Escuchando a Carvajal, un seguidor de Vox, me da la sensación de escuchar a un cura en el púlpito arengándonos sobre los pecados cometidos y el castigo que recibimos de parte divina merecidamente y posteriormente instándonos a rectificar y cambiar nuestro comportamiento. Esto justamente es lo que hacían los antiguos profetas que siempre cargaban todas las culpas sobre el pueblo.
La realidad actual es que la situación de deterioro del planeta es provocada por las élites que dirigen el planeta a su antojo creándonos un sinfín de necesidades innecesarias para esclavizarnos trabajando para ellos para cubrir esas necesidades inventadas por ellos, haciéndonos esclavos de esas necesidades que no teníamos y para poder fabricar todos esos elementos esquilmamos el planeta y lo contaminamos a niveles tales que amenaza con nuestro exterminio.
Estos sermones parecen servir a esa élite para que los esclavos no nos rebelemos haciéndonos creer que todo lo malo que sucede es culpa nuestra y no nos paremos a pensar que las causas reales están en las decisiones que ellos toman para hacernos esclavos de un sinfín de objetos de los cuales ya no podemos prescindir dada nuestra dependencia, tal como sucede con las drogas y hasta las drogas mismas con las que no terminan porque no quieren.
La mejor manera de dirigir a la gente es creándole dependencias y a los que no las tengan se les introduce el miedo.
La televisión es un método de adoctrinamiento y por tanto de control, el teléfono móvil y los miles de mensajes y vídeos que circulan son otra forma de adoctrinamiento o de desinformación y sobre todo, gracias a las redes, Facebook, Instagram, Twiter…saben perfectamente donde estamos, como pensamos, como reaccionamos ante las decisiones que ellos toman, y esa es una información valiosísima para ellos para manejarnos como auténticas marionetas.
La Naturaleza no nos ha enviado este virus, sino que han sido ellos, la élite de una parte para acogotar a la otra emergente, tal como hicieron con Japón en la Segunda Guerra Mundial o con el tsunami de marzo de 2011.
Deberíamos dejar de mirar a nuestro ombligo y mirar un poquito más lejos.
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