lunes, 14 de septiembre de 2020

LA TEORÍA DE CUERDAS

 

 

Las partículas que aparecen en la Tabla son las «letras» de todo tipo de materia y parece que  no tienen otras subestructuras internas. Sin embargo, la teoría de cuerdas afirma una cosa bien diferente. Según esta teoría, si pudiéramos examinar estas partículas con un microscopio electrónico, a un nivel de aumentos mucho mayor del posible hoy—una precisión que estuviera en muchos grados de magnitud más allá de nuestra capacidad tecnológica actual— descubriríamos que ninguna es como un punto, sino que cada una de ellas está formada por un diminuto bucle unidimensional. Cada partícula contiene un filamento que vibra, oscila y baila como un elástico de goma infinitamente delgado que los físicos han denominado cuerda. En la Figura vemos gráficamente este concepto esencial de la teoría de cuerdas, comenzando con un trozo de materia corriente, una manzana, y ampliando repetidas veces su estructura hasta poder ver los componentes que la forman a escalas cada vez menores. La teoría de cuerdas añade la nueva categoría microscópica del bucle vibrador, que continúa la progresión conocida con anterioridad, es decir, la que va desde los átomos, a través de los protones, neutrones, electrones y quarks.



Las cuerdas también pueden tener dos extremos que se mueven libremente (las llamadas cuerdas abiertas), además del caso de los bucles (cuerdas cerradas)



A partir de un principio —en su nivel más microscópico, todo consiste en combinaciones de hilos vibradores— la teoría de cuerdas aporta un único marco explicativo capaz de abarcar todas las fuerzas y toda la materia.

La teoría de cuerdas afirma, por ejemplo, que las propiedades que se han observado en las partículas, los datos recogidos en la Tabla, son un reflejo de los distintos modos en que una cuerda puede vibrar. Del mismo modo que las cuerdas de un violín o una guitarra tienen unas frecuencias de resonancia particulares a la hora de vibrar —lo que nuestros oídos perciben como las diversas notas musicales y sus armónicos más altos— así sucede con los bucles de la teoría de cuerdas. Pero  en vez de producir notas musicales, cada una de las pautas o modelos de vibración preferidos de una cuerda, dentro de la teoría de cuerdas, se presenta como una partícula cuyas cargas de fuerza y de masa están determinadas por el modelo de oscilación de la cuerda. El electrón es una cuerda que vibra de un modo, el quark alto es otra que vibra de otro modo, y así en general. Lejos de ser una colección de hechos experimentales, las propiedades de las partículas dentro de la teoría de cuerdas son la manifestación de una única característica física: los resonantes modelos de vibración —es decir, la música— de los bucles de cuerda fundamentales. La misma idea es asimismo aplicable a las fuerzas de la naturaleza. Veremos que las partículas de fuerza también están asociadas con modelos específicos de vibración de cuerdas y por tanto todo, toda la materia y todas las fuerzas, está unificado bajo la misma partitura de oscilaciones microscópicas de cuerdas, es decir, las «notas» que las cuerdas pueden producir y que componen la sinfonía del Universo o tal vez del Multiverso.

En consecuencia, por primera vez en la historia de la física disponemos de un marco en el que se puede explicar cualquiera de las características fundamentales sobre las que está construido el Universo.

No obstante estamos en el principio de lo que la teoría de cuerdas puede explicar pero que aún no sabemos como hacerlo.

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