La sibila es sorprendida mientras coge o coloca el libro detrás de ella, realizando un movimiento de rotación del cuerpo. Dicho gesto, asociado al hecho de que se trata de la última de las Videntes dirigidas hacia el altar, ha sido interpretado por una parte de la crítica como si guardase el libro con las profecías frente a la venida del Mesías.
La sibila Líbica era la sacerdotisa profética que
presidía el oráculo de Zeus Amón (Zeus representado con los cuernos de Amón) en
el oasis de Siwa, en el desierto de Libia. Predijo la llegada del día en el que
todo lo que está oculto será revelado.
La sibila Líbica encarna el mandamiento No tomarás
el nombre de Dios en vano. En el fresco, la sibila sujeta un libro que es la
Biblia, expresándola Michelangelo como el nombre de Dios. Su cabeza cubierta
está rodeada de figuras semiocultas que la desplazan de su base. Su manto está
girado, su ropa interior desordenada de la cual sale una cinta quedando
atrapada a la base. Los niños comentan sobre la acción de la sibila y uno de
ellos está envuelto en un manto blanco. Lo que Michelangelo quiere representar en
esta escena es que no debes dejar que te llenen la cabeza con falsos Dioses e
imágenes ni que ellos te rodeen, porque seguirán apoderándose de ti y
desestabilizarán de tu base espiritual. Te irán desordenando tu interior y a
ellos quedarás atrapado quedando envuelto en su manto si tomas el nombre de
Dios en vano.
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