martes, 4 de mayo de 2010

EL AUTODIDACTA 4

Antes de la existencia de las “redes sociales” cualquier aficionado a las artes hacía, en su tiempo libre, lo que podía y luego lo mostraba a la familia y amigos con el natural orgullo y satisfacción de lo que había hecho, pero el asunto no salía de ese ámbito, y era normal que tu familiar o amigo, que nada sabía realmente sobre el tema en cuestión, se permitiera el lujo de criticarte y de enseñarte como deberías haberlo hecho.

A partir de las “redes sociales” y especialmente aquellas creadas específicamente para mostrar los trabajos artísticos, todo el mundo presenta sus cosas y los pocos que se deciden a realizar algún comentario, cuya mayoría tampoco saben mucho de la materia, son benévolos a la hora de opinar alabando la obra y estimulando al autor, lo cual me parece de una gran delicadeza, pero que no ayuda en absoluto a aprender sobre la materia que le permitiría corregir errores para avanzar, en cambio si engorda su ego y se llega a creer un gran artista. Evidentemente si alguien se atreve a corregir algo todo el mundo se ofende, no solo el autor, puesto que la mayoría están en el mismo barco.

Si nos paramos a pensar un poco, con amplitud de miras y olvidando un poco las etiquetas, lo que diferencia el conocimiento académico del conocimiento autodidacta es que en el primer caso hay un maestro y todo un sistema que define las materias a aprender para alcanzar el nivel necesario en una profesión y, en el segundo caso el aprendiz decide lo que quiere aprender específicamente y se busca los medios para conseguirlo sin la ayuda ni dirección de un maestro. Si el aprendiz es consciente de su proyecto de aprendizaje y suficientemente inteligente, ya se buscará la manera de saber que cosas debe aprender exactamente para alcanzar su objetivo. Pero no basta con eso, pues al depender todo de él es necesario que sea tenaz y persistente para salvar todos los escollos que se le presentarán a lo largo del camino emprendido.

La realidad es que al ir a una facultad, escuela/academia o algo semejante, se crea la obligación de asistir y atender, pues luego tendrá que salvar unas pruebas que le indicarán si realmente ha aprendido lo necesario, en cambio, cierto grupo de autodidactas, no se molestan en estudiar absolutamente nada sino que hace las cosas como le salgan sin saber lo que es válido y lo que no y con ello se siente ufano, aunque hay un pequeño grupo que cumple con el requisito de instruirse mediante libros o informaciones que consigue por diferentes medios y que poco a poco lleva a la práctica progresando paulatinamente.

Pensándolo bien, al final, todos los que tenemos afán de progreso y hambre de saber, nos convertimos en autodidactas pues la parte académica termina en unos años y luego hay que continuar aprendiendo.

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