El sacrificio de Isaac pertenece
al Génesis y describe el momento en que Abraham, su padre, está a
punto de acabar con la vida de Isaac por orden del Señor.
Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó ahí
Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso
sobre el arca, encima de la leña. Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo
para inmolar a su hijo. Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los cielos
diciendo: «¡Abraham, Abraham!». Él dijo: «Heme aquí». Dijo el Ángel: «No
alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres
temeroso de Dios, ya que no me has negado a tu hijo, tu único». (Gn 22,
9-12).
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