Una de las cosas que claramente nos dice que quien manda es el capital, es la estructura de una empresa, en ella hay dos tipos de participantes: los capitalistas y los trabajadores por cuenta ajena.
Los capitalistas son los que poseen las acciones de la empresa que pueden trabajar en ella o no. Especialmente en las empresas pequeñas el capital lo ha aportado uno o varios socios y ellos son los jefes de la misma y son quienes la dirigen.
El resto de las personas que trabajan en la empresa, son asalariados entre los cuales puede haber algunos que sean dirigentes de la empresa en su conjunto o de departamentos.
En cualquiera de los casos siempre es el capital el que toma las decisiones más importantes por el simple hecho de ser capital. En las grandes está la Junta de Accionistas y en las pequeñas, directamente el dueño, si es uno solo el que aporta el capital, o si son varios los dueños son los que dirigen y toman todas las decisiones importantes.
Por tanto hay un tratamiento diferente con un poder diferente dependiendo de si aportas dinero a la empresa o no. Aportar tu tiempo, tu trabajo, tus conocimientos, tu creatividad y experiencia no tiene valor alguno, en la toma de decisiones con respecto al capital. De esta manera siempre serán los ricos quienes manden. Lo curioso es que esto ha pasado incluso a las pequeñas empresas que fundan los que tienen poco dinero o ninguno y piden un préstamo para crear una empresa, son ellos los que mandan. Esto demuestra que todos aspiramos a ser ricos y hasta en las pequeñas empresas de gente no rica les copiamos, está institucionalizado.
En mi opinión, debería tener tanto valor el capital como el trabajo y todas las empresas deberían ser mixtas, dinero más trabajo, y las dos partes deberían tener un valor equivalente, a la hora de tomar decisiones y recibir unos dividendos equivalentes al valor de la aportación de cada uno, tanto si es en dinero como si es trabajo. Además, salvo que la empresa vaya mal, los socios o dueños de la empresa aportan un capital inicial y, salvo que se pretenda realizar algo especial, no se aporta más dinero y, en todo caso, se reinvierte una parte de las ganancias. En cambio los trabajadores sean directivos o no, están aportando su trabajo, sus conocimientos, sus esfuerzos, su experiencia, su creatividad, su tiempo todos los días del año.
En mi opinión, ese tratamiento no es justo, pues el capital sin alguien que trabaje no sirve para nada y puesto que una empresa se compone de capital y trabajo los dos deben tener los mismos derechos, proporcionalmente a sus aportaciones. Sembrando dinero no crías dinero, poniendo dinero en una empresa no se hacen los productos solos, es necesario que haya gente que realice los trabajos necesarios para obtener el producto y no se puede decir que como reciben un salario con ello ya está todo pagado.
Por eso yo propongo que se valore, como aportación monetaria a la empresa, el tiempo dedicado a la misma y, acorde con esa valoración, será su porcentaje en el valor de la empresa, su participación, que se utilizará a la hora de tomar decisiones.
Dicho de otra manera, las empresas deberían ser todas cooperativas, por tanto todos sus componentes son socios, unos aportan su capital y otros aportan su trabajo y las decisiones transcendentes se toman en asamblea y todos cobran dividendos acordes al valor de su aportación.
Se puede hacer una equivalencia a capital aportado, valorando la aportación de trabajo como un porcentaje del salario anual, lo que será la referencia tanto para las acciones como para la toma de decisiones.
Esto haría que todo el mundo sintiera la empresa como suya, pues proporcionalmente lo es, trabajaría con más interés, estaría dispuesto a hacer esfuerzos extras y sacrificios, sería más responsable y cuando un individuo no actuase correctamente, no es el jefe quien lo censura sino toda la plantilla por insolidario.
De los tipos de sociedades empresariales que están en funcionamiento la Sociedad Comanditaria es la que más se parece a la idea que propongo.
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