lunes, 24 de octubre de 2022

LA OTRA HISTORIA DE CRISTO capítulo VII

 


San Ireneo (c. 130-200) aportó también un sólido razonamiento para justificar la selección de los libros canónicos cuando escribió que “el Evangelio es la columna de la Iglesia, la Iglesia está extendida por todo el mundo, el mundo tiene cuatro regiones, y conviene, por tanto, que haya también cuatro Evangelios. El Evangelio es el soplo o relato divino de la vida para los hombres, y pues hay cuatro vientos cardinales, de ahí la necesidad de cuatro Evangelios. El Verbo creador del universo reina y brilla sobre los querubines, los querubines tienen cuatro formas, y he aquí que el verbo nos ha obsequiado con cuatro Evangelios”

Así que queda muy claro que todo esto es una tomadura de pelo absoluta.

Esos son los motivos por los que la iglesia consideró irrefutables a esos cuatro Evangelios –de entre otros, tales como el de Thomas, Magdalena o Judas que sí lo conocieron directamente a Cristo-. Tan “irrefutables” que se refutan entre sí.

Los cuatro evangelios canónicos entre sí no están de acuerdo en casi ninguna de las cosas que dicen. A los de Mateos, Marcos y Lucas, se los llama “Sinópticos”, que significa “con un solo ojo”, para hacerle quien los lea, que están escritos en una igualdad de criterio. Entonces ya se los lees hipnotizado –si se los lee-. Los cuatro Evangelios entre sí, presentan cuatro Jesuses completamente distintos.

¿En función de qué los ponen en ese orden? ¿Cuál es el criterio? Alfabético, obviamente no. La respuesta es tan antipática como lo que sucedería si se respeta el orden cronológico de escritura: Si ponen el de Marcos primero, Cristo es un limón, es ácido, no tiene gracia.
Y su infancia directamente es un limón seco: nada. Ni existe. Ponen primero el más espectacular: el de la virgen, el de la matanza de niños, el de la Estrella de Belén, el de los Magos, el de la huida de Egipto el de Mateo.

El siguiente en espectacularidad, es Lucas y a Marcos lo ponen –aunque es el primero en escribirse- en el medio de ambos. Pura estrategia: Ni primero –para que el efecto sea de conmoción por la presentación del personaje-, ni último –para que no te quedes con “sabor a nada”-. Cuando el personaje ya le gustó al lector que lo siguiente, le coincida con el que eso que le gustó.

En la Biblia, el orden es Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Y es el que conviene para que tenga una fortísima imagen previamente armada. Es lo que hace Mateo, y que luego esa imagen secada en Marcos, sea rearmada por Lucas. Y recién cuando ya has sido hipnotizado y polarizado lo suficiente por un Cristo con súper poderes entonces recién el más “peligroso” Juan, que muestra al Cristo Iniciático y que desde el principio aclaran es “de otro palo”, no es “sinóptico”

LA IGLESIA NO SURGIÓ DE LOS EVANGELIOS, LOS EVANGELIOS SURGIERON DE LA IGLESIA.

Primero hubo una iglesia y después hubo Evangelios. Esto es literalmente fundamental. La iglesia decidió éstos son los Evangelios, los otros no. No es que siguieron los Evangelios para fundar a la iglesia. Sino que ya había una iglesia y decidió éstos son los Evangelios que vamos a seguir. Por lo tanto la iglesia no está fundada por los Evangelios.

José y María

Para no fundarse en lo que los Evangelios dicen sobre Cristo, lo primero de lo cual la iglesia nunca quiere escuchar, es acerca del nacimiento mismo de Jesús. Y eso empieza por María y José.

De Sadoc, vendrá José; el descendiente del descendiente, 7 generaciones después, es José. Tanto es así, que en Mateo, el padre de José, o sea el abuelo de Jesús, está con un nombre y el padre del padre de José, en Lucas, está con otro nombre. En Mateo, es Jacob el abuelo de José y en Lucas es Eli el abuelo. Entonces ¿de quién viene, de Jacob o de Eli?
Segundo: hubo levirato.

Levirato -Deuteronomio, capítulo 25 versículos 5 al 10-; y esto es muy importante porque quiere decir que forma parte de la Mishnah: La ley Judía, el pentateuco que en otras culturas es el heptateuco para los hebreos. Los primeros 5 libros o 7 libros de la Biblia. Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Es lo que para los judíos escribió Moisés de su puño y letra. ¿Qué quiere decir esto? Todo lo que está ahí lo tiene que respetar. La Mishnah es la ley que incluye cuestiones tales como la famosa cuestión del Sabbath.

No se puede salir a tantos metros de donde tengas tus pertenencias; o sea, si yo me aparto de mis pertenencias más de una cantidad de metros, ya es considerado trabajo y por lo tanto rompí el Sabbath ¿Qué hacían entonces los judíos? el Viernes repartían a varios metros de la casa, a varias manzanas, algunas pertenencias. Esa sí era una cuestión muy seria para los judíos, y compete a la historia de Cristo.

Cuando a alguien se le muere un hermano, y ese hermano no le pudo dar un hijo varón a su esposa, el hermano que queda vivo se lo tenía que dar. Es decir, lo importante era que la mujer tuviera un hijo varón. Que las familias tengan un hijo varón. Si se moría un hombre y no le había dado el hijo varón a la esposa, el hermano, por Levirato, se lo tenía que dar. Y ese hijo, ¿de quién era? de los dos. Se consideraba que era tanto hijo del muerto como del vivo.

 De hecho, solía llevar el nombre de ambos. Esto es lo que pasó con el abuelo de José. Por levirato era hijo de Elí, por eso es que si lees en Mateo vas a leer que era de Jacob y el otro de Elí. Pero en ambos casos seguimos hablando de que sigue siendo una sucesión de las que fueron las 7 generaciones de Sadoc a José, y que en ninguna de ellas se conectaba directamente con la sangre pura davídica. Aunque era parte del clero, porque había sido educado por un sacerdote y tenía toda la tradición y la costumbre, no era en realidad de sangre pura. Por eso José en la Biblia no es tan importante, no es fundamental. Pero lo que sí es fundamental, es que no fuera considerado padre de Cristo, porque si José fuera el padre de Cristo, no era entonces Davídico.

Y si Cristo no era Davídico no podía ser el Mesías. José no era Davídico; pero sí era un personaje prominente del Sanedrín. Porque era un sacerdote, educado por generaciones 7 seguidas desde Sadoc, y el mismísimo Sadoc educó a su séptimo abuelo hacia atrás. No era un cualquiera, era alguien muy importante: pero otra cosa es que tuviera la simiente de David, la semilla de David.

¿Cuál era el rasgo fundamental entre la pareja de José y María? 90 contra 15 años.
José era prominente sacerdote del Sanedrín. Y por la Mishná, cuando una mujer era de la simiente de David, cuando era de verdad davídica pura, no se podía casar con quien ella quisiera, sino que se tenía que casar y tener descendencia con alguien Davídico o Aarónico. Y tenía que vivir recluida en el templo hasta una edad núbil. Y llegada la edad en la que podía procrear, desde el templo tenían que decidir con quién iba a procrear para que la semilla de David y la semilla de Aarón se mantuvieran puras.

No se trataba de enamoramientos pues José tenía 90 años y era sacerdote. ¿Por qué nos cuentan que era carpintero?

Herodes el Grande, fue el más importante de todos. Era un rey buenísimo para los hebreos. Pero los hebreos le habían tomado el tiempo. El hombre no era hebreo, era idumeo, árabe. Es decir, él era hebreo, pero su sangre no era hebrea, era idumea. Por lo tanto el pueblo lo tenía como un rey de segunda, un reyecito. Un títere de Roma.

Como Herodes no tenía el respeto ni el cariño del pueblo, se la pasaba haciendo obras cada vez mejores para ver si el pueblo lo quería... entonces le habían tomado el tiempo. Cuando les hizo el templo, más lindo que el que tenían antes, lo descubre y el pueblo les tenía que dar lo siguiente.

Más aún porque además, el pueblo sabía de su punto débil: le gustaban las muchachitas jóvenes. Y ahí viene la historia de Salomé.

Herodes se casó con Herodías. Y Herodías tiene una hijita, Salomé. La nenita tenía sus atributitos y bailaba lindo y a Herodes le empezó a cansar que el público no lo respetaba y que la esposa estaba un poco mayor de edad y él al final de cuentas era el Rey, y nunca una alegría.

Se cuenta -se cuenta, digo, porque no es así- que Herodes entonces empieza a ser seducido por la hijita, Salomé, hijita de Herodes y Herodías; y Salomé es ofrecida por Herodías. O sea, a su propia hija le dice, “ve con él” a cambio de algo. Esto es una leyenda, que al mismo tiempo cubre y muestra la verdadera historia: que Herodes se había enamorado de la esposa de un príncipe árabe y estaba por ir a la guerra para quedarse con la hija de ellos.
O sea: encima de todo lo que le pasaba a los hebreos, ahora, por un rey que en plena crisis de la vejez le había gustado la hija de un príncipe árabe, estaban por entrar en guerra contra Arabia, que después de Roma, era lo peor de lo peor. El pueblo es como que se había cansado.

Y alguien sale a decir que ese Rey era un pecador. ¿A que no saben quién? Juan el Bautista. Se pone a gritar a los cuatro vientos que Herodías entregó a la hija. Acá se mezclan las dos, la leyenda y la historia: Salomé tenía en realidad 35 años. Por lo tanto, a Herodes no le interesaba – a los 35 años, ya no hablamos de una mujer sino de una vieja en el concepto de entonces.

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