martes, 8 de noviembre de 2022

LA OTRA HISTORIA DE CRISTO capítulo XXXVI

 




En la Última Cena de Leonardo Da Vinci, con claridad se ve que quien está sentado a la izquierda de Jesús tiene el rostro idéntico al de Jesús.

No hay dudas de que había un gemelo de alguien, al que escondieron así como ocultaron muy celosamente de quién era gemelo.

Ya en el capítulo 1,4 mientras juega a confundir con el Judas traidor, dicen que era hasta tal punto semejante en su cara a la de Jesús, que la misma María y los Apóstoles eran engañados por ella. El mismísimo Evangelio de Thomás revela en el capítulo 13:

“Jesús dice a sus discípulos: Comparadme con alguien y decidme a quién me asemejo. Simón Pedro le dice: Te asemejas a un ángel justo. Mateo le dice: Te asemejas a un filósofo del corazón. Tomás le dice: Maestro, ¡mi boca es totalmente incapaz de decir a quien te asemejas! Ya al venir Tomás a sus camaradas, le preguntan: ¿Qué te dijo Jesús? Tomás les dice: Si os dijera siquiera una de las palabras que me dijo, cogeríais piedras para lapidarme, y fuego saldría de las piedras para consumiros”

Si ya no hay dudas de que existe un gemelo aún cuando muy significativamente lo tengan que adjudicar a un demonio Los Hechos de Thomás, del capítulo 31,2 a 39 no dejan lugar a dudas de quién es mellizo:

“Un demonio, introducido dentro del cuerpo de una serpiente, confiesa ante Thomás que Jesús tiene un hermano gemelo: pues yo sé que tú eres el hermano gemelo de Cristo, enemigo perpetuo de nuestra raza.

Mellizo de Cristo, Apóstol del Altísimo e Iniciado en las Palabras Secretas de Cristo; Tú, siendo el que recibes sus expresiones más secretas has recibido los misterios más ocultos ubicado esto, es Clave considerar que desde el origen mismo de la Biblia, un gemelo era sinónimo de una señal de Dios directa sobre esa familia.

Desde Rómulo y Remo, en todas las culturas Ormuz y Ahriman, Ishbalanque y Hunabku, y tantos otros ejemplos en las más diversas culturas, muestran la recurrencia en una pareja de gemelos que cambia todo.

Cuando el Sanedrín tuvo que anotar a los dos, el Sanedrín sabía que había dos, el Sanedrín no buscó más. Este es el iniciado. Tiene el linaje, la estrella, los reyes y una señal que era desconocida para todos.

Aún hoy en las iglesias de medio Oriente, es muy común ver lo siguiente: José tiene un bebé en brazos y María tiene otro; ambos con la misma cara. Exactamente como en la Última Cena, que Da Vinci también pinta a otro con la misma cara de Cristo.

Al respecto, en las Actas de Thomás, 8,11 hay una escena imposible de entender, pero con esta Clave, se vuelve absolutamente transparente: Están en una fiesta y Jesús se va y de pronto lo ven a Jesús en la misma fiesta.

Todos describen que no entienden cómo, si todos vieron que se fue, ahora estaba en la fiesta. Esto muestra dos cosas: que no todos estaban al tanto del gemelo, y que había un claro “aprovechamiento” de la situación para producir “milagros”. Está muy claro que no hay indicios de que todos lo supieran. Quienes lo sabían eran la mayoría de la familia; y los del Sanedrín, que los habían anotado al nacer –y obviamente, lo tomaron como la señal concluyente-. Y había muchos rumores que a muchos que ni eran de la familia ni eran del Sanedrín, los hacían sospechar.

Pero para quienes sabían el secreto, el problema era “cuál era cuál”. El Sanedrín advierte a Roma –no tenía por qué no hacerlo, pues también quería que Cristo fuera detenido, en tanto los hostigaba constantemente y representaba para ellos una amenaza continua-.

Cuando entonces van a detenerlo, precisaban que alguien les señalara cuál era Cristo; y para eso necesitaban alguien que los pudiera distinguir. Es decir alguien de la familia, que estuviera dispuesto a traicionarlo.

Y Judas Iscariote era de la familia. Es decir bienvenidos al “Beso de Judas”:

Judas con su beso señala al maestro para que no se lo pueda confundir con su gemelo. Inclusive así, aún estaba la posibilidad de que tal vez ese que le estaban entregando no era al Maestro, sino que lo protegían entregando al gemelo.

Por eso presionan un poco en la escena de la detención, y se produce el episodio de la espada. Por supuesto que ni el Sanedrín ni los romanos podían siquiera sospechar que Judas estaba mandado por Cristo, que no le iba a entregar a otro porque el que comandaba eso por detrás era Cristo.

Por eso para ellos era muy importante estar seguros de que no pasaban el papelón de haberse llevado al mellizo y dejar suelto al que buscaban que era nada menos que la amenaza más directa, cercana y conjunta a Poncio Pilatos y al poder del Sanedrín.
La aclaración de que el que estaba con ellos era “Judas, el que le entregaba” –léase “no confundir con el otro Judas”- adquiere tanta importancia como la pregunta acerca de a quién buscan y que no le creían mucho la respuesta.

Entrando en Juicio
Es muy necesario advertir que Pilatos en ningún momento sospechó que todo lo que estaba sucediendo, seguía un plan de Cristo. Pilatos era un tipo tosco, bruto. Era un general romano que de lo único que sabía era de ejército. No tenía la más mínima sospecha de que en realidad Judas Iscariote estaba mandado por su tío. Por Jesús. Y que junto al Sanedrín confiara en que Judas le estaba entregando a Cristo, demuestra que no sospechaba en absoluto que estaba mandado por Jesús para que lo envíe al mismísimo Jesús a la Cruz.

 Entonces no quiero dejar mucho lugar a dudas: A Cristo lo capturaron y lo mataron los romanos.

Lucas 23,1:
“Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato. 2 Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey”

Si el juicio a Cristo era un juicio hebreo toda la Mishnah queda contradicha. La Biblia dice que al alba Pilatos lo tenía ya detenido, y que a la noche lo había ido a buscar, y que el juicio transcurre entonces un Sábado; todo absolutamente imposible para los hebreos. Y encima, un Sábado y de Pascua. Los hebreos jamás hubieran podido hacer eso. No se pueden reunir el Sábado, y menos aún, si es de Pascua. Y Pilatos nunca en su vida se levantó al alba. Y menos lo iba a hacer por un judío.

El factor tiempo es absolutamente clave y estratégico. Si los hebreos hubieran querido matar a Jesús, lo podían haber hecho por sobrados motivos. Deuteronomio 18 es donde está todo lo que se puede y lo que no se puede en Pascua, y todo lo que en general se puede y no se puede en la Mishnah. Da todos los motivos, y Jesús los contradijo de un modo flagrante, porque como habíamos dicho, quería enojar al pueblo, quería que lo entreguen, porque parte de la profecía era esa. Ahí se empieza a explicar todo.

Vamos a ver todos los cargos por los que los judíos, si lo querían juzgar ellos, no precisaban de Roma, lo cual es una demostración de que el juicio no fue judío sino que fue romano, porque si los judíos querían podían juzgarlo por cargos expresamente prohibidos, tales como: Enseñar lo prohibido. Desviar al pueblo. Violencia contra el Templo Sagrado. Separar hijos de padres -lo dijo explícitamente-. Encuentro con el diablo –en el desierto-. Evocación a Moisés y Elías –en el monte Hermón-.

Diálogo con su padre en Getsemaní -si se considera que el padre era Dios, porque estaba prohibido hablar con un Ser Celestial; si se considera que el padre era Judas de Gamala porque estaba prohibido hablar con un muerto.

Y no podemos olvidarnos de: Enseñar y practicar Magia. El Éxodo 22:17 dice literalmente “matarás al hechicero”, Cristo era visto como un milagrero, eso era un hechicero.

Si el Sanedrín quería dar pena de muerte a Jesús podía hacerlo sin necesidad de molestar a Roma ni a Pilatos. Si el tema era religioso y no político y no guerrero ¿está claro esto? De hecho, el Sanedrín juzgaba a muerte, y tenía cuatro modalidades:

El Sanedrín mataba por decapitación, por lapidación, por ahorque y por asfixia -que no es lo mismo, asfixia era sepultarlo bajo piedras y seguir tirándole piedras hasta que se asfixie-.
Entonces: el Sanedrín tenía sus maneras de juzgar, tenía sus juicios, tenía sus condenas y tenías sus formas de ejecución, si quería matar. A Cristo no lo capturaron, ni lo juzgaron y no lo mataron a la manera judía. Y de hecho lo mataron en la Cruz y esa era la señal, el logotipo de Roma para todos los enemigos.

Basta el sólo dato de que se trataba de la noche de Pascua judía, y el Sanedrín jamás se podía haber juntado esa noche. Jamás, nunca. La pascua Hebrea existía y existe. ¿Qué conmemora? El Éxodo de la Biblia, cuando salieron de Egipto. O sea la pascua no es una cosa cristiana.

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