En mi casa siempre se inculcó la idea de que había que respetar a todo el mundo, pero en especial a las personas mayores y muy especialmente a los ancianos. Esta enseñanza la incorporé a mi comportamiento y lo llevo a tal punto que yo respeto incluso a aquellos que no me respetan a mí. Si la falta de respeto hacia mi persona llega a niveles superiores, no respondo a la persona que me ataca, amenaza o me falta al respeto, pero me voy a la Policía o la Guardia Civil y le denuncio, así he tenido juicio con algunas “personas”. No soporto las injusticias y tampoco a los energúmenos.
De niño, me he visto involucrado en peleas precisamente por no querer pelear ni siquiera de palabra, otra cosa es cuando alguien me viene y me cuenta una milonga o se pasa de listo, en cuyo caso le respondo con argumento contundentes si soy capaz, dejándolo al descubierto, pero nunca insultando ni atacando gratuitamente.
Por eso no puedo entender a ciertos jóvenes menores de 18 años con los que me he cruzado en alguna ocasión, que vengan a ponerse chulos conmigo, bien sea porque van andando por medio de la calle, obligándome a detener mi coche para no atropellarle y el simple hecho de mirarle provoca en él un insulto hacia mi o bien, porque están haciendo algo indebido y, al hacerles ver lo negativo de su acción, van y me hablan con desprecio. No puedo entenderlo. Algunos mayores también responden de esta manera.
Pero podríamos decir que bueno, que esto es un problema educativo de esos individuos concretos.
Pero luego vemos, por otro lado, como el nivel de insensatez de las autoridades de nuestra España llega a niveles de paroxismo.
Hacemos un gasto enorme de recursos para formar a nuestros jóvenes, jamás ha habido una juventud mejor formada que la actual, aún a pesar de los pésimos planes de estudio en muchos aspectos, y también por la cantidad de alumnos matriculados. Y cuando terminan sus estudios y se les entrega su título, resulta que no encuentran trabajo y, los mejores, deciden marchar al extranjero y trabajar en los países que les acogen. ¿No es de idiotas? ¿Estamos locos? Gastamos aquí un dineral en formarlos y luego van a darles el fruto de su trabajo a otros países, cuando la forma de recuperar el gasto de formación es precisamente con su trabajo.
La misma táctica se sigue con los mayores. Toda una vida trabajando en diferentes oficios, carreras y responsabilidades y cuando se alcanza la máxima plenitud de conocimientos y experiencias nos los quitamos de en medio, los jubilamos y nos olvidamos de ellos. No estoy diciendo que no se les jubile, sino que no se les olvide, que se les utilice de vez en cuando para que aporten a los jóvenes algunos de sus conocimientos y experiencias que enriquezcan a las generaciones venideras. Esto ya me parece una falta de respeto sutil, pero falta de respeto.
Pero lo que me resulta inaudito y no ya insultante sino delictivo, es que ante una pandemia como la que hemos sufrido, ciertas autoridades tengan la insensatez de decidir que ante dificultades de atención sanitaria, se decida que los viejos tenemos que morir en favor de los menos viejos. Hasta este extremo llegamos para hacernos sentir que somos inútiles, que no se nos tiene en cuenta para nada y que prescinden de nosotros hasta para vivir sin preguntarnos. Esto ya no es una falta de respeto, esto es un asesinato arbitrario.
Mucha gente está en contra de la eutanasia, especialmente dentro de la derecha política por presuntas convicciones religiosas y eso que se trata de circunstancias extremas en que el propio paciente quiere irse o bien que se sabe fehacientemente que ya no es una persona sino el equivalente a un vegetal sin posibilidades de recuperación. No obstante cuando hay que elegir, los viejos ya no somos importantes y se nos aparta hasta de la vida. ¿Cómo se puede digerir tamaña incongruencia en la forma de pensar de esta gente? Esto es lo que ha pasado en algunas residencias de viejos, eufemísticamente llamadas de mayores, de la tercera edad. Sin embargo lo que ya es sangrante es cuando te enteras que esas órdenes no se dieron en las residencias privadas, las de pago.
Ahí es donde aparece la ideología y esas personas tan religiosas, tan temerosas con la Divinidad, hacen distinciones entre los pobres y los ricos hasta, en el derecho a vivir de todo ser humano. Los pobres no tenemos derecho a vivir. A estos es a quienes les llamo HP (Hacendosos Públicos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario