El proyecto iconográfico, como ya hemos comentado, comprendía una serie de retratos de los treinta primeros pontífices en hornacinas entre las ventanas y dieciséis grandes paneles con las Historias de Moisés (pared derecha) y las Historias de Cristo (pared izquierda), colocados en paralelo para representar, en conjunto, la transposición de la ley divina de las Tablas de la Ley a la figura de Cristo y de estas, a través del episodio clave de la Entrega de las llaves San Pedro y sus descendientes, es decir, el propio pontífice. Por lo tanto, era una reafirmación del fundamento y la sacralidad del poder papal, con referencias explícitas también a quienes se atrevían a contradecirlo, evidente en la escena del Castigo de los rebeldes.
Respecto a las obras de Cosimo Rosselli, Vasari relata cómo sufrieron la ironía de los otros maestros por su debilidad en el dibujo: él era, de hecho, el menos dotado entre esas fuertes personalidades artísticas. Rosselli, sin embargo, consciente de sus límites pero también inteligente, había acentuado el uso de colores fuertes y brillantes y de reflejos dorados que reverberaban sobre todo a la luz de las velas. Esto fue particularmente agradable para el Papa, quien, entendiendo poco de arte, evidentemente prefirió lo llamativo a lo bello, decretando su preferencia precisamente por Rosselli.
La escena, como otras en el ciclo, muestra varios episodios simultáneamente y se aclara con la inscripción en el friso de arriba: PROMULGATIO LEGIS SCRIPTE PER MOISEM . Sobre Moisés, arrodillado en el Monte Sinaí y siempre seguido por Josué (en este caso dormido), recibe las tablas de Dios que aparece en una nube luminosa rodeado de ángeles.
En primer plano a la izquierda, Moisés lleva las Tablas al pueblo de Israel, contra el fondo del campamento, pero en el centro descubre la creación del altar del becerro de oro, alrededor del cual los judíos se arrodillan en veneración alentados por Aaron. La posición de espaldas de algunos de ellos se reservaba normalmente para figuras negativas, como Judas Iscariote entre los apóstoles de la Última Cena. Ante esa visión, Moisés, en el centro, se enoja al romper las Tablas en el suelo. A la derecha puede verse algunos retratos en primer plano de la multitud del pueblo y en el fondo el castigo de los idólatras y la recepción de las nuevas Tablas.
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