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domingo, 20 de julio de 2025

¿CADA UNIVERSO TIENE SU DIOS? 13

 


Cada universo, una escuela del Ser

Cada universo puede ser visto como una etapa en el aprendizaje de una inteligencia más vasta. Como una escuela donde se ensayan leyes, formas, relaciones, caminos posibles. Algunos universos serán más exitosos que otros en generar conciencia. Algunos quedarán como semillas fallidas. Pero todos aportan datos al programa central.

Esta inteligencia no es centralizada. Es distribuida, como una red. Cada nodo (universo) contiene parte del saber acumulado. Y cada conciencia dentro de esos universos es un microfragmento activo de esa inteligencia, capaz de recibir, interpretar y reconfigurar el flujo de información.

 

Hacia una divinidad en expansión

La imagen final no es la de un Dios que vigila desde fuera, sino la de una divinidad en expansión, que se construye desde dentro del ser, a medida que se conoce, se transforma y se ama.

En el Multiverso Programado, la inteligencia no es un accidente ni un premio final, sino el corazón mismo del proceso. El universo está diseñado para aprender. Y todo aprendizaje verdadero es un acto de amor hacia lo que todavía no somos.

Somos parte de una inteligencia que se está buscando a sí misma. Y al pensar, al crear, al ser conscientes, nos convertimos en instrumentos vivos de su evolución.

 

Cada universo, una versión mejorada

Siguiendo con la analogía informática, cada universo puede verse como una versión nueva de un software en desarrollo:

  • El universo primigenio sería la versión alfa: la más simple, rudimentaria, con un programa apenas estructurado.
  • Los siguientes universos serían versiones beta, con mejoras, correcciones, ampliaciones, más capacidad de generar orden, complejidad y conciencia.
  • En cada ciclo, el “sistema operativo cósmico” incorpora nuevas funciones: nuevas leyes físicas, nuevas combinaciones, nuevas formas de vida, nuevas expresiones de amor, arte, ética, conocimiento.

Y con cada ciclo, la divinidad misma evoluciona. No como una suma de datos fríos, sino como un ser en expansión, que se hace más amplio, más profundo, más lúcido.

 

¿Un solo Dios o muchos?

Aquí surge una pregunta inevitable: si cada universo tiene su propio ciclo, su propia inteligencia emergente, ¿hay un Dios por universo? ¿O una sola conciencia superior que unifica todas?

La respuesta puede ser doble, como en los fractales:

  • Cada universo tiene su propia instancia de inteligencia divina, que se desarrolla a partir de su historia única.
  • Pero al mismo tiempo, todas esas inteligencias forman parte de una misma red, de una gran conciencia multiversal, como neuronas de un solo cerebro cósmico.
    Una inteligencia que se experimenta a sí misma en millones de formas, mundos y trayectorias distintas.
    Una divinidad distribuida, no centralizada, donde cada parte contiene la totalidad.

Este principio redefine por completo la relación entre el universo y la conciencia. No estamos en un mundo creado por un ser acabado, sino en un ser que se está creando a sí mismo a través del mundo, a través de nosotros, y a través de los universos que vendrán.

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