EL SOFTWARE DIVINO, eso es lo que yo creo, es un superprograma sustentado en la Energía Fundamental que es todo lo que existe, y que comanda a todos los elementos existentes que contienen sus propios programas inherentes a su naturaleza. La única forma de que te sucedan cosas diferentes a las que te suceden es cambiando o modificando tu propio programa, acorde con ello te sucederá lo que corresponda a ese cambio.
Realmente creo que la muerte la programamos nosotros mismos de manera inconsciente, por tanto es algo que no me preocupa, será cuando tenga que ser. Las dos veces que he estado a punto, por accidente, lo asumí sin problemas.
He dicho accidente pero sin que ocurriera nada trágico, fue un conato. El primero fue una mañana de invierno salí de viaje a San Sebastián y me acompañaba mi mujer en esa ocasión. Al tomar una curva abierta a la altura de Buitrago, antes de llegar a la Sierra de Madrid, debido al hielo que había en la carretera, el coche se giró y marcha atrás, es decir, de culo, el coche se volvía solo para Madrid y cuando la carretera hacía curva cerca de un desnivel de unos 30 metros, a un metro del borde el coche se detuvo. Cuando pasados unos minutos quise arrancar el coche, no tenía fuerzas ni para pisar el acelerador.
La segunda vez fue bañándome en Gandía, vi que había resaca y mis hijos estaban bastante adentro, así que fui nadando hasta ellos y les dije que volvieran a la orilla y de pronto veo que ellos llegan a la playa y yo estaba cada vez más adentro, intento hacer pie y me percato de que por debajo tenía unos tres metros de profundidad y entonces grité a mis hijos para que me ayudaran a salir pero como no tenían experiencia no lo conseguíamos. Así que les dije que salieran rápido y avisaran a los vigilantes. Yo en ese momento pensé que había llegado el final y lo asumí. Me dije "hasta aquí he llegado". Después de unos minutos que se me hicieron una eternidad, llegaron dos vigilantes, me cogieron cada uno de un hombro y me dijeron "dele a los pies rápido" y yo dale…
He tenido otros conatos pero no tan claros como estos.
La autoprogramación respecto a la muerte sucede de diferentes maneras dependiendo del individuo, de su psicología, y de la manera de reaccionar ante los acontecimientos que le sobrevengan. Un individuo que corre altos riesgos, está acostumbrado a reaccionar ante los peligros que le sobrevengan, pero si se excede en su confianza y arriesga más allá de sus posibilidades se matará. Por el contrario, si se sobreestima ante una acción de poco riesgo y no está suficientemente atento, también caerá en algún momento.
La gente que por alguna causa, propia o de alguien a quien quiere profundamente, sufre de manera intensa, poco a poco va minando su salud y al final cogerá una grave enfermedad, incluso cáncer y si no cambia su programa morirá. En realidad él se fue programando para morir porque le resultaba insoportable ese sufrimiento. Todo esto sucede de manera inconsciente, claro, y puede suceder que cuando le llega la enfermedad, reaccione y cambie su actitud, con lo cual se reprograma y se cura.
Yo tuve un compañero que era bastante hipocondríaco. Comenzó a comentar que sentía por la cintura un dolor intenso y que pensaba si podría ser apendicitis. Se fue al médico y este vio que efectivamente ese era el problema, no se como llegó el médico a ese diagnóstico. El caso es que le operaron y tenía el apéndice en perfecto estado. Él provocó que a la hora de hacerle análisis diversos aparentara que tenía realmente el problema. Y estoy convencido que de haber esperado unos cuantos meses, al final el apéndice habría enfermado de verdad.
Tuve un amigo que nos contó una aventura suya en la que cometió un fraude, facilitando la adjudicación de un concurso a una empresa concreta, por esta manipulación él recibió como premio una especie de chalet hecho en madera del que él estaba muy satisfecho. Cuando lo contaba yo percibí como cierta amargura, como que estaba arrepentido de alguna manera. Unos 10 años más tarde fallecía de cáncer. Yo estoy convencido que su conciencia le mató, programó su muerte como castigo.
Tengo unos vecinos de escaso desarrollo intelectual. Tienen una hija de unos 30 años con esquizofrenia paranoide. La "niña" no tiene amigas, ni amigos, ni trabaja, ni nada, pues cuando le entra una crisis la lía gorda esté donde esté. Siempre está en su casa y cuando habla es para montar un "pifostio" cagándose en todo lo cagable, desde Dios para abajo. Tira todo lo que pilla, así que supongo que cuesta dinero lo que rompe, subsiste a base de unas pastillas que no siempre se toma y es cuando estalla. Esto ocurre desde cuando tenía unos 12 años. Hace unos 4 años el padre tuvo que ser operado de un cáncer de garganta que achacaron al tabaco, y un año más tarde, la madre se tuvo que someter a quimioterapia por cáncer de mama. Todo esto después una serie de crisis casi diarias de la hija. El hermano no tuvo ningún problema porque él no paraba en casa y pasaba de todo. Así que más claro agua. La mente humana reprograma buscando una salida a tanto sufrimiento.
Una amiga que un día, una de sus hijas se fugó de casa porque no aguantaba a su padre que la exigía mucho y la controlaba en exceso. Estuvieron varios meses sin saber de ella y luego supieron donde estaba pero no se dejó visitar durante más de un año. Mi amiga sufrió un cáncer de mama. La hija se ablandó y resolvieron la situación aunque la niña no volvió a casa, pero finalmente se embarazó, se casó y todos felices. Mi amiga sanó.
Conozco algunos casos más semejantes a estos.
Así el sufrimiento, no importa la causa, puede ser una condena a muerte.
En el otro extremo tenemos, por ejemplo, a los toreros. La mayoría de los toreros tienen origen humilde y hasta de necesidad extrema. Ellos se llegaron a obsesionar con el triunfo porque era la única salida, triunfar o morir. Recuerdo declaraciones de EL CORDOBÉS que cuando recibía una cornada y recibió muchas, pues arriesgaba mucho, solía comentar "más cornadas da el hambre". Esta gente se programa para el triunfo.
Es evidente que no basta con desear las cosas sino que hay que trabajar para conseguirlas, haciendo lo que convenga hacer.
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