Pero al final resulta que tampoco eran dos, y que era uno sólo, y que era otro: Juan el Bautista.
Pero si eran Elías y Moisés, y -cumpliendo los protocolos de encuentros con los muertos se hubieran “presentado”, hubiera sido infinitamente peor: La Mishnah prohíbe encontrarse con muertos, por lo tanto se hubieran aterrorizado si veían a Moisés y Elías – encima en lugar tan Sagrado- porque directamente les cabía la pena de muerte.
Pero de todos modos, el resplandor, la nube, la voz en la nube, el rostro cambiado de Cristo y los mismísimos Elías y Moisés visitándolos a tomar mate en persona de todos modos no parecieron ser muy convincentes: Poquitos párrafos después -en el mismo capítulo 9,53 a 56- Lucas nos muestra otra vez la vieja y habitual escena de los discípulos dudando de Jesús, y Jesús reprendiéndolos amargamente. Hombres de poca fe.
Uno que sigue a continuación en Mateo, y se esconde fácilmente, en cuestiones históricas es el del Estater, que está muy lindo. Por si no lo ubican –o es de los más populares- Le venían a cobrar el impuesto y le preguntan sobradoramente a los discípulos si el Maestro no paga las dos dracmas:
Mateo 17,24:
“Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿vuestro Maestro no paga las dos dracmas? 25 Él dijo: Sí Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿de sus hijos, o de los extraños? 26 Pedro le respondió de los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos está exentos. 27 Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallará un estater; tómalo y dáselo por mí y por ti”
Jesús les responde en el mismo tono de burla “los reyes cobran impuestos sólo a los extraños” Y de inmediato –como en las Bodas de Caná se supone que para algo tan mundano lo resuelve con un milagro. Le dice a Pedro -que era pescador, no te olvides- ve al lago, busca un pez, ábrele una boca y hallarás un estatero. Tráeselo y págales.
Escuchar lo diferente en lo idéntico muestra de qué se trata: Ellos le querían cobrar en Dracmas, y Cristo le paga en otra moneda diferente, el Estater. ¿Qué es el Estater? ¿por qué se le ocurre ese procedimiento tan extraño, poco práctico y hasta tortuoso para conseguirlo? Porque de otro modo no lo hubiera conseguido: El Estater, era una moneda muy especial que –entre otras cuestiones- se usaba en las ceremonias mortuorias; pues en algunas de las sectas judías, cuando alguien moría le ponían un estater en la boca y lo arrojaban al agua para que se vaya con riqueza al otro plano.
Con el tiempo, el cadáver se descomponía, el estater quedaba en el fondo, y habían especies de peces a los que le llamaba la atención el brillo de la moneda y se la comían. Por eso los pescadores sabían que era muy común que los peces de determinados lagos tuvieran dinero adentro. Pero los Romanos no sabían pescar, y menos aún sabían de ritos mortuorios judíos. Por supuesto que entonces cuando vieron eso les pareció algo increíble. Y ante el asombro, no perdieron oportunidad:
El “milagro” de la multiplicación de Panes y Peces, es muy particular porque este es el único que figura en los Cuatro Evangelios. Lo cual en sí mismo debe ser considerado ¿cómo puede ser que “los milagros” no figuren en Los Cuatro Evangelios? Eso de por sí ya muestra y demuestra que, obviamente, no todos lo consideraban milagros ¿por qué algo tan enorme como lo que sería un Lázaro resucitando está solamente en Juan? Sin molestarse en consignarlo.
Pero el único “milagro” que sí figura en los cuatro es el de la Multiplicación de los Panes y Peces. Y por eso es más fácil también ver lo diferente en lo idéntico que, como no puede ser de otro modo, te da una clave total. Dos veces reproduce panes y peces. Dos veces alimenta a la muchedumbre, a la multitud con Panes y Peces.
Los Cuatro Evangelios describen la alimentación de cinco mil hombres con Cinco Panes y Dos Peces. Pero Mateo 16,10 y Marcos 8,6 y 8,20 además agregan una segunda vez, en que cuatro mil hombres son alimentados con Siete Panes y “unos pocos pescados”.
Cinco Panes cuando eran cinco mil hombres, pero Siete Panes cuando eran cuatro mil. Es al menos extraño que se necesiten menos panes para más hombres y más panes para menos.
Ambas escenas, transcurren a orillas del Mar de Galilea – Lago Libertades- Y casualmente en esa zona habían dos clases de Comunidades: Pentatéticas y Heptatéticas. Pentatéticas significa que se rigen por El Pentateuco –los Cinco Primeros Libros de La Biblia-, y Heptatéticas que se rigen por el Heptateuco -Los Siete Primeros-. Las escenas entonces, comienzan a tomar un color altamente simbólico: Los Panes son Los Libros de La Biblia; “Los Peces” representaban a Cristo:
“El Señor de Los Peces”, Inicio de la Era de Piscis, los “Dos Peces”. Tú dirá, me queda un poco forzado, un poco lejos una cosa de la otra. En ese caso, recordemos también que en La Última Cena se establece, precisa y casualmente, como símbolo del Alimento Espiritual, a los Panes. Y de hecho, todos los Evangelios se encargan también de aclarar que sobraron panes –que fueron recogidos en doce cestas casualmente, el mismo número de Apóstoles que se suponía que iban a recoger la Enseñanza con la que Cristo alimentaría a la Humanidad.
Termina “el gran milagro” de los 5 y de los 7 panes ¿y a que no se imaginan qué pasa?
Marcos 6:52
“Aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones”
¡Que los discípulos “no habían entendido lo de los panes”! Es decir, acaba de alimentar con 5 panes a una multitud y ¿los discípulos no entendieron? ¿qué se supone que tenían que “entender”? si según la Biblia ellos mismos habían dicho que no había pan y después ellos mismos distribuyeron los panes.
Como explícitamente lo dice El Evangelio de Taciano 89,19:
“Y él les dijo: ¿cómo no entendéis que no os hablaba de pan, sino de la levadura de los fariseos y de los saduceos? 20. Y entonces comprendieron que no les hablaba de la levadura de pan, sino de la doctrina de los saduceos y fariseos. Y como después de comer, la gente quiere divertirse luego de esa escena, se pone a entretener a los discípulos caminando sobre el agua. Y ya que estamos, Develamos: ¿qué fue ese milagro? Ese “milagro” fue el “milagro de la Palabra”: de cambiar una palabra. Palabra que ilumina si se la escucha. Aquí se utiliza la palabra “Al”, que en hebreo significa tanto “sobre” las aguas como “atravesando” las aguas. Es la misma palabra, y eso significa “atravesando” las aguas. Es decir: en la piscina, cuando caminas con el agua por la cintura estás haciendo eso mismo.
Que la escena tuvo que ser adornada, para que adquiera un tinte milagroso, lo vemos con claridad.
Juan 6,16:
“Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, 17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. 18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba. 19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis. 21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban”.
Como se ve, a Juan no le llama la atención “milagro” alguno en lo sucedido -simplemente cuenta que caminaba “al” agua, y únicamente dice que como era de noche, les dio miedo porque no lo reconocieron. Pero el que agrega todos los adornos es Mateo 14,22:
“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27 Pero en seguida Jesús les habló diciendo: ¡tened ánimo; yo soy, no temáis! 28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo:¡hombre de poca fe! ¿por qué dudaste? 32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”
Escena que de tan espectacular, se denuncia a sí misma como agregada porque ¿cómo puede ser que ninguno de los otros Evangelistas la vieron?
Tal como ya lo ubicamos en Juan, y como sucede en Marcos 6,45:
“En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; 47 y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. 49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; 50 porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡tened ánimo; yo soy, no temáis! 51 Y subió a ellos en la barca”
No hay comentarios:
Publicar un comentario