No está demás señalar lo impactante y ofensiva que debía resultar esta escena en el siglo XVI. Los Papas y autoridades de la época dejaban pasar este tipo de “humillaciones” porque sabían que no había genio que lograra ni de cerca lo que Miguel Ángel podía plasmar.
Debajo de las parejas besándose, aparecen diversas mujeres entre los hombres. Son las esposas y las madres, en una intención de demostrar que ellos no alcanzaron por si solos el estado donde están, sino con la ayuda de las mujeres fuertes y piadosas que siempre los apoyaron.
En el centro de la obra está la representación de Cristo, capturándolo en el momento anterior al pronunciamiento del veredicto del Juicio Final. A la derecha de Cristo está su madre, la Virgen María, quien está girando la cabeza en un gesto de resignación sin poder intervenir más.
Esta representación de Cristo rompe por completo con las representaciones tradicionales, no lleva barba, es musculoso, con una pose sensual y enfurecido al mismo tiempo. Una representación poco cristiana.
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