El segundo fresco es una de las escenas más famosas tanto de la obra de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina como de los relatos del Génesis: El Diluvio Universal. Según el biógrafo Condivi, esta fue la primera escena que pintó en la Capilla Sixtina, considerándose por los estudiosos como una de las más vastas de toda la composición.
El desarrollo de los acontecimientos crea un ambiente agitado, turbulento y trágico a través de diversos planos donde se plasma la desesperación de la humanidad y que Miguel Ángel hace posible a través de los múltiples personajes (más de 60) en actitudes muy diversas ante la hecatombe que están viviendo.
A la izquierda de la composición y en primer plano, encontramos un pequeña porción de tierra que, aunque parece bastante inestable, sirve de refugio temporal para el grupo de personas que está en ese lugar. Algunos tienen esperanza de sobrevivir y cargan con sus pertenencias, mientras que otros parecen haber desistido y solo esperan el fin. Un árbol deshojado y apenas sin vida, es trepado por un joven que busca protegerse a cierta altura del oleaje violento y de la tormenta.
En la zona derecha, otro grupo se cobija bajo una tela atada a otros dos árboles encima de una roca que sobresale del agua. El dramatismo es aún mayor que en la primera escena, ya que se observa como los personajes intentan llegar a la roca agarrándose a las raíces o incluso algunos se deshacen de algunos cuerpos ya sin vida arrojándolos al mar (en la parte izquierda de la roca).
La tercera escena ya se aleja más de las dos anteriores, pero el dramatismo sigue presente. La pequeña y frágil embarcación está hundiéndose por la cantidad de personas que viajan en ella, por lo que algunos no tienen compasión e intentan tirar a otras personas al mar para aligerar el peso. Algunos ayudan a que la canoa avance hacia el Arca, mientras que otros intentan subirse sin éxito. Cabe destacar la figura de una mujer (se distingue porque va vestida) que alza los brazos suplicando a Dios que tenga piedad de ellos.
Al final de todo, se divisa el lugar de la salvación: el Arca. Miguel Ángel añade rasgos propios de un edificio de carácter religioso para crear una analogía entre el Arca y la Iglesia, ya que consideraba que era el lugar de salvación de los cristianos.
Con ayuda de una escalera, los elegidos a sobrevivir por Dios van entrando dentro del Arca, mientras que la paloma blanca está en la parte más alta de la embarcación como símbolo de que, varios días después del desastre, será enviada por Noé y volverá con una rama de olivo; en ese momento, es cuando termina el Diluvio.
El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Crecieron las aguas y levantaron el arca que se alzó de encima de la tierra. Subió el nivel de las aguas y crecieron mucho sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. […] Al cabo de cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, y soltó al cuervo, el cual estuvo saliendo y retornando hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. Después soltó la paloma, para ver si habían menguado ya las aguas de la superficie terrestre. La paloma, no hallando donde posar el pie, tornó donde él, al arca, porque aún había agua sobre la superficie de la tierra; y alargando él su mano, la asió y metiola consigo en el arca. Aún esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma fuera del arca. La paloma vino al atardecer, y he que aquí que traía en el pico un ramo verde de olivo, por donde conoció Noé que habían disminuido las aguas de encima de la tierra. Aún esperó otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió donde él. (Gn 7, 17-18; 8, 6-12).
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