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lunes, 1 de diciembre de 2025

LA PINTURA DE ANTONIO FERNÁNDEZ SÁNCHEZ

 


 

En la pintura de Antonio Fernández podemos contemplar mares calmos y mares bravos, alguna embarcación luchando contra las olas, campos, lagos y estanques apacibles, campos llenos de nieve y trineos tirados por perros, montes atravesados por ríos y por trenes, rincones hogareños llenos de flores, ciudades  y campos vistos desde globos aerostáticos, plazas bulliciosas que son el corazón de la ciudad…




La luz suave o   intensa, según el estado del cielo, nos permite disfrutar de los armoniosos colores que reflejan los elementos representados dentro de un realismo neoimpresionista, resuelto a base de trazos cortos sobre una base de color más uniforme. Los variados matices cromáticos nos permiten disfrutar de una variada riqueza visual.




El manejo adecuado de la perspectiva lineal y aérea nos crea la ilusión de que podemos adentrarnos en el cuadro y pasear por los campos o montar en uno de los globos aerostáticos que majestuosamente sobrevuelan o navegar en los barcos que cruzan las aguas marinas, percibiendo la atmósfera densa de la lejanía.





Los árboles parecen mostrarnos sus múltiples hojas con sus variados matices y formas, aunque en realidad solo son pequeños toques de pincel dados con gran maestría.




También destacamos el gran espejo que semeja un río de lente discurrir que refleja un hermoso cielo con sus nubes y su luz con sus variados colores y matices lumínicos.






Viendo las pinturas de Fernández Sánchez uno llega a comprender que todo lo que existe está compuesto de átomos variados y de vibración en diferentes frecuencias.

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