La tesis de Rogers ha sido también apoyada por el experto en microscopía John L. Brown, Otros autores, partidarios y contrarios a la autenticidad, no admiten las tesis de Rogers. Como P. Berger, S. Schafersman, M. Antonacci o I. Wilson, que cuestionan la procedencia de las muestras, hallan errores en los cálculos, piensan que el método de datación por vanilina que utilizó Rogers no es fiable y/o no creen que existieran remiendos en la zona de las muestras. En general, la mayoría de los expertos textiles no consideran fiable el método usado por Rogers.
Benford y Marino, que fueron los que primero defendieron la teoría del remiendo invisible, han presentado como evidencia a favor de su existencia un comunicado personal del Sr. Michael Ehrlich, propietario y presidente de Without A Trace, (compañía que proporciona servicios de reparación y zurcido), en el sentido de que los artesanos de la Edad Media eran capaces de realizar un entretejido que reparaba los tejidos de una manera invisible. Según Benford y Marino, Flury-Lemberg desconocería esta técnica “mágica”. Sin embargo, en un artículo de 2007 Flury-Lemberg, experta en conservación de tejidos, descalificó la opinión mantenida por Ehrlich que, según ella, era un mero reclamo comercial para un remiendo que era visible a ojos de expertos como los que seleccionaron la muestra en 1988 e imposible de realizar en tejidos livianos como el lino. Flury-Lemberg también afirmó no haber encontrado ningún rastro de parches u otro tipo de remiendos con ocasión de los trabajos de restauración 2002. En su artículo, basándose en la observación y análisis de la tela por las dos caras, rechazaba la teoría del remiendo invisible que había servido de base a los trabajos de Rogers.
Los intereses comerciales también alteran los resultados a favor del negocio.
En 2010, Timothy Jull y Rachel A. Freer-Waters, de la Universidad de Arizona, analizaron una muestra del tejido que había quedado de reserva en el laboratorio de Tucson tras la datación de 1988. El estudio se limitó a constatar que no había alteraciones del tejido que permitieran suponer que la datación se había hecho con material diferente del lienzo.
En 2015 Bella, Garlaschelli y Samperi, publicaron una comunicación en Thermochimica Acta en la que afirman que Rogers cometió algunos errores importantes en su interpretación de los datos del espectrógrafo de masas que invalidarían la teoría del remiendo invisible.
En 2010, un estudio de estadística cuestionó el tratamiento de los datos obtenidos de las diferentes submuestras por los tres laboratorios.
Residuos bacterianos
Uno de los primeros argumentos usados para cuestionar la datación fue el de los residuos bacterianos, ya que hay varios ejemplos de objetos antiguos cuya datación resultó ser inexacta, especialmente en los orígenes de la radiometría. El caso más notable se dio en 1970, cuando se dataron los huesos de una momia del Museo Británico unos 800–1000 años antes que su envoltura. Hay que tener en cuenta también que la esquina utilizada en la datación habría sido más manoseada que el resto de la tela, subiendo el riesgo de contaminación por bacterias y otros residuos. Las bacterias y sus desechos (bacterias muertas y subproductos) contienen carbono, lo que acercaría a nuestros días la fecha radiométrica. Esta hipótesis es fundamentalmente defendida por Leoncio Garza-Valdes.
El físico nuclear Harry E. Gove, de la Universidad de Rochester, inventor del método de datación por radiocarbono que se utilizó en 1988, admitió la posibilidad de una capa bioplástica que hubiera falseado la datación. Según Gove, si esta cubierta fuera lo bastante gruesa, podría haber producido unas fechas más recientes que las reales. Sin embargo, en Relic, Icon or Hoax? Carbon Dating the Turin Shroud y en A problematic source of organic contamination of linen, el mismo Gove determinaba que los estudios realizados eran parciales, inconcluyentes y no aplicables al lienzo de Turín. Rodger Sparks, experto en radiocarbono, y otros científicos han opinado que para que una contaminación bacteriana medieval produjera un error de trece siglos, haría falta una capa bioplástica del doble del peso de la muestra. Ya que esto puede detectarse fácilmente, se examinaron varias fibras en el Centro Nacional de Excelencia de la Fundación de Ciencias de Espectrometría de Masas en la Universidad de Nebraska. El examen piro-másico-espectrométrico no detectó ningún tipo de polímero bioplástico en las fibras, ya fueran éstas de la imagen o de otras zonas del sudario. A su vez, el análisis de micro-sondas láser Raman efectuado en Instruments SA, Inc. en Metuchen (NJ), arrojó también un resultado negativo.
Por tanto los residuos bacterianos no influyeron en la datación, dándola así por válida
Datación por rayos X
Un estudio de Liberato De Caro, Teresa Sibillano, Rocco Lassandro, Cinzia Giannini y Giulio Fanti, publicado en 2022 en la revista Heritage, dató un hilo del sudario (de los extraídos en 1988) mediante la inspección de su degradación estructural mediante dispersión de rayos X de gran angular. El resultado del estudio indica que es posible que el sudario tenga 2000 años de antigüedad.
Análisis histórico de materiales
Gran parte de la investigación reciente se ha centrado en las marcas de agua y quemaduras. Las quemaduras más grandes provienen claramente del incendio de 1532 (hay otras menores que debieron originarse en algún momento anterior), y se supone lo mismo para las marcas de agua.
Sin embargo, en 2002, Aldo Guerreschi y Michele Salcito presentaron un escrito en París durante el IV Simposio Científico Internacional, opinando que muchas de esas marcas debían de ser más antiguas, porque las simetrías se corresponden más con el plegado que se requiere para guardar la tela en una jarra de barro como las que se encontraron en Qumrán que las que se hubieran producido estando en el relicario que la hospedó en 1532.
Según la experta restauradora de textiles Mechthild Flury-Lemberg hay un zurcido en la sábana idéntico a un tejido del siglo primero, que era exclusivo de la fortaleza de Masada junto al Mar Muerto. Gilbert Raes, del Instituto Ghent de Tecnología Textil de Bélgica, estudió el sudario en 1973. Según él, el tejido tiene un patrón de 3:1, lo que lo hace más complejo de fabricar y, por lo tanto, se habría tratado de un tejido caro en la época antigua. William Geilmann, experto textil de la Universidad de Maguncia, estudió piezas de lino de Palmira, Siria, datadas entre los siglos I y III y una de ellas tenía el mismo patrón 3:1 del sudario. John Tyrer, que durante 25 años estuvo a cargo de estudios textiles en la Manchester Chamber of Commerce Testing House and Laboratory del Reino Unido, escribió: "textiles de lino con torsión de hilos en Z y tejidos de sargas reversibles de tres a uno similares al sudario de Turín podrían haber sido producidos en el siglo I en Siria o Palestina".
Estas afirmaciones son contradichas por el trabajo de Orit Shamir. Según Shamir, son varias las diferencias fundamentales entre el tejido del sudario de Turín y los de Palestina en el siglo I (analiza más de 1500). Ni el tipo de hilado (torsión en Z), ni el material, ni la densidad del entramado (demasiado denso), ni el formato de tejido del lino (3:1), son propios de las telas del siglo I en Palestina. Además, pese a lo que afirmó Flury-Lemberg, los hilos que se utilizaron para coser la franja lateral del Sudario de Turín pueden encontrarse en periodos distintos de la época romana. No hay ningún tejido de la época que contenga algodón. Shamir también descarta que la tela haya sido importada desde otros territorios.
Usando un microscopio y luz polarizada, Gilbert Raes identificó trazas de algodón en el sudario. El algodón estaba integrado en el hilado del lino, por lo que se ha llegado a pensar que no se trataba de una contaminación posterior. Por esto, se ha deducido que, fuera donde fuera elaborado el sudario, lo fue en un equipamiento que también se usaba para tejer con algodón. El tipo de algodón hallado es de la variedad Gossypium herbaceum, una variedad que estaba presente en el siglo I en Oriente Medio y que no llegó a Europa hasta la Edad Media. No se han encontrado trazas de lana, cuando la ley judía (Deuteronomio 22:11 y Levítico 19:19) prohíbe la mezcla de lana con lino.
Estudio forense médico y biológico
Detalles de la técnica de la crucifixión
Los partidarios de la autenticidad del sudario sostienen que es improbable que un falsificador medieval estuviera al tanto de algunos detalles técnicos de un método de ejecución abandonado casi por completo desde hacía siglos. La perforación de las muñecas en vez de las palmas va en contra de la iconografía tradicional cristiana, sobre todo la medieval, pero el Dr. Pierre Barbet creyó que los condenados a la cruz eran clavados habitualmente por las muñecas como en la imagen del Sudario de Turín, y esto no era algo de común conocimiento en la Edad Media.
La teoría del Dr. Pierre Barbet fue criticada por el Dr. Frederick Zugibe, y por el arqueólogo Joe Zias. El primero demostró que es imposible que un clavo pasara por el espacio Destot (ver el dibujo anatómico de la mano y el Cristo reproducido con la posición de los clavos), como pretendía el Dr. Barbet, y que era imposible que el crucificado flexionara los brazos para respirar. En lugar de la asfixia, defendió que la muerte se producía por un choque hipovolémico (Un shock hipovolémico es una afección de emergencia en la cual la pérdida grave de sangre o de otro líquido hace que el corazón sea incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo. Este tipo de shock puede hacer que muchos órganos dejen de funcionar). Zias advierte de que los crucificados en el Imperio Romano no pendían de las muñecas, sino que, para alargar la agonía, se les colocaba un sedile (soporte de madera para apoyar los pies).
No hay comentarios:
Publicar un comentario