, pero otros estudios han reducido sustancialmente su intervención. Estas figuras deben atribuirse probablemente a Andrea de Assisi (« La Ingegno »), a Rocco Zoppo y quizá con más reservas a Giovanni di Pietro y a Bartolomeo della Gatta, otros colaboradores de Perugino mencionados por Giorgio Vasari.

El tema de la obra se corresponde con la iconografía cristiana del Antiguo Testamento que comienza con El Viaje de Moisés a Egipto, donde la despedida de su suegro Jetró la circuncisión de su segundo hijo Eliezer se representan en un solo panel.

Existe un claro paralelismo entre las ceremonias de la circuncisión y el bautismo en los mundos hebreo y cristiano respectivamente, lo que implica también una dimensión espiritual más profunda en este último, ya que el bautismo, según lo escrito por San Agustín y otros Padres de la Iglesia, era una especie de «circuncisión espiritual» para los niños. Una manera de justificar la diferencia de ceremonias.


La escena del Viaje de Moisés en Egipto, mirando hacia el altar de la Capilla Sixtina, es la primera sobre la pared a derecha de este y está situada paralelamente al Bautizo del Cristo en el lado opuesto.

La escena en primer plano muestra la partida de Moisés, vestido de amarillo y verde, hacia Egipto después del exilio en la tierra de Madián. En el centro, un ángel lo detiene, pidiéndole que circuncide a su segundo hijo Eliezer. Esta escena se representa a la derecha, como un signo físico de la Alianza hecha por Dios con el linaje de Abraham; la madre Séfora está a cargo de la ceremonia.





La composición utiliza los principios de equilibrio y simetría con los dos grupos en primer plano girando sobre el ángel del centro y el espolón rocoso que se eleva sobre él. En este eje, en el fondo otra escena muestra a Moisés y su esposa despidiéndose de Jetró.




A los lados se encuentra un paisaje de suaves colinas, salpicado de frágiles arbustos, entre los que se encuentra una palmera, símbolo del sacrificio cristiano, perdiéndose a lo lejos en un cielo despejado, según las reglas de la perspectiva aérea.




El cielo está poblado de aves, dos de las cuales se aparean en vuelo, aludiendo al ciclo de renovación de la Naturaleza. Este clima bucólico también está presente en el fondo a la izquierda donde un grupo de pastores bailan, aludiendo al hecho de que Moisés se convirtió en un pastor al servicio de Jetró. Las figuras de las mujeres vestidas con ropas, que llevan jarrones y otros objetos en la cabeza, son una representación de un motivo típico florentino, utilizado por ejemplo, tanto por Sandro Botticelli que por Domenico Ghirlandaio.

El tema de la decoración era un paralelismo entre la historia de Moisés y la de Jesucristo, destacando la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y la transmisión de la ley divina desde los Diez Mandamientos hasta el mensaje evangélico de Jesucristo, quien finalmente eligió a San Pedro como su sucesor, legitimando así el poder y la legitimidad de sus sucesores, es decir, los papas.

El paisaje, suavemente perdido en la distancia y salpicado de arbustos que se convirtió en uno de los elementos más característicos de la Escuela de Umbría, es típico de Perugino.

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