La importancia la adquirió después, pero los historiadores de la época pueden contar la historia sin nombrar a Cristo. Flavio Josefo era un historiador judío fariseo. Fue uno de los caudillos de la rebelión de los judíos contra los romanos, fue tomado hecho prisionero y trasladado a Roma, donde llegó a ser algo así como el favorito de la familia imperial, lo cual, sumado a su origen fariseo, le valió el odio de los judíos, que lo consideraron traidor.
Como había formado parte de las revueltas zelotes conocía técnicas militares que los romanos no conocían, y que para ellos eran altamente codiciables. De hecho, llegan a aceptarlo como integrante del ejército de Roma, motivo por el cual, formó parte de la terrible invasión a Masada.
Por eso conoce -y es la única fuente que lo relata- lo que ahora vamos a contar como podamos, porque en verdad es muy duro. Masada fue una fortaleza, que Herodes había construido para sí mismo, y por eso la hizo en la cima de un monte prácticamente inaccesible. Pero años después de la muerte de Herodes, los zelotes encontraron que el lugar era inmejorable para comandar la revolución del pueblo Hebreo hasta liberarse de Roma.
La cuestión es entonces que los romanos se ven en un serio aprieto porque Masada empieza a generarles problemas de verdad. Militar, política y económicamente. Porque además los muchachos cobraban peaje: para pasar cerca de la zona de Masada, había que pagar. Una abierta provocación al Imperio Romano.
En el 66 después de Cristo, los romanos dicen “se acabó”. Hasta ese momento, romanos tenían una cuestión por la que los judíos estaban muy cómodos: Los romanos les respetaban la religión a los judíos lo cual sumado a la enorme “ventaja” de que si eras parte del imperio Romano –aún como conquistado- nadie se metía contigo, ningún enemigo de otros países te atacaba.
Entonces los judíos muy de la boca para afuera querían liberarse pero una gran mayoría estaba muy cómoda siendo súbditos de Roma. Esa hipocresía es la que primero va a sacar a relucir Juan. Y luego, es lo que Cristo les va a recriminar. La mayoría estaba muy cómoda siendo esclavo en relación de dependencia de los romanos. Preferían pagarle tributo al César, que correr los riesgos de ser libres.
Los romanos –que nunca se habían cansado de los súbditos- de lo que sí se cansaron es de los rebelados. En el 66 d.C., Tito dice me hartaron los judíos con estos zelotes. “Que no quede piedra sobre piedra”. Y para eso lo primero, era destruir Masada. La toma le llevó no un mes, no un año sino cinco años.
Durante cinco años, los Romanos decidieron hacer lo siguiente: ¿quieren quedarse ahí arriba? “Lo similar cura lo similar”: les construyeron un doble muro alrededor del doble muro que ellos habían construido. Es decir, los encerraron adentro de la fortaleza. Para que no pudieran salir y no pudieran entrar. Más tarde o más temprano se les iban a acabar los medicamentos, la comida. Ellos adentro tenían huerto, tenían agua, podían sobrevivir muchísimo; pero por supuesto, la cuestión empezó a hacerse cada vez más difícil. Pasaban inviernos, pasaban veranos, solo podían consumir lo que tenían. Y había familias enteras. Nacimientos, muertes, necesitaban medicamentos. Cada día que pasaban, la situación era peor. Los zelotes aguantaban, trataban de hacer huecos en los muros.
Era una carrera de resistencia; quién se iba a cansar primero. Y por supuesto la paciencia no era un atributo de los romanos. Bastante aguantaron. Al quinto año, dijeron: “estamos aquí por ese maldito muro de madera, quemémosle. Rodean, riegan con brea el muro y encienden fuego. Pero el fuego se les viene en contra a los romanos, por el viento. O sea, estuvo muy próxima a darse vuelta la historia, y que el imperio sea hebreo y no romano. Hasta que escuchen lo que pasó: Entre la tropa que ingresaba estaba Flavio Josefo. Por lo tanto Flavio Josefo entró y vio lo que había ocurrido y él como historiador lo cuenta y es uno de los pocos
que lo saben. Cuando adentro vieron que el fuego les estaba siendo favorecedor hicieron lo que nunca hay que hacer: se aflojaron festejando antes de tiempo.
Pero el viento se les dio vuelta. Un par de leyendas bastan para darse una idea de lo que era Masada; porque de verdad es muy duro: A los soldados no les podían dar la hortaliza de la huerta para mantenerlos en condiciones de llevar a cabo los combates y las madres hirvieron a sus hijos para dárselos de comer. Sea leyenda o historia, nos da una clarísima idea de lo que eran los zelotes.
Con esos muchachos, andaba Jesús. Eso, para que empiece a romperse la idea acerca de Jesús y su círculo. Lo que no quiere decir que Jesús fuera un revolucionario guerrillero.
Cuando vieron que el fuego se les puso en contra y entendieron que Dios los había abandonado los padres de las familias que quedaban, dieron la orden de mandar a matar a todos sus familiares y al final suicidarse ellos. Los padres mataron a los hijos, a las esposas y se suicidaron ellos, y ordenaron quemar todo para que los romanos no se lo pudieran llevar.
En realidad, no todo: se encargaron de no quemar la comida que aún les quedaba, como un mensaje de que no es que se suicidaban porque no tenían más comida. Flavio Josefo, siendo integrante del ejército romano, ingresa. Y cuando ingresa, el panorama es tan desolador que cuenta en “Las Guerras Judaicas” que a los romanos es la única vez que los vio llorar en su historia. Nunca vio que el ejército romano llorara, y menos ante el enemigo. La única vez, fue en Masada.
Pero debajo de una mesa, una mujer se había escondido con sus hijitos, y sobrevivieron. Ella es la que le cuenta la historia de Masada a Flavio Josefo y por eso hoy la conocemos.
¿Por qué nos importa? Porque Masada terminó con los zelotes. Y junto con los zelotes, se acabó la esperanza más concreta que tenía de liberación. Sucedía como con todo pueblo que tiene que convivir con una guerrilla: aunque no quieran a los guerrilleros, quieren que ganen así la terminan de una vez. Junto con los zelotes, se les extinguió la última esperanza. En ese momento cuando se les acabó la última esperanza, y Roma tomó su máximo imperio porque venció a los zelotes que eran la última esperanza.
* Los 4 Evangelios *
Porque precisamente, para que nunca pudiera haber olvido ahí se escriben los Evangelios. Ante la inminencia de que la cultura hebrea podía terminar para siempre, escriben los Evangelios.
La orden de Tito era “que no quede piedra sobre piedra, que no se sepa que existió alguna vez la cultura hebrea”. Ante eso, como un tipo de resistencia pacífica, son escritos los Evangelios. Pero extremadamente controlados, porque más tarde o más temprano, Roma se iba a enterar, y el único modo de que los Evangelios tuvieran la posibilidad de no ser quemados también, era que el papel de Roma no sea determinante que es como, efectivamente, está en la Biblia.
Y si la historia zelote era lo álgido en el momento, y los zelotes finalmente no les habían dado la liberación, centran toda la escritura en aquello que aún –por motivos que mucho más adelante vamos a comprender- podía darles una esperanza de liberación: ¡Cristo!
Ahora bien. Si ahí comienzan a escribirse los Evangelios del Nuevo Testamento, vemos que en el mejor de los casos, el primero se escribió unos 70 años después de la Cruz.
Y para muchísimo peor, de los cuatro evangelistas sólo uno conoció a Cristo; y es el que se escribió el último, para colmo.
Los evangelios se escribieron varias décadas después de los hechos que relatan y por gente que no estuvo ahí y que habla de Cristo sin siquiera haberlo conocido. Y ya eran tipos de mucha edad que dependían de sus recuerdos que a su vez “les contaron que les contaron”
¿Cuál es el primer Evangelio, de los canonizados, que se escribe? El primer Evangelio que se escribe es el más corto de todos y el menos espectacular. Quiere decir que si a nosotros nos quedara el Evangelio original, María no era virgen, no hay Estrella de Belén, no hay Reyes Magos y a nadie se le ocurriría que en toda la infancia de Cristo ocurrió algo importante, o que merezca siquiera atención, porque el primer Evangelio canónico es el de Marcos. Y el Evangelio de Marcos ¿desde dónde empieza? desde la adolescencia de Cristo.
O sea, para aquél que en ese momento fue el único que escribía y el que decía: “de mi escrito dependerá que se conozca quién fue Cristo” no había nada digno de contar de la infancia de Cristo y ese silencio ¡habla a gritos!
El Evangelio de Marcos es el más corto de todos, se escribe en el 70 después de Cristo. Es un Evangelio escrito muy rústicamente ¿por qué? Porque Marcos pensaba en Arameo y hablaba en Arameo, pero escribía en griego, y tenía un griego rudimentario. Él quería escribir en griego para que se enteren los gentiles de que había existido un Cristo. Los judíos ya lo sabían, entonces escribe en un griego forzado, por eso también es un Evangelio corto. Y escribe lo que él entiende lo que es lo importante de la vida de Cristo. ¿Quiere decir que en el Evangelio original nada importante le encontraron en la infancia? Totalmente. La infancia de Cristo es totalmente desechable. Pero cómo ¿Y La Estrella, y la virgen, y los Reyes Magos? Nada. En el relato original, auténtico y primero, no existen.
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