1 Acordóse Dios de Noé y de todas las fieras
y bestias que con él estaban en el arca, e hizo Dios pasar un viento sobre la
tierra y comenzaron a menguar las aguas.
2 Cerráronse
las fuentes del abismo y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia de los
cielos,
3 y
las aguas iban menguando poco a poco sobre la haz de la tierra; comenzaron a
bajar al cabo de ciento cincuenta días.'
6 Pasados
cuarenta más, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca,
7 y,
para ver cuánto habían menguado las aguas, soltó un cuervo, que volando iba y
venía mientras se secaban las aguas sobre la tierra.
8 Siete
días después, para ver si se habían secado ya las aguas sobre la haz de la
tierra, soltó una paloma,
9 que,
como no hallase dónde hacer pie, se volvió al arca, porque las aguas cubrían
todavía la haz de la tierra. Sacó él la mano y, agarrándola, la metió en el
arca.
10 Esperó
otros siete días, y al cabo de ellos soltó otra vez la paloma,
11 que
volvió a él a la tarde, trayendo en el pico una ramita de olivo. Conoció por
esto Noé que las aguas no cubrían ya la tierra;'
12 pero
todavía esperó otros siete días, y volvió a soltar la paloma, que no volvió más
a él.
13 El
año seiscientos uno, en el primer mes, el día primero de él, comenzó a secarse
la superficie de la tierra, y, abriendo Noé el techo del arca, vio que estaba
seca la superficie de la tierra.
14 El
día veintisiete del segundo mes estaba ya seca la tierra.
Desde que comienza el diluvio “el segundo mes, el día diecisiete de él” (7,11)
hasta que Noé y su familia salen del arca “el día veintisiete del segundo mes
estaba ya seca la tierra” (8,14) ha transcurrido un año completo y justo pues
son 12 meses lunares y diez días. (55)
Me parece una rara coincidencia el hecho de que el tiempo sea justamente un
año, lo que me hace desconfiar de su verosimilitud y considerar si no se
trataría de un tiempo simbólico para comprensión de otros: los cabalistas.
Así mismo, el número siete se repite tres veces, pues suelta el cuervo, y siete
días después la paloma, tres veces consecutivas cada siete días.
Curiosamente Yahweh/Jehová parece arrepentirse del daño que ha producido al ser
humano pues dice: "Yo nunca jamás maldeciré la tierra a causa de los hombres,
puesto que las imaginaciones del corazón de la persona son torcidas desde su
juventud; Yo no destruiré jamás toda criatura viviente como he hecho.” (8,21)
Así pues acepta nuestra imperfección, al fin y al cabo obra suya, y como sabe
que no tenemos remedio, implícitamente está diciendo que al menos los
descendientes de Noé también tendrán deseos tendientes al mal o incluso el
propio Noé y por ello promete que no volverá a exterminar todo viviente.
Interpreto que estas palabras son para tranquilizar a Noé y su familia más que
otra cosa, pues los cataclismos no han dejado de volver a ocurrir, devastando
zonas más o menos extensas, aparte de otros semejantes como expusimos en el
capítulo anterior. Y desde luego estos cataclismos no dependen de Yahweh, ni
entonces ni ahora, aunque él se arrogue ese poder.
15 Habló,
pues, Dios a Noé, y le dijo:
16 “Sal
del arca tú y tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos contigo.
17 Saca
contigo también a todos los animales de toda especie, aves, ganados, y todos
los reptiles que se arrastran sobre la tierra; llenad la tierra, procread y
multiplicaos sobre ella.”
18 Salió,
pues, Noé con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos,
19 y
salieron también todas las fieras, ganados, aves y reptiles que se arrastran
sobre la tierra, según sus especies.
20 Alzó
Noé un altar a Yahvé y, tomando de todos los animales puros y de todas las aves
puras, ofreció sobre el altar un holocausto.
21 Y
aspiró Yahvé el suave olor, y se dijo en su corazón: “No volveré ya más a
maldecir a la tierra por el hombre, pues los deseos del corazón humano, desde
la adolescencia, tienden al mal; no volveré ya a exterminar cuanto vivo hice
sobre la tierra.'
22 Mientras
dure la tierra, habrá sementera y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día
y noche.”
Dicen los textos sumerios:
Ninagal, nombrado por Enki, dirigió la
embarcación hacia los picos gemelos de Arrata, hizo una vela para ella, hacia
el Monte de la Salvación llevó la embarcación.
Ziusudra (Noé) liberó a las aves que había a bordo para que buscaran tierra
firme, soltó a una golondrina y un cuervo; ambos volvieron a la embarcación.
Dejó salir a una paloma ¡y volvió a la embarcación con una ramita de un árbol!
Ahora sabía Ziusudra que la tierra firme había emergido de debajo de las aguas.
Unos cuantos días más y la embarcación se detuvo en unas rocas. Abriendo la
portezuela hermética, Ziusudra salió de la embarcación; el cielo era claro, el
sol brillaba, soplaba un suave viento.
Llamó a a su familia para que salieran y dieran gracias al señor Enki, para lo
cual construyó un altar, hizo fuego con incienso aromático y ofreció una oveja
sin mancha en sacrifico.
Enlil comunicó con Enki desde su barco celestial para indicarle que descendiera
al pico Arrata y así lo hicieron. Al salir de las naves Enlil quedó
desconcertado con el olor del fuego y de la carne asada.
¿Que es eso? Le gritó a su hermano ¿es que ha sobrevivido alguien al Diluvio?
¡Vamos a ver! Le respondió Enki dócilmente.
En sus Torbellinos fueron volando al otro pico de Arrata, vieron la embarcación
de Ziusudra, aterrizaron junto al altar que este había construido. Cuando Enlil
vio a los supervivientes, Ninagal entre ellos, su furia no tuvo límites. ¡Todo
terrestre tenía que perecer! Gritó con furia; se abalanzó sobre Enki iracundo,
estaba dispuesto a matar a su hermano con las manos desnudas.
¡Él no es un simple mortal, es mi hijo! Gritó Enki señalando a Ziusudra.
Discutieron los dos hermanos sobre el juramento y como Enki no había roto el
mismo gracias al ardid de hablar a la pared.
¡Debe ser la voluntad del Creador de Todo que sobreviva la Humanidad! Dijo
Ninurta a su padre. Ninmah dijo ¡Juro que nunca se repetirá la aniquilación de
la Humanidad!
Ablandándose Enlil tomó las manos a Ziusudra y a Emzara, su esposa, y le
bendijo:
¡Fructificad y multiplicaos y poblad la Tierra!
Así terminaron los tiempos de Antaño.
Vemos que aunque la
Biblia todo se lo atribuya a Yahweh, aquí hay más intervinientes en los dimes y
diretes que hay entre Enlil/Yahweh y su hijo Ninurta, Enki/Satanás, Ninmah y
Ziusudra/Noé.
Por tanto, según este texto, todos somos descendientes de Noé ya que el
resto de la humanidad pereció, aunque lo veremos que en realidad, por otras
zonas hubo algunos supervivientes.
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