Josías fue rey de Judá. Hijo de Amón y Jedidah, engendró a Jeconías y a sus hermanos durante la deportación a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel.
En esta escena vemos cómo el centro la divide. En un lado
tenemos a una madre agarrando a su hijo en pose protectora y con rostro
temeroso y en el otro lado a un padre despreocupado cuyo hijo que se posa sobre
él parece querer ir junto a su hermano. Todas las miradas se cruzan creando una
escena dramática y en tensión.
La enjuta encima del luneto con Josías, Jeconías y
Salatiel fue pintada en solo dos días, trasladando el dibujo del cartón al
enlucido —como por otra parte resulta en todas las enjutas— mediante la técnica
del “estarcido”.
En este grupo probablemente está representada la familia
de Jeconías, retratado con su mujer y el hijo Salatiel. Las tres figuras están
tumbadas sobre la tierra desnuda; Jeconías, con los pies descalzos en primer
plano, duerme medio tumbado, girado hacia el interior. Viste una camisa
amarilla con pantalones blancos, estrechos en los tobillos, que crean un neto
contraste cromático respecto a la sombra del fondo. Más atrás, en un camastro
verde, está su mujer, sentada con la cabeza cubierta con un chal blanco que
desciende sobre la túnica violácea. Entre sus brazos sostiene amorosamente al
pequeñín, acercando su rostro al del niño con materna dulzura. Las actitudes de
las figuras, junto con la atmósfera nocturna, remiten a la definición que dio
San Pablo de los antepasados de Cristo: “peregrinos” y “extranjeros en la
tierra”, en camino hacia la tierra prometida.
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