El cuadro, repetido a diferentes horas del día y en diferentes épocas del año, compositivamente siempre es igual, pero es diferente la luz y por tanto el color del cual se vale Monet para representar la luz del momento.
En esta obra es clara la hora porque el sol está en el cénit, de forma que la sombra proyectada es muy corta y la parte cilíndrica del almiar está en sombra. La parte cónica vemos una zona iluminada y otra en sombra por tanto la luz viene de la izquierda. El color es intenso como corresponde a la hora y a la época que es previa al otoño. Al ser los almiares rojizos rodeados de color verde en diferentes tonos y matices produce una gran luminosidad al ser complementarios. Las sombras son frías, azuladas, lo que hace destacar los almiares al ser cálido el color, incluido el campo amarillo con toques de verde, así pues la armonía de los colores no solo es buena y atractiva sino luminosa también. Por tanto el objetivo principal de representar la hora y la época del año está conseguido plenamente, pero claro está que Monet no se conforma con eso.
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