jueves, 3 de noviembre de 2022

LA OTRA HISTORIA DE CRISTO capítulo XXII

 


Mateo 26,6:
“Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este
evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella”
Cristo no sólo poniéndose del lado de Ella ante la familia sino diciéndoles que cuando prediquen, van a tener que hablar de Ella -y no de ellos-. Y no perdamos de vista el pequeño detalle de que quienes se supone que iban a tener que predicar eran precisamente ellos.
Con 300 denarios comía una semana un ejército de Roma. Era como un año de salarios es decir, una fortuna. Con eso, Ella le demostraba una valorización y un amor supremos.
Pero hay, en esa misma escena, algo aún mucho más valioso, valorizante y altamente chocante para todos: el Acto de acercarse a Jesús y lavarle los pies con su propio cabello.
Acto que –digámoslo de una vez para avanzar en el tema-, Sólo se hacía entre marido y mujer.

Que venía Martha y su hermana, María, estaba en la casa. Y que Martha salió al encuentro de Jesús para pedirle que lo resucite a Lázaro. Acá está hablando de Martha y su hermana María. ¿Qué María? Betania.

Pero de pronto el personaje adquiere un giro. ¿Por qué? Porque María no puede salir. Y dicen que sale, y los discípulos la reprenden y nuevamente Jesús se pone de su lado y les dice “déjenla”.

La escena está describiendo una ceremonia judía llamada la Shivá: el Luto.

Shivá significa “Siete”, porque durante una semana los allegados más directos deben permanecer en el hogar de quien murió, porque la creencia es que durante ese lapso, el alma no abandona el lugar. Lo que importa -y mucho- es que durante ese período, las mujeres no pueden salir de adentro de la casa excepto que alguien la autorice: el marido.

Todo encaja. Ella estaba en la casa y no se movía. Sale Martha pero María no aguanta más, y sale de la casa también, y los discípulos la reprenden hasta que alguien la autoriza –lo cual sólo puede hacer un marido-; y ese alguien es Jesús.

Es decir: con total claridad, están hablando de una conducta de esposa y esposo. Pero la escena es tan importante –no por nada, la iglesia la recortó- que revela un detalle más, de enormísima importancia:

Acá a la que nombran es a María Betania, no a María Magdalena. Pero la que aparece es la que tiene conducta de esposa de Cristo. Entonces ¿cuál era la esposa de Cristo: María Betania o María Magdalena? Las dos.

Pero ya sabemos que un Rabí no puede ser bígamo ¿Entonces? Entonces la Escucha vuelve a darnos la Respuesta: María Betania, es también nombrada María de Betania –y hasta María de Betania– lo cual remitía a un lugar llamado Betania. Pero resulta que Betania, como lugar no existe. La provincia de Betania es como Nazareth: se inventó mucho tiempo después.

Pero de todos modos, sea de la época que sea ¿a dónde la ubican? casualmente, en el lugar adonde transcurre la escena de la Unción, como bien lo aclaran Marcos y Mateo: “Y estando Jesús en Betania”.

Y Juan, directamente Juan nombra que la que ungió con aceite al maestro fue María de Betania.

Juan 11,1:
“Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2 María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos”

Con lo cual, dos cosas quedan demostradas:
María Magdalena y María de Betania eran la misma persona . Y Betania se trata de un nombre agregado como puede verse en el fallido llamado anacronismo: la escena del perfume a la que aquí alude, como vimos, está en el mismo Juan, pero un capítulo más adelante.

- Juan 12,3- y lo está citando en Juan 11,1. Es decir: Cita algo que aún no sucedió:
Para que quede claro, entonces: concretamente Juan 11,1 dice en forma explícita que la mujer que unge a Jesús, es María de Betania: mientras todos los demás dicen que es María Magdalena.

Ergo, ambas son la misma persona.

¿Y por qué toda esta confusión, que hasta incluye cuestiones explícita y anacrónicamente agregadas? Por el mismo motivo por el que todo alrededor de Magdalena es –sin todas estas claves- tan confuso: porque tratan de confundir al personaje, y al mismo tiempo de dar las pistas para preservarlo.

De hecho, hay lugares en la Biblia explícitamente escritos para cubrir el tema de que existía una relación directa entre Cristo y Magdalena por motivos que serán totalmente claros cuando hablemos del Grial. Era necesario cubrir a Magdalena. Por eso tratándola de “pecadora”, de “prostituta” y dando a entender que estaba “poseída por 7 demonios ”se alejaba la posibilidad de que se pensara que ella era la esposa. Confundirla y hacerle un personaje desdoblado forma parte de la misma estrategia: cubrirla, ocultarla.

Por eso, ante tanta confusión, es realmente de importancia ver que las claves que estamos ubicando, más se confirman cuanto más profundizamos:

Si María de Betania y María Magdalena son la misma persona desdoblada, cuando ese Juan 11,1 al que venimos citando dice que “Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. 2 María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos” Está agregando 2 datos: María Magdalena tenía una hermana llamada Marta y Lázaro era el hermano de María Magdalena.

Una vez entendido todo ese parentesco, se aclaran un montón de escenas que, a su vez, confirman con múltiples detalles más y más lo que ya hemos develado; como por ejemplo:

Lucas 10,38:
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”

O “pequeñas delicias de la vida conyugal”: Marta se queja amargamente ante Jesús y le dice ¿no me tendría que ayudar un poquito ella a levantar la mesa?” ¿Ven que Jesús se las veía con las mismas cosas que todos nosotros? “¿No me tendría que ayudar un poco a trabajar? Mucho Astarté, mucha Unción, mucho Perfume caro pero la mesa ¿quién la levanta? A lo que Cristo le responde “es que ella eligió la mejor parte” aludiendo claramente a él mismo.
Está claro: María Magdalena lo eligió a Jesús.

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