miércoles, 2 de noviembre de 2022

LA OTRA HISTORIA DE CRISTO capítulo XIX




La gran división
Empieza a ponerse de manifiesto un problema que en la Biblia está presente en todos lados, pero desde la hipnosis colectiva desde la cual se lee la Biblia –si se la lee- no se lo advierte: la familia empieza a mostrar un serio resentimiento, porque este era el Ungido de la familia y ahora no es el Ungido por la familia.

¿Cómo podía repercutir eso en la familia? Obviamente: “Resulta que nosotros somos más o menos como él, tan de la familia como él, si él se muriera quedarían los hermanos pero él no se hace Ungir por la familia”

Es en ese acto –que la Biblia consigna que fue motivo de profundas quejas, por parte, precisamente, de la familia- donde Cristo comienza a mostrarle al mundo el que será su Factor Diferencial: No se apoya en la Unción, se apoya en la Iniciación. No es que lo tenemos que seguir porque es el Ungido, sino que se encargó de instruirse, porque se encargó de iniciarse.

Entonces ¿Con ser de la familia no alcanza? Serísimo problema más aún si esa familia era nada menos que una de las familias centrales de la cultura hebrea.

Empieza un terrible problema:
No le importa en lo más mínimo si son familiares, esenios o zelotes y mucho menos aún si son de familias de sangre pura o no. Simplemente, empieza a enseñar a quien desee enseñanza.

Es decir que, con un cambio de forma nada más otra vez, se encontraban con eso que los antepasados creían ingenua e ignorantemente haber resuelto yéndose de la India: Pues lo que Jesús estaba haciendo, era dar Enseñanza sin importarle las castas. Y la respuesta de la familia encarnaba claramente la respuesta de los Brahmanes.

“Los Pablos”que deciden llevar esa enseñanza a las castas gentiles.

“Los Pedros” representan un problema extremadamente serio. Algo que remite nada más y nada menos, que aquello que a Cristo le pedía que se apoyara en su sangre para ser “El Ungido”

¿Vieron que se dice que Pedro tiene las llaves del reino? Es tal cual: Pedro es el personaje clave que te va a ordenar a todos los de alrededor.

¿Se acuerdan que había quedado claro que en Cristo había hermanos? ¿Cuáles eran los nombres? Santiago, Simón, Judas y Andrés.

Y la Biblia dice -Mateo 10,2 16,17; Marcos 1,16 3,16; Lucas 5,10; Juan 6,68 21,2- en todos esos lugares, que a Pedro lo nombran de otro modo también: Simón. Ahí está la llave. Y es tan Clave, que “Pedro” está escondido detrás de muchos “Pedros” pues al mismo personaje le cambian el nombre una y otra vez: Simón, Pedro, Simón Pedro, Simón Celote y Simón Cefas, Cefas. Cefas es la traducción de Celote, pero al griego. Cefas en griego, Celote en hebreo. Celoso de la ley.

A Simón, Cristo le pone el nombre “piedra”, Pedro. Hay algunas versiones que dicen que ya se llamaba así desde antes, pero es irrelevante. Lo que sí importa, es entender que los hebreos –al menos en los tiempos bíblicos ponen nombres y sobre nombre no por ocurrencia o gustos, sino por características de la persona. Tienen que tener una característica de ese nombre para que se lo pongan.

Que lo llamen “roca”dice entonces de sus características. Y las características de una persona con ese nombre, son perfectamente coherentes con las características del otro nombre con el que se lo nombra en la Biblia: Celote.

Todo confluye describiendo a un tipo tosco, bruto, como si hoy dijéramos un “Rocky”, que es el nombre que precisamente se ubicó como el más representativo cuando se quiso personificar en cine a un boxeador tosco, rudo y duro.

Simón Celote, Simón Pedro, estaba en la lista de los hermanos. Y una vez Escuchado que eso describe a un Rocky, eso aparece casualmente, como idéntico en lo diferente entre otros personajes de esa misma lista formada por Andrés, Santiago, Simón, Judas y Andrés: En efecto, con “Andrés” pasa lo mismo que con Rocky. Andrés no es en realidad un nombre, Andrés es un sobrenombre, un apelativo que significa Andro es decir: masculino. Es como hoy, decirle a alguien: “El Macho”.

Entonces, Cristo tenía entre su séquito más íntimo, a un Rocky, a un Macho. Todas características que describen a la perfección el otro nombre con el que vimos que nombraban a ese séquito: Zelotes.

Digámoslo de una vez: los hermanos de Cristo eran zelotes. Lo cual es perfectamente lógico, si pensamos que siguieron la misma instrucción que el padre de todos ellos: Judas de Gamala.

Obediencia automática que una vez desocultada, se constituye como una clave en sí misma para quien la Escucha:

Marcos 1,16:
“Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron. 19 Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca,
que remendaban las redes. 20 Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron”

Lucas 4,18:
“Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 19 Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.
21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron”

Absoluta y automática “obediencia debida”. Por el sólo hecho de que se les presenta y les da la orden, lo siguen aún a costa de perder sus trabajos y de dejar a su padre.

En cuanto se la Escucha, es imposible no detectar la tan clara como extraña obediencia absolutamente automática a un desconocido. Pero la misma escucha que nos da la llave, nos abre la puerta: ¿se trataba realmente de un desconocido?

Por favor Escuchemos muy bien “lo mismo” que recién leímos:

Lucas 4,18:
“Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores”
¿Para qué lo vuelve a aclarar, si ya lo había dicho? ¿Para qué vuelve a aclarar que es “su hermano” si ya –y en el mismo renglón- había dicho que eran “dos hermanos” o ¿estaba hablando de otra cosa?

Escuchemos entonces otra vez: “Caminando junto al mar de Galilea vio dos hermanos. Simón, que se llama Pedro y Andrés, su hermano”. Lo que está diciendo es dos cosas: además de que uno era hermano del otro que esos dos eran hermanos de Cristo. Y dice que estaban pescando con el padre, que tampoco ofrece la más mínima resistencia de que los hijos de pronto abandonen todo y se vayan. ¿Todo por un desconocido que pasa caminando por la playa? ¿Cómo puede ser esa obediencia? Es que no: Los primeros discípulos fueron su familia.

Por eso los nombres de los discípulos coinciden, oh casualidad, con los nombres de los hermanos. Insisto en que entendiendo eso, se comprende todo: la obediencia automática, por qué lo seguían hiciera lo que hiciera, por qué ese trato “familiar” que permitía que le dijeran “está loco furioso”, pero seguía
n con él y también por qué les interesaba tan poco lo que él les enseñaba.

Hay que entender que si era el hermano primogénito –y ungido- ante ellos, tenía una autoridad incontestable. Lo tenían que seguir por Ley de la Mishnah. Al primogénito había que seguirlo sí o sí. Pero al mismo tiempo, por eso discute con los discípulos, por eso a veces le dan la espalda y por eso muchas veces se pelea con ellos como entre hermanos.

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