Lucas 23,50:
“Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo". Un miembro noble del concilio que además, era rico y que además era discípulo secreto de Cristo.
Mateo 27,57:
Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús.
Juan 19,38:
“Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos”
Ese miedo tiene mucho que ver en que no se lo identifique claramente. De hecho, “José de Arimatea” como tal, no existe. Aunque Arimatea tratan de hacerlo pasar como un lugar, no hay alguna provincia en Judea o algún lugar que justifique ese nombre.
Sí, se lo entiende perfectamente como un juego de palabras que, para decirlo rápido, significaría “José el de la sepultura”; y también directamente como “José el sepulturero”.
¿Por qué esos nombres? Porque tenía algo que llamaba muchísimo la atención: en su casa, un espacio de sepultura familiar propia; lo cual era un lujo extremo en aquella época donde la tierra era carísima.
Que es alguien con poder, queda claro en la cercanía con la que le habla a Pilatos, y en que Pilatos siempre lo recibe y da lugar a lo que pide. De hecho, la Biblia consigna que es quien le va a decir a Pilatos -en la hora sexta, es decir cuando estaba por salir la primera estrella- que viene la Pascua, y en Pascua no podrán venir a ver a los crucificados porque está prohibido y habría que dejarlo tres días pudriéndose en la Cruz, y por qué no nos da el cuerpo?
Es extremadamente clave considerar que la Biblia consigna en forma explícita que Pilatos se sorprendió de que Cristo hubiera muerto tan rápido. Y ¿a quién le hace la pregunta más importante que iba a hacer en toda su carrera? a nuestro amigo el Centurión.
Marcos 15,44:
“Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. 45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, 46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían” Si leyendo esto ya es suficiente para ver que explícitamente dice que a Pilatos le llama la atención que Cristo hubiera muerto tan pronto. Ahora leámoslo en griego. Porque leído en griego hay una revelación extraordinaria, que sólo pide ser escuchada, pues un fallido extraordinario altamente “de velatorio” –considerando el contexto-. En griego, en Marcos 15,45 dice que José de Arimatea le dijo a Pilatos:
“¿Por qué no me das el soma? Porque si no va a quedar tres días en la Cruz”
“Soma”, en griego, quiere decir Cuerpo Vivo. De hecho, Pilatos le dice ¿el Soma o el Ptoma? –que significa cadáver-.
Tenemos entonces que en la escena de la Cruz, todo se basa en lo que dicen dos personajes tan claves como enigmáticos trabajando juntos: José de Arimatea bajándolo de la Cruz, porque Longinus lo da por muerto. Y los dos, formaban parte del plan de Cristo. Y como todo se basa en el “diagnóstico” que Longinus le da a Pilatos, retomemos y veamos en qué consistía eso.
Lo que le hace, es el “Vuúoei” -lo tengo que escribir porque esta palabra se dice dos veces por reencarnación- Es una palabra en griego que usa el texto, que significa algo muy distinto que lo que todos pretenden traducir como un lanzazo. Pues no, lo que le dio es con un Pilum.
Para entender qué era todo eso conviene primero entender lo que no era: De ningún modo se trataba de una lanza que penetraba en el cuerpo, porque eso lo mataría. Y entonces ¿para qué todo ese circo de la cruz, si al final lo iban a matar de un lanzazo?
De hecho, sólo basta escuchar qué significan cada uno de esos dos términos para que en serio todo quede absolutamente claro y esclarecido: “Pilum” significa “pelo”. Y “Vuúoei” significa, como todo el mundo sabe, “rasguño”. Eso es todo lo que se necesita saber.
Con la lanza especial, delgada como un pelo -una lanza que no penetra, una lanza que no tiene más filo que en la puntita- se le hacía un rasguño. Si el crucificado reaccionaba, obviamente quería decir que todavía no había muerto. Punto. Fin del misterio Del “lanzazo” –que no era tal- sólo nos quedaría por esclarecer el fenómeno de sangre con agua que al instante brota de la herida.
Y antes de pensar en “milagros”, lo primero imprescindible de advertir es que si de la herida brotó sangre eso entonces es la confirmación rotunda de que ahí no había un muerto. Los muertos no sangran por las heridas.
Para que una herida sangre, se necesita que circule. Para que circule, se necesita un corazón que bombee. Y si un corazón bombea pues entonces no hay un muerto.
Por supuesto que queda el fenómeno del agua. Consideremos de entrada que si fue un milagro se les pasó por alto a tres de los cuatro evangelistas: sólo Juan lo nombra y ni siquiera él, que es el único que lo consigna, sugiere que en eso hayan visto milagro alguno.
Al primero que se le ocurrió llamarlo “milagro” fue a Orígenes dos siglos después. Pues “el agua” saliendo por las heridas, es tan común en muertos como en vivos: se trata del plasma sanguíneo, que como es mucho menos denso que la sangre, haya o no un corazón bombeando, suele derramarse por simple efecto de la gravedad.
Por supuesto lo único que puede tener semejante poder de absorción es la esponja.
Y lo que muestra esta ficha, de entrada, es que hasta 2 palabras antes de la esponja, Jesús estaba perfectamente lúcido en la Cruz. Lúcido y con fuerza. Con la fuerza suficiente como para gritar desde ahí arriba, y que lo escuchen. Hay diferentes y variadas versiones de qué fue lo que gritó, pero todas coinciden en que gritó con fuerza suficiente como para hacerse escuchar desde altura de 5 metros que medía la Cruz y con viento de pretormenta, y aún estando muy lejos de la Cruz.
Lucas 23,46:
“Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. 47 Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. 48 Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. 49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas”
Juan 19,25:
“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. 26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”
Mateo 27,46:
“Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste”
Marcos 15,34:
“Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías”
Frase de la cual el Evangelio de Taciano dice otra cosa completamente distinta “mujer he ahí a tu hijo, hijo, he ahí a tu madre. Algo completamente diferente que a su vez muestra la punta del ovillo de todo lo que continuó a eso: pues Taciano dice que desde la Cruz, lo que les gritó fue “Mujer coge a tus hijos y vete”.
La mujer es María, la madre, que estaba con Magdalena. Y al pie de la Cruz, escucharon que habló, aún si no entendieron lo mismo en las diferentes versiones, todas están de acuerdo en que habló y eso quiere decir que todavía tenía toda la fuerza como para hacerse escuchar en condiciones tan adversas.
Una vez que eso queda claro, podemos adentrarnos de a poco en qué fue lo que dijo, y lo que eso significa. Para empezar, la más clara y la más lógica, es la versión apócrifa en la que les piden que se vayan pues de hecho, luego de eso, efectivamente se fueron.
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