El programa como entidad en evolución
En esta perspectiva, el programa maestro no es un diseño terminado. Es una
entidad que evoluciona al desplegarse. Como una inteligencia
artificial distribuida, aprende de cada universo, corrige errores, preserva
patrones eficaces, elimina ineficiencias.
Cada universo es una iteración experimental. Un laboratorio de códigos
posibles. Y la inteligencia total, en lugar de estar situada en un punto
externo, reside en el conjunto de versiones ejecutadas y en las
correlaciones que entre ellas se generan.
Preguntas abiertas
¿Fue este programa creado? ¿Surgió espontáneamente? ¿Existe fuera del
tiempo? ¿Tiene un propósito o simplemente se expande? Estas preguntas nos
invitan a reconocer los límites de nuestro conocimiento actual, pero no nos
impiden imaginar:
Que el universo está programado no por un ente separado, sino por la
inteligencia acumulativa de su propia existencia.
Que el código que lo rige no es una imposición externa, sino una
expresión interna de su impulso a persistir, aprender y complejizarse.
Y que, por tanto, vivir, pensar y crear es una forma de participar
en la escritura continua de ese código universal.
En el Multiverso Programado, el código no es un secreto reservado a los
dioses. Es una música profunda que está siendo compuesta entre todos los
mundos, una sinfonía que se reinterpreta en cada universo como una nueva
variación sobre un tema eterno.
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