La tercera escena, o La separación del cielo y la tierra pertenecería al segundo día de la Creación y, en este caso, Dios es representado de la misma manera que los anteriores frescos: hercúleo, fuerte, imponente. En este caso, tres ángeles acompañan a la deidad cuando este está, de nuevo con sus manos, separando el cielo o firmamento (representado de color azul) del agua (se representa como una franja de color grisáceo sobre la que Dios levita) para, posteriormente, crear la tierra.
Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras». E hizo Dios el firmamento: y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo. Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco» y así fue. Y llamó Dios a lo seco «tierra» y al conjunto de las aguas lo llamó «mares» y vio Dios que estaba bien. (Gn I, 6-10).
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