viernes, 4 de noviembre de 2022

LA OTRA HISTORIA DE CRISTO capítulo XXV





Todas las otras “resurrecciones” menos famosas y con menos prensa, tales como la de la hija de Jairo de Lucas 8,40, y la apenas un poco más recordada de la hija del Centurión romano.
Por qué todas estas “resurrecciones” quedan volteadas al mismo tiempo por la Biblia.
Hechos 26,23: “El Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles”.

Expresa clara, explícita y manifiestamente que el primer resucitado de entre los muertos debía ser Cristo. Después veremos qué fue esa “resurrección” de Jesús; pero está claro que –pese a los esfuerzos de la iglesia, las anteriores “resurrecciones” no fueron entendidas como tales en la época en que se escribió La Biblia.

Salgamos entonces de la caverna, y sigamos viendo qué sucedió. Y nos encontramos con dos cuestiones más, sumamente llamativas, por no decir reveladoras. La primera, por muy obvia que sea, pasa desapercibida si no es dicha y subrayada:

Si estamos hablando de un milagro de Resurrección de un muerto ¿cómo se les pasó por alto a 3 de los 4 Evangelistas?

Tal cual lo escucharon: nada, ni una sola palabra, ni la más mínima alusión en 3 de los 4 Evangelios al que hubiera sido el Milagro más relevante, concluyente e indiscutible de todos. Es muy claro: sólo le interesa a Juan, porque Juan es Gnóstico, y el Ritual de Iniciación era de sumo interés solamente para él.

Y menos aún, que a los pocos días lo querían linchar otra vez. Y no exagero un ápice.
Evangelio de Taciano 131,65:

“Y ellos agarraron piedras para tirarle. 66. Mas Jesús se escondió y salió del templo.
Vale considerar que había muchos milagreros en la época: Dositeo, Apolonia de Tiana, Simón el Mago. Todos eran milagreros. La pregunta es entonces ¿qué hizo Jesús que lo posicionara finalmente por encima de todos ellos? La respuesta no está en los milagros, porque todos ellos eran “milagreros” -conocían trucos por haber estado en otras culturas, y algunos contaban en su haber con milagros mucho más espectaculares que los de Cristo. Y más aún se ve con claridad que la respuesta no está en los milagros cuanto más se conoce lo que se mencionó “milagros–y que, vale recordarlo, Jesús jamás los nombró así.

De hecho, por ejemplo, Mateo 14,14 dice que curaba enfermos en la multitud pero en esa misma escena, según Marcos 6:34 lo que estaba haciendo era enseñar, no curar enfermos.
El Evangelio de Taciano, del que hablábamos hace un rato –y que para esto es un Evangelio importante, porque explica muchos milagros- ubica por qué la mayoría de los “milagros”, eran de sanación: Los milagros eran de sanación porque Cristo era esenio y los esenios sabían sanar cosas que ningún otro. Pero el tema estaba en que además, si los “milagros” eran de sanación era fácil ubicarlo enfrentando al mismísimo diablo y venciéndolo.

De hecho, ante todo “milagro” de sanación, en la Biblia hay una frase estribillo que siempre está, se la tratan de encajar en todo: cada vez que hacía algo “milagroso”, había alrededor alguno que decía –y lo mismo, cuando se escribía- “verdaderamente es el Hijo de Dios”.
Se trataba de que pegar a Jesús a ese Factor Diferencial era un poderoso y eficaz acto con el que se armaba la dialéctica entre Jesús y el que por las Profecías estaban esperando:
Si vencía al diablo Jesús “Se Ungía” como el “Mesías”, el “Cristo” que esperaban.
“Vencer al diablo” es una prioridad para “El Mesías”. Veámoslo “en acción” en una sanación típica, tal como está en los Manuscritos del mar Muerto. El tipo se desgarraba de gusanos internos, enormes, que se alimentaban, desde adentro, de la comida que él comía y, obviamente, lo estaban matando.

Cristo hace algo típicamente Esenio: hierve leche, le hace abrir la boca, pone la leche delante de los labios y con el vapor de la leche el gusano “se tienta” y sale. Lo que vieron quienes ahí estaban, era entonces salir una serpiente del cuerpo “El diábolo”. Anotación en el momento y definitiva para la posteridad: “le sacó el diablo del cuerpo”

Una de las curaciones típicas de Cristo de sanación, uno de sus platos fuertes como “milagro”, era la curación de la ceguera. Estamos hablando del desierto, señores; y si has estado 15 minutos en el desierto, sabes que lo primero que te ocurre es que se te irritan los ojos a más no poder, porque el resplandor en la arena es como en la nieve. A eso hay que sumarle que es una zona con mucho microorganismo en el aire –porque obviamente no pueden ni tocar la arena, de cómo arde- que enseguida te infecta. Entonces era común un efecto de ceguera.

Pero Cristo –que había estado entre los esenios, que recordemos que también vivían en el desierto- sabían que si se lubricaban los ojos y se los desinfectaba enseguida recuperaban la vista. Entonces ¿que hacían?
Algo realmente muy “espectacular”, que era muy fácil tomar como “milagro”: escupir en el barro y con eso le armaba una compresa. Qué estaba haciendo: la saliva es desinfectante y el barro es lubricante. Le sacaba la piel escoriada y escamada de los ojos, les ponía la compresa, y ¡milagro!
La pintura en los ojos de los faraones y las faraonas en Egipto, cumplen esa misma función sólo que si se pasaban de la proporción indicada, eran pinturas venenosas. Pero en la dosis correcta, eran un antiséptico perfecto. Tanto, que era uno de los motivos principales por los que las faraonas y los faraones vivían más que los demás: porque se pintaban con eso que les resolvía uno de los problemas más grandes, que eran las infecciones que entraban por los ojos.

No olvidemos que no se asociaba el concepto de higiene con el concepto de salud.
Sencillamente no se les ocurría que la higiene tenía algo que ver con la salud. Por eso muchos de los milagros eran: los lavaba, los llevaba al agua, les ponía compresas de barro esas cosas no eran más que higiene.

Veamos entonces uno que es genial: el de “Los cerdos de la Legión”. No es de los más famosos, pero están en la Biblia:

Lucas 8,26. Dice que de pronto había un pobre, poseído. Que largaba espuma por la boca, blasfemaba contra todos, tenía una fuerza descomunal. Cristo ve una piara de cerdos pastando. Al “poseído” le saca el demonio, e insólitamente se los manda a los cerdos -que, pobrecitos la ligaron sin tener nada que ver. Qué justicia Divina ¿no? y los cerdos se arrojan por el valle. Pero mucho más insólitamente aún antes de arrojarse, según Marcos 5,7 los cerdos le dicen: “Por Dios te conjuro que no me atormentes”

Géard de Nerval en “Viaje a Oriente” un lindo librito de estos temillas de las cosas que vistas por occidentales parecen milagros, y que en oriente no.

Partamos de la base de que los cerdos no podían estar en esa localidad porque los judíos tenían prohibido tener cerdos. Esto es un dato importantísimo. La localidad se llama Gerasa, que es la antigua Decáolis.

Zona en efecto plena y eminentemente habitada por judíos que en consecuencia tenían prohibido tener cerdos. Por lo tanto los cerdos de la escena, no podrían ser de corral, tenían que ser cerdos salvajes, que en consecuencia tenían que estar pastando en el campo lo cual es fundamental. ¿Por qué? Porque en la zona – más aún donde pastan y defecan los cerdos- crece nada menos que un hongo altamente alucinógeno.

Desde siempre, en todo el mundo, los pobres del mundo suelen emborracharse. Pero si hay disponibles hongos alucinógenos gratis, comían eso. Siempre y cuando les ganaran a sus competidores principales, que también se los comían. A qué no se imaginan quiénes sí: los mismísimos cerditos.

Leo: “los cerdos a veces parecían poseídos por el demonio y se suicidaban arrojándose por las colinas o al Mar de Tiberíades o por algún precipicio. Se trataba de un cáñamo altamente alucinógeno -con el que se hace, por ejemplo, pasta de hachís-. Comer “eso”, hace parecer –tanto a un hombre como a un animal- estar poseído.

Pero aún – especialmente- en el reino del máximo absurdo. Escuchar aclara todo –aunque nuestro amigo Géard, obviamente ya esto ni lo sospecha-. Y en cuanto se escucha que la ayuda que el pobre tipo pedía, era en nombre de Dios pero que “eso”, se lo adjudican al diablo.

Entendida esta Clave, absolutamente central para entender El Plan de Cristo.
Podemos adentrarnos en otro estilo de “milagros”, que muestran otras cuestiones. Este sí que vale la pena. Porque aquí tienes que entender algo totalmente hermético y absolutamente disimulado en La Biblia: la conducta Zelote.

En síntesis, algunos de los "milagros" eran curar enfermedades que bastaba con limpiar las partes dañadas y de eso los esenios lo sabían todo. Y expulsar demonios eran ritos gnósticos o bien sistemas curativos y como vemos, ciertos alucinógenos también provocaban efectos "especiales".

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