Ponciano (* Roma, ¿? - † Cerdeña, 19 de noviembre de 235) fue el papa n.º 18 de la Iglesia católica de 230 a 235.
Ponciano es el primer obispo de Roma en la historia de la Iglesia que no permaneció en la silla de San Pedro hasta su fallecimiento ya que renunció el 28 de septiembre de 235, fecha que además constituye la primera renuncia de la historia papal totalmente confirmada por documentos históricos.
Procedió a confirmar la condena que Demetrio de Alejandría lanzó sobre los textos de Orígenes sobre la Resurrección y ordenó el canto de los Salmos en las iglesias y la recitación del Confiteor antes de morir y el uso del saludo Dóminus vobiscum (‘El Señor esté con vosotros’).
Al igual que sus antecesores, se enfrentó al antipapa Hipólito que mantuvo el cisma que había iniciado al negarse a reconocer a Ponciano como obispo legítimo. Ponciano formaba parte de los amigos del emperador Alejandro Severo, y a su destitución y muerte y la consiguiente subida al trono del imperio de Maximino el Tracio, que reactivó las persecuciones contra los cristianos, provocó que tanto Ponciano como Hipólito fueran deportados a las minas de sal de Cerdeña donde lograron reconciliar sus posturas poniendo fin al primer cisma que había sufrido la Iglesia al renunciar ambos a favor de Antero.
Poco después de la renuncia, Ponciano e Hipólito fueron martirizados al ser azotados hasta la muerte, tras lo cual sus cuerpos fueron trasladados a Roma donde fueron inhumados en las catacumbas de San Calixto
De su tiempo es la virgen y mártir santa Cecilia, patrona de la música. Bajo el pontificado de Ponciano, Valeriano (quien se cree que era el mismo Valeriano esposo de santa Cecilia) se convirtió al cristianismo y fue martirizado.
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